Mick McGuire, Hal Marston, Dave Duffy y Wild Arny, es decir, The Renegados, han regresado. Tampoco se habían ido, pero entre formaciones paralelas, las ausencias de un colchón protector o una disquera interesada y esta calamitosa carrera de obstáculos, parecía estancarse la posibilidad de grabar nuevas canciones. No obstante, deberíamos puntualizar que escasos meses atrás plasmaron artesanalmente desde su guarida un disco en el que se percibían ciertos cambios… En materia lingüística tan solo, porque continuaban y continúan expandiendo su atracción por la vieja armada británica o el fértil rock americano que de alguna manera refleja, sin eludir otras fórmulas o procedimientos, el espíritu combativo de esta gente. Y si en aquel elocuente “Desde el Agujero” la alternancia de idiomas revelaba en cierta manera los nuevos propósitos del cuarteto, en esta ocasión su objetivo en el terreno gramatical es solo uno, si bien el lenguaje sigue siendo el mismo que llevan utilizando desde que decidieron emular a sus héroes y más tarde comenzaran a meter el morro en distintas formaciones. Nombres, a cascoporro. Se podrían recitar, pero no es el caso. Nos centraremos en este en concreto, en los jodidos Renegados.
Según la información del nuevo ejemplar titulado “En la Tierra de la Serpiente y el Rifle”, encontramos que su realización data de finales del año pasado mientras su publicación la deberíamos anotar en el haber del presente ejercicio, así que el veintitrés comienza con buen pie. Otros trabajos han aparecido también, sí, pero la banda bizkaina inaugura nuestro calendario particular de lanzamientos discográficos que, si parte de los anuncios o esperanzas se cumplen, buena cosecha nos espera. Hay mucho y bueno en el producto de kilómetro cero así como en venideras importaciones, y como muestra, “En la Tierra de la Serpiente y el Rifle”, disco que se podría catalogar como continuista al trazado ya conocido. Representativo. Transparente, revitalista y fidedigno, pero con una serie de consideraciones a tener en cuenta, comenzando por el laboratorio donde fue registrada la grabación y terminando por las propias canciones que guardan en su interior alguna incógnita.
Veamos. El estudio al que nos referimos no es otro que El Submarino Records de Mungía con el brillante Iñigo Escauriaza a la cabeza, lo cual viene a decir que McGuire, Marston, Duffy y Arny (evidentes alias, pero sus nombres de guerra son) se aclimatan o mudan de piel cual serpiente (nunca mejor dicho) en función de las circunstancias rodeándose, además, de reconocidos profesionales como es el caso tanto en el área técnica como gráfica, ya que el (brillante también) trabajo visual está diseñado por el ilustrador Unai Ortiz de Zárate. En materia estrictamente musical, las canciones tienen la inequívoca rúbrica de los Renegados, aunque el factor sorpresa siempre estará acechando. Cierto es que las ideas creativas se pueden aproximar a fulano, a mengano, recordar anteriores identidades o simplemente seguir fielmente los pasos dados en precedentes operaciones, pero la siempre eficiente utilización de recursos o nociones debería, cuanto menos, afianzar su séquito de fans.
Y ya puestos, aumentar en número. Indolentes o escépticos se muestran en “Duro y Humilde”, la apertura que empuja y remueve pisando fuerte, obligando al movimiento circular de cabeza, pies y caderas, forzando a interiorizar un alegato concebido con sutil ironía y enconado hastío. Son obstinados, eso ni se cuestiona. Son perseverantes por naturaleza, y eso se refleja “La Hoguera de los condenados”, donde las guitarras se enlazan estableciendo uno de esos cimbreantes vínculos considerados como twin guitars que tan bien resuelven; casi tanto como el resbaladizo slide, como los latidos setenteros, los apasionados énfasis o los ritmos vigorosos que gobiernan “La soga del Renegado”, atrevida composición que muestra el poderío y las bondades que les jalonan colectiva e individualmente. Que son bastantes, por cierto. Son opulentas. Son como las líneas psicotrópicas de “Nadie vendrá por ti”, espasmódico cierre que explota en el hipotálamo como si de un destello multicolor se tratara. El epílogo perfecto para cerrar un círculo vicioso que exuberante se transforma al segundo, cuando volvemos a reproducir “En la Tierra de la Serpiente y el Rifle” y alguien sugiere que ya no tengo elección. Cábalas, certezas, suspicacias o decisiones. Simplemente Rock n’ Roll. Naturalmente, The Renegados.