
Tras su prometedora opera prima dos años atrás, la publicación de una segunda entrega se presentía cuanto menos interesante. Había ganas de hincarle el diente a un nuevo disco de los británicos Psychlona, pero… ¿Continuarían con las buenas maneras apuntadas en “Mojo Rising”? ¿Corroborarían en un segundo lance las expectativas creadas? ¿Sorprenderían de nuevo a los ya duchos y atraerían a nuevos fieles? ¿Asumirían los riesgos necesarios como para superar el interés obtenido en su estreno…? ¿Asumiremos nosotros mismos esos riesgos que frívolamente requerimos a los artistas? Escucha “Venus Skytrip”, esa esperada reválida que reproducimos en bucle desde hace unos días en casa, y podrás comprobar cómo todas esos debates se diluyen cual azucarillo, ya que las posibles incógnitas quedan despejadas de un plumazo demostrando haber realizado un digno ejemplar de todas esas corrientes que confluyen en el ecuménico y denso rock.
En caso de que desconocieras la existencia de la banda, procuraremos con este escrito revertir la situación, y en caso opuesto, o sea, si perteneces al grupo (cada día más extenso) de seguidores de los chicos, pocos mítines originales podríamos aportar sobre una comunidad psicotrópica de sonidos doom y ecos fuzz, ambientes lisérgicos, viajes astrales, hipnóticas esferas y toda la retahíla de analogías atribuibles al orgánico rock que planea desiertos y bravos litorales desde USA a los fiordos suecos, surca océanos y atraviesa las antípodas, el Reino Unido o la península ibérica.
Indudablemente, los amantes de todas estas corrientes tenemos en mente infinidad de formaciones que, si bien todas ellas tienen un nexo común, nombramos con demasiada arbitrariedad, algo que sucede en cualquier otra parcela del vasto universo del rock and roll. Algo que a uno no le termina de convencer, pues considera que los primeros interesados en mostrar su facultad al margen de referencias o semejanzas son ellos mismos. Además, las correlaciones (en general) no pasan por ser nuestra principal virtud, así que tendremos que obviar a unos y otros para hablar de estos cuatro hombretones con ansia por enchufar los amplis y dinamitar todas aquellas plazas que se sitúen en el camino.
Difícil está, dada la actualidad, pero “Venus Skytrip” es un álbum pensado para el directo. Es un álbum con la chispa suficiente como para encender la llama, un álbum que reúne momentos de clímax ya sea bajo tenues luces, crecientes albores o tornasolados ocasos. Buena prueba de ello es la entrada “Blast Off”, una canción que deslumbra por el arsenal de recursos utilizados en siete minutos y medio, funcionando como válido sumario de todo lo que a continuación va a suceder. Moverás la cabeza, la mente se trasladará. Menearás el cráneo hacia arriba y hacia abajo, a golpe de latido, a golpe de riñón. De diestra a siniestra, con la potencia de “10.000 Volts”. Eso proponen, entre cuerdas saturadas, ritmos candentes y ecualizadas frecuencias en su segundo round, un arreglo que te dejará sin aliento en sus ocho minutos de duración. Ni un segundo más ni un segundo menos, ocho minutos de frenesí corpóreo que entrega el testigo a “Blow”, la cerrada bruma de los manglares, el imán de unas figuradas siluetas que conducen al inexorable vaivén espiritual.
Vendrán tiempos mejores, no hay que perder la esperanza. Llegarán días de reuniones, fragores y sudores, no vayamos a tirar la toalla. Regresaremos a los escenarios, ya sean a cielo abierto o techados, y en algún momento tendremos la oportunidad de vibrar en vivo con “Star”, que junto a “Edge Of The Universe” son sus arreglos más concisos, si podemos catalogar como tal dos canciones con los suficientes arrestos como para desfallecer en alguno de sus múltiples ajustes, como el sinuoso slide de la segunda, los llamativos cencerros de la primera, las coléricas indicaciones de la segunda, el dominante bajo de la primera, la concordancia instrumental de las dos, su armónica corpulencia… El desarrollo del elepé deja de manifiesto la buena sintonía de Phil Hey (vocalista y guitarrista), Dave Wainfor (guitarrista y corista) Martyn Birchall (bajista) y Scott Franklin (baterista) como conjunto, sumando todos en bien de una sociedad que engatusa en “Resin” con los fluidos y pigmentos vinculados al terreno estilístico donde se mueven, el tan ponderado, obstinado y espacioso stoner rock para algunos, para otros psychedelic rock o desert rock en cualquiera de sus expresiones. Hasta en estas cuestiones hay pareceres para todos los gustos. Algo que, por otra parte, no seremos quienes lo discutamos, pues la diferencia de criterios estimula y en cierta manera provoca la audición del título o autor comentado, y Psychlona es un cuarteto que debe ser atendido, lo creamos nosotros, lo defiendan en populares publicaciones, en círculos reducidos o en “Tijuana”, otro paradigma de sofocante cadencia que nos introduce en un incontrolable e imaginario pogo previo al éxtasis final “The Owl”. Otro inconsciente éxodo, otro dechado de contundencia y profunda gravedad que obliga al desafío psicológico con fantasmas personales o contratiempos trascendentales. Conjeturas, razones y pensamientos: “Venus Skytrip”.