Ahora es el presente. Ahora es el momento. Ahora es inmediato, es la paradoja de un período convulso y «Now» es el título del nuevo elepé firmado por Schizophrenic Spacers, un conjunto con unos cuantos años de experiencia que viene a refrendar con esta entrega la suya propia, su amor por la música clásica y su devoción por el enérgico rocknroll. Resulta chocante comprobar la oferta existente, la calidad de muchas de esas formaciones tanto en el panorama nacional como internacional y por el contrario ver cómo un considerable número de ellas ve complicado su futuro en un sector que ha visto las dos caras de la moneda en pocos años. Momentos de gloria y tiempos de penuria. Las apuestas y apoyos discográficos de antaño son una quimera en la actualidad, y las ventas han decaído de tal manera que meter el morro en el circuito se podría tomar como una heroicidad.
Pues bien, dentro de esta inexplicable locura de componer, compaginar familias con trabajos y pasiones, digerir desengaños y recargar las pilas con el aliento de los incondicionales, soportar horas de ensayo y kilómetros en la furgoneta para sudar la gota gorda en todos los escenarios que se pueda, y en definitiva, concentrar esfuerzos y esperanzas en el jodido rocknroll, es algo que defienden con orgullo los amigos esquizofrénicos. Espaciales, especiales o terrenales, lo cierto es que estos tíos se ganan el sustento en cada una de sus ya míticas funciones en las que actividad, energía y diversión están garantizados de antemano, ya que las altas temperaturas conseguidas tanto con las muchas adaptaciones de prestigiosos (mete en el saco cualquiera de los nombres más recurridos) de la historia del rocknroll como por sus propias canciones hablan de su fiabilidad. Si su anterior doble álbum tenía una lenta asimilación dada su obvia duración, en esta ocasión la escucha de “Now” es un suspiro. Agradable, eso sí. Interesante, ameno, poderoso y recomendable. Todo se prolonga ahora, todo se suspende en el presente.
Al igual que varias formaciones repiten experiencia en Guitar Town Recordings (algo tendrá de especial el lugar) de Hendrik Röver, y tanto en su concepto visual como musical elevan el listón colocado en «It Better Be Good», con una premisa más concisa, profundizando en la doctrina de la madre superiora o siguiendo postulados irlandeses o británicos, no en vano la coral bienvenida de «For God’s Sake» es un claro ejemplo de su apego por estas corrientes. Preguntas, respuestas, simbologías y señales que inciden en un determinado contexto sonoro latente sesenta años después, aumentando la sensación de libertad con la totalidad de un disco que si bien mantiene esas remotas apariencias no ve empañada la vigencia de una banda que se mantiene fresca con canciones como “Petty Desire”, donde el más vehemente soul custodia sin remilgos dinámicas guitarras que despliegan toda su personalidad en la expeditiva “What About Detroit?”.
Poco que añadir a una canción que lleva implícito en su enunciado todo lo que va a suceder en los próximos dos minutos y medio, que no es más que un extraordinario antídoto para combatir la apatía gracias al siempre turbulento Sergio Martos y unos compinches que no escatiman recursos en dispares canciones como “Sexual Blackmail”, “Dealin’ With Idiots” o “Regrets”. Las emociones son una constante, la energía que irradian “Bonfire” o “Las Tres Chicas” (donde el cántabro aporta su preciso slide) deberían ser un salvoconducto que les abriera la puerta de multitud de garitos y alguna frontera, mientras el animado carácter del disco en su conjunto pone de manifiesto el carácter de unos tipos poseedores de un vademécum sanador en el que las canciones fortalecen el espíritu y activan la mente. Reiteramos, todo eso podría suceder ya, en el instante, en un periquete, de principio a fin. Naturalmente «Now».
[…] herramienta para inmortalizar un momento. “It Better…” era extremadamente natural y “Now” tiene algo más de recargo en las canciones. Pero ambos modelos son […]
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