The Steepwater Band: “Re-turn Of The Wheel” | GR76


Con un par de años y escasos cinco días de diferencia respecto a su anterior publicación, vuelve The Steepwater Band con nuevo material, si bien su título y la ilustración principal recuerdan aquel “Turn Of The Wheel” que tan buenas opiniones recibiera por parte de prensa y público teniendo en cuenta, además, las circunstancias de aquel entonces. No olvidemos que vivíamos recluidos en nuestros propios hogares y que aún desconocíamos el alcance del jodido diecinueve que todavía sigue dando el coñazo, lo cual nos lleva a la imposibilidad de cicatrizar ciertas heridas. Ciertos rumbos. Ciertas conductas. Y para eso están las cataplasmas, los apósitos o las medicinas. Para eso está el rock and roll. Para eso está la estimada Steepwater Band que sin extravagancias ni rimbombantes construcciones continúa manteniendo sus principios y teoremas. Sirva como ejemplo “Salvation In Time”, una de las nuevas composiciones de este álbum de la que sobran las explicaciones dado su encabezamiento y nacimiento y uno interpreta como una liberación, una especie de carpe diem característico de los chicagüenses donde se intuyen diversos influjos bien asociados bajo su particular y reconocida rúbrica, donde las mentes se evaden y los corazones se funden en un emotivo abrazo.

Aparte de su fuerza motriz en directo, ahí radica uno de sus puntos fuertes, puesto que escuchando a The Steepwater Band puedes presentir un largo etcétera de personalidades de la historia del rock, y en caso de que desconocieras la existencia de ese artista que alguien sugiere cuando habla sobre alguna de sus canciones, seguramente lo buscarás. Este disco no rehúye ninguna de esas simbólicas afinidades, siendo el cordial prólogo “Broken Spirit Blues” una de esas muestras que podría originar los recurrentes paralelismos a los que nos referimos al igual que “Shift”, la segunda en aparecer de la que Jeff Massey apuntara que “es un alegato para dejar tus preocupaciones, deshacerte de tus cargas y cambiar de marcha a tiempo en ese largo viaje que es la vida misma”. Aquí las guitarras del caballero y del siempre sonriente Eric Saylors persisten y se desmelenan en el ya consagrado diálogo a doce cuerdas que se ha convertido en seña de identidad desde que el segundo ingresara en la formación, aunque ni mucho menos es el único registro que les representa, por supuesto. Es simplemente una consecuencia de la cohesión lograda como cuarteto, ideal para desarrollar y articular los mecanismos esgrimidos en su proyecto. Un apunte más a sumar a su extenso manual de fundamentos que parten, como todo este entramado musical de nombre Rock y apellido Roll, de los diabólicos doce compases.

El lago Michigan tiene su importancia también en toda esta historia. El lago, sus orillas, los estados que baña, sus leyendas, los vientos que origina, la música que genera, los bautizos celebrados en sus aguas… y Vigo Street Studios, su refugio particular situado en Miller Beach, Indiana, donde, por cuestiones de protocolos, comienzan a grabar por separado a principios del año pasado este octavo disco que de alguna manera perpetúa la estela del que no pudo ser defendido en directo como habrían deseado. Todo era nuevo. Variaron sus hábitos de grabación, después de dos décadas y miles de kilómetros a cuestas, dejaron aparcada la furgoneta en algún solar y bajo la producción de Jim Winters, hermano del baterista Joe Winters, graban esta secuela rescatando la stoniana “Make It Right”, melodía que a pesar de estar incluida en el formato digital de “Turn Of The Wheel”, debieron desestimar para la edición de vinilo y reinterpretan, a modo de despedida y con envoltura acústica el aludido titular que, dicho sea de paso, es una excelente canción de cuna para despachar el día.

Y pese al hecho de catalogar el álbum como un complemento al anterior, un desenlace o una especie de cara B, el disco funciona perfectamente como enmienda, como novedad. En su interior hallamos un mayor número de colaboraciones del señor Chris Grove a los teclados, consolidando esa variante que les sienta como un guante amplificando su espectro musical, caso de la soulera “Found”, un ritmo trepidante que atrapa ofreciendo el testigo a “Trouble Can’t Last”, corriente que tercia entre la moderación de un ritmo sincrónico y ecos californianos que reflejan el intenso carácter y profundo sentimiento de la banda, mientras el adictivo funky dispuesto por las teclas, la jerárquica cadencia de Joe Bishop a las cuatro cuerdas, el resbaladizo slide y los diferentes efectos guitarreros en la pícara “Sharp Tongue” muestran su pluralidad. Su clarividencia. Y posteriormente, su imperturbable inclinación por las diáfanas hegemonías del oriundo de la otra orilla del lago Michigan, el viejo Young. Voces en la oscuridad, escapismo espiritual, urgencias interiores, nostalgias, “Don’t Cry No Tears”. Antes de llegar a la última estación, el trayecto se vuelve vertiginoso y serpenteante en “Flood Gates”, tornadizo relato donde las cuerdas vocales de Massey brillan y las guitarras gobiernan con firmeza e hilaridad una canción que se nos antoja apabullante en las distancias cortas, ya que todos los elementos tienen gran peso específico y están bien calibrados funcionando como una única entidad. Como en el resto de “Re-turn Of The Wheel”. Todo fabricado con el espíritu y la energía que requiere la actualidad. La rueda vuelve a girar.

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