Sábado 23 de octubre de 2021 en Crazy Horse, Bilbao

Recordando épocas pasadas aunque recientes, un sábado de contrastes. Un clásico (se echaba en falta) sábado otoñal de agradable temperatura a media tarde y pasada la medianoche, tocaba abrigarse pues pronosticaban que el mercurio bajaría considerablemente. Bastante gente paseando por la calle debido a la meteorología, debido a los nuevos augurios y debido a las actuales circunstancias; ambiente festivo, actividades a tutiplén, y en nuestro caso, vuelta al redil. Vuelta, si bien durante estos diecinueve aciagos meses no habíamos dejado aparcada la asistencia a conciertos de rock. A cuentagotas y con las consabidas restricciones en cuanto a los movimientos, las medidas y el resto de acatos a seguir, pero al fin y al cabo, conciertos de rock’n’roll. Además, este retorno reunía varios alicientes que suscitaban nuestro interés. Primero y principal, The Cold Stares. Segundo, que la función tendría lugar en Crazy Horse, que pasaba por ser el último recinto que visitamos aquel infausto marzo del veinte veinte. En aquella ocasión, la sesión era matutina, y al igual que en esta reentré, el blues era el común denominador. Por lo tanto, los diabólicos doce compases, un gran manantial de quiebros, arrumacos, recuerdos y consuelos cuya virtud se encuentra en la ingente cantidad de naturalezas que puede abrazar, se apuntan como otro factor a tener en cuenta. Entre muchos de esos naturas, The Cold Stares, a quienes teníamos ganas desde hace años.

Y visto lo visto, sentido lo sentido y disfrutado lo disfrutado, podríamos considerar la contingencia como una experiencia muy positiva, ya que Chris Tapp (guitarrista y vocalista) y Brian Mullins (baterista) caldearon el garito de lo lindo ofreciendo un compacto, dinámico y corporativo set que teóricamente se centraría en “Heavy Shoes”, su disco reciente. Y hablamos de suposiciones, claro, porque salimos con la sensación de haber presenciado un show deferente con su discografía en cualquiera de sus formatos o condiciones, ya que dieron un somero repaso a sus elepés, epés y hasta una incursión en, tal y como la anunciara el guitarrista, el mundo de los videojuegos por medio de “Mojo Hand”, un trabajo encargado con esa finalidad. Arrancaron de manera aplastante con “Any Way The Wind Blows” (“Ways”, 2019) y se despidieron tras la obligada petición de la sudorosa audiencia con “Red Letter Blues” (“A Cold Wet Night And A Howling Wolf”, 2014). Entre ambas, se sucedieron píldoras de todo tipo como “Cannonball”, publicada en el EP “Resonator” (2015) que exigían la cooperación de un personal absorto en la indiscutible calidad de cada uno de ellos en/con sus respectivos instrumentos. El señor Mullins es un diestro pulpo que acaricia y aporrea frenéticamente los tambores y platillos, mientras su camarada, el señor Tapp, es un torbellino con las seis cuerdas que, parapetado en un impresionante rincón de amplis, resonancias, cachivaches, y efectos, instiga eficazmente con las vocales.

Siguiendo con la sinopsis sónica de su colección, entregaron una demoledora “Head Bent” perteneciente al larga duración de mismo título de 2017 que bien pudo haber originado la convulsión entre los presentes, sin embargo ocurriría en una vitoreada, cabezeada y zapateada “Two Keys And A Good Book” incluida en “Mountain” de 2018, si bien es cierto que la elegida en segunda posición de la velada, la propia “Heavy Shoes” ya se había encargado de encender los ánimos desde los prolegómenos de la actuación. Así transcurrió el show. Intenso. Activo. Con múltiples recursos y a base de fuertes ráfagas. Blues desde las entrañas, blues a piñón fijo sin extravagancias ni fundamentalismos, lo cual ni mucho menos significa que no fuera fructífero. Todo lo contrario. Dicen que los grandes perfumes se guardan en pequeños recipientes, y este tándem cuya génesis se halla en este crossroads, aunque algunos puristas pudieran no coincidir con nuestra visión, defiende el poder secreto del blues con extraordinarias canciones como la formidable “Jesus Brother James”, “Strange Light”, “Neighbor Blues” o ese as en la manga llamado “Hard Times” que viene a recordarnos que la peña está ansiosa (tanto los de arriba como los de abajo) por derribar los muros que han atrincherado el planeta. Podríamos asegurar que el 95% de la asistencia acabó entusiasmada y profundamente retribuida por un recital que, si tuviéramos que poner un pero, sería su corta duración. Insuficiente nos pareció. Provechosa también, lo cual alimenta la ilusión por estar de nuevo frente a The Cold Stares. Harías bien yendo. Harías bien acudiendo.