Goodbye June: “See Where The Night Goes” | GR76


Cuando hablamos de los primos (carnales, nada que ver con el sentido despectivo del término) Landon Milbourn, Brandon Qualkenbush y Tyler Baker, retrocedemos unos cuantos años recordando el suministro de adrenalina proporcionado en sus conciertos por estas tierras allá por… Buff, mucho tiempo ha pasado desde entonces. Seguramente demasiado, pero su impactante recuerdo siempre eclipsará los cambios de calendario porque fue un chute de energía, una sensación de paz interior como hacía tiempo no experimentábamos y un instante que guardamos en el cajón de favoritos. Además, era compartido por muchos ojos, muchas mentes, muchos corazones y muchas gentes que tuvieron el privilegio de ver el desparpajo de cinco hambrientos chavales, tres de ellos los primos ya mencionados que tras los shows parlamentaban amigablemente con quienes se acercaban, les pedían una foto, un autógrafo en los puestos de merchan, compartían algún brindis, algún cigarrillo o chascarrillo. ¿Lo recuerdas? ¿Tuviste esa oportunidad? ¿Perteneces a ese grupo de personas afortunadas? Estamos en el mismo barco entonces. 

Y allí, en cada uno de los destinos que marcaba el itinerario de Goodbye June, el éxtasis envolvía el estupor. O tal vez era el estupor quien se extasiaba. Lo cierto es que un buen porcentaje de gente presagiaba un fértil futuro para la formación, y en cierta manera (pese a caprichos y circunstancias), las expectativas se van cumpliendo, puesto que los chicos han continuado subiendo peldaños hasta llegar a este “See Where The Night Goes” que ahonda en sus convicciones musicales y personales, las mismas que les involucraran en este proyecto fraternal. A diferencia de “Community Inn”, su antecesor, este disco es más fibroso, lo cual no debería significar que el anterior se desviara de la dirección de Goodbye June. Ni mucho menos. Aquel no tuvo la repercusión que habrían deseado, sin más. Este está más pulido quizás. Con matices, búsquedas o gestiones, el rock ‘n’ roll es el faro que guía sus pasos en ambos casos, teniendo siempre presente que las canciones pueden ser el cisma y son la cuestión. En “See Where The Night Goes” canciones hay.

Canciones como “Step Aside”, estupenda presentación dada su infalible astucia acoplando guitarras respingonas y sensuales, ondulantes compases entre épocas pretéritas y tendencias acostumbradas, más una elástica garganta que puede recordar a fulano o mengano, pero es propiedad de Landon, no le des más vueltas. Tan áspera como dúctil, excitante e intrépida. El complemento perfecto para que Brandon y Tyler ofrezcan su tácito trabajo instrumental que de alguna manera distingue su sociedad y el resto de un álbum que continúa con la canción que le cede el título, la jocosa “See Where The Night Goes” que acelera, de modo similar al single “Three Chords”, las pulsaciones debido a su solícita y beligerante frecuencia que sugiere a mirar a un lado u otro. Que sí, que las analogías o las tan ingratas conjeturas pueden salir a flote con demasiada facilidad, y de cuando en cuando hasta puede ser rentable su alusión para contextualizar el rumbo marcado o las trazas de según qué composición, pero uno es un tanto reacio a utilizar por norma esas tácticas, ya que hablamos de rock ‘n’ roll. Hablamos de un movimiento universal, una prodigiosa fuente de inspiración. Un abundante ecosistema de orígenes, campos o generaciones vinculadas y equidistantes entre sí como “Take A Ride” y “What I Need”. Dos caras de la moneda, los dos polos del planeta. Vigor y delirio por una parte, ternura, melancolía y emoción como segunda sazón.

El conocido ingeniero y productor Paul Moak, de amplio bagaje y sobresaliente currículum (John Paul White, Marc Broussard o The Blind Boys of Alabama entre otros), encaja perfectamente en este entramado de rastreos y acentos de los que se nutren los de Nashville, encarnando su cometido de técnico y consejero a partes iguales. Por algo recurrirían a él, y sin duda tendrá su importancia en el resultado final, aunque los primos llevaran tarea adelantada y las ideas bien formadas antes de entrar en el estudio de grabación. Esa labor en equipo se nota, por ejemplo, en las variadas disyuntivas que permite “Breathe And Attack” en función del número de audiciones, ya que es uno de esos arreglos que se deben rumiar con paciencia. Afirmaciones, negaciones, inquietud, carácter, euforia, dolor… Las guitarras insinúan, la atormentada frecuencia vocal muestra su genio y el resto de percepciones representan la singularidad del disco: shuffle vacilón, estimulante boogie, melódico hard rock y unos cuantos argumentos más, hasta revelaciones funkys (“Stand And Deliver”) o expeditivas reivindicaciones (“Nothing”) que determinan su competencia, coraje y aptitud. Así es y son Goodbye June. Un triángulo de soñadores cuyo elemento aglutinador es, aparte de su conocida y triste génesis, el expansivo rock ‘n’ roll que progresivamente van afianzando y desarrollando bajo diversos criterios. Sin embargo, siempre estará presente el romanticismo que en esta ocasión responde a “Everlasting Love”, las pícaras acciones como “Baby I’m Back” o el estremecimiento producido por canciones como “Black”, contundente epílogo de un elepé confeccionado con la sana intención de convertir los marasmos negativos en positivas voluntades. Una búsqueda, una esperanza, una certeza, “See Where The Night Goes”.

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