Excelente ambiente en la presentación de “2021”, el nuevo trabajo de James Room | GR76


Sábado 22 de mayo de 2021 en Yimby, Bilbao

La jornada comenzaba gris y lluviosa, pero a medida que transcurrían las horas el insistente sirimiri remitía. El cielo encapotado cedía en su postura y concedía la tregua necesaria como para asistir al concierto de James Room en Yimby Bilbao desprovistos de paraguas o prendas de agua que incomodasen, puesto que es un engorro acarrear con toda la parafernalia y no es cuestión de dejar rodeado tu contorno con cachivaches. Ya sabemos que hoy en día debemos respetar los asientos asignados o elegidos de principio a fin en estas reuniones. Puntuales estábamos frente a la puerta, pues con días de antelación habían agotado las entradas y era preferible evitar el tumulto. Vale, sí, de paso procurábamos agenciarnos localidades próximas en un recinto ya conocido por otra serie de actividades. En esta ocasión sería la primera vez que presenciaríamos un concierto de rock and roll. Sí, acústico y cuasi sinfónico, pero al fin y al cabo un concierto de rock and roll.

La presencia de un cuarteto de cuerda transformaba en cierta manera la fisonomía del cancionero de James Room, si bien es cierto que la naturaleza creativa del caballero hace que sus funciones o apariciones guarden en su interior alguna incógnita. Tampoco era la primera vez que le veíamos bajo formato acústico y tiene suficientes canciones que brillan con luz propia bajo esa apariencia, sin embargo, como ya dijimos en la previa, y él mismo lo hiciera en la introducción, se podía considerar la actuación como una primera vez. Estaban nerviosos, porque después de muchos meses de claustro volvían a capilla. Estaban nerviosos, porque por primera vez interpretarían frente al público las canciones que compondrán su nuevo EP. Estaban nerviosos, porque entre la asistencia se encontraba mucha gente cercana, y porque la comitiva sería novedosa. Además, aparte de la colaboración especial de un cuarteto de cuerda, en dueto se presentaban James Room y su compañero de fatigas Gabo ‘Brown’ León, algo que no sabemos si habrá ocurrido anteriormente, pero para nosotros representaba la primera vez. Insistimos con la primera vez.

Desde hace catorce meses estamos rodeados de primeras veces, vivimos situaciones que nunca habríamos imaginado, y sentimos, incluso padecemos desdichas que nos gustaría no haber experimentado ni tan siquiera una primera vez. Ha sido una maldita odisea, una primera vez con múltiples combinaciones, bastantes angustias y abundantes damnificados como este santo oficio de errantes juglares más antiguo que los ríos, un oficio vilipendiado (sí, desgraciadamente muchos más han pasado por un mismo trance) en esta fatalidad que se ha llevado por delante demasiados sueños y ha traído consigo excesivas barbaries. Tranquilidad, no vamos a dar más cancha al dichoso diecinueve, que por otra parte pretende ser el rey de la fiesta cuando nadie le había invitado.

En su defecto, hablaremos de empeño. Hablaremos de gente que no da ni dará su brazo a torcer. Hablaremos de un individuo de cobriza melena que, a falta de furgonetas, funciones y audiciones, ha empleado estos meses para componer y grabar nuevos singles, algunos de ellos con la producción del emblemático Iñaki ‘Uoho’ Antón (Platero y Tú, Extremoduro…) que ha ido entregando puntualmente, caso de la versión de “Chocolate Jesus” de su querido Tom Waits (aprecio compartido) que por supuesto sonó el sábado o la no menos excepcional adaptación de “El Extranjero” de Bunbury en colaboración con los compañeros de sección de Gabo ‘Brown’ León en la BOS (Orquesta Sinfónica de Bilbao) María Díaz-Caneja (violín), Samuel García García (violín), Leire Moreno (viola) y Diego Val Simón (cello). Los arreglos de cuerda confieren un fantástico cariz a una canción que remueve (o debería remover) conciencias y lamentablemente sigue de plena actualidad, siendo de alguna manera un perfecto eslabón para ir encadenando las canciones del EP “2021” que hablan de recuerdos y encuentros, botarates y tempestades y trincheras o cobijos que fueron glosadas en el orden en las que aparecerán próximamente. Canciones como…

No. Lo sentimos, pero no. Es un trabajo que le compete a James y su equipo, son sus canciones, sus sensaciones, sus análisis, y es un trabajo que deberá usted descubrir. Un trabajo que por lo visto, escuchado, disfrutado y fuertemente ovacionado en un espacio bucólico como el Yimby Bilbao, será un reflexivo recorrido por este lapso de tiempo, un breviario de disyuntivas y cuestiones, un viaje introspectivo a los recodos del ser combinado, eso sí, con melodías que brotan de las raíces, ya sean del sur, oriente, poniente o norte, aunque la aproximación más recurrente y recurrida cuando sale a la palestra James Room sea el rock americano en su máxima expresión. Doce compases, tres acordes y una cascada de sentimientos que para los mundanos podría parecer sencillo, pero no. Nada más lejos de la realidad. Esta gente tiene blues en las venas, un profundo poso soul que garantiza la fuerte turbación del personal y el carácter apropiado para que sus anuencias consigan la aquiescencia de adultos, infantes, iniciados o formados.

Evidentemente, las canciones presentadas eran acústicas y distarán mucho del tratamiento dado en el EP, pero tienen la intransferible rúbrica de este bilbaíno de impresionantes cuerdas vocales como dejara demostrado en “Morning Train”, una de esas canciones que llega al corazón en cualquiera de sus variaciones, en la impresionante “Deception” que inauguraba su trayectoria con Weird Antiqua después de la aventura madrileña con su camarada Pere Mallén, o en la improvisada y enfática despedida “Bulletman Blues”, pieza que compartiera con éste último en aquella etapa y recientemente grabara con sus compañeros eliminando el blues del titular. Bueno, igual estamos equivocados, que bien podría ser, pero así es como la conocimos y como ahora la conocemos. En este final el amigo sacó a relucir su impresionante chorro de voz pidiendo al respetable la réplica a sus continuos alaridos, pero era imposible llegar a unas cotas que están al alcance de pocos, y James Room es uno de esos pocos privilegiados. Aplausos, cortesías, felicitaciones, agradecimientos y más aplausos. No era momento adecuado para buscar ángulos o tratar de inmortalizar movimientos, pues para ese cometido estaban los profesionales encargados de grabar una sesión que será debidamente ofrecida por streaming gracias a Fair Saturday. Era momento para asimilar las nuevas canciones que más pronto que tarde estarán a disposición en las plataformas habituales y en los comercios del ramo. Era momento para comprobar su enorme potencial. Era otra primera vez, otra provechosa (muy provechosa) primera sesión frente a James Room.            

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