Will Hoge: “Tiny Little Movies” | GR76


Hace un par de años pudimos cumplir uno de esos retos, empeños o sueños que te marcas cuando escuchas por primera vez una canción que, independientemente de su cadencia, dureza o delicadeza, te llega al corazón. “Hey Mr. President (Anyone But You)” se llama la canción, aunque el EP en el que figura también nos sedujera tanto como para bucear en su obra, sus letras y sus maneras hasta que un día la fortuna nos sonrió. Ese día… Ese codiciado día quedamos retribuidos e indemnizados. Ese día alcanzamos el lucero, pues nos resarcimos del infortunio sucedido el año anterior cuando un fulminante diluvio impidió su actuación en el Huercasa Country Festival. El rebote fue mayúsculo, pero el destino fue benevolente y al fin tuvimos a Will Hoge enfrente. Catamos su talante y pundonor, comprobamos su elegancia, su simpatía, y a partir de ese instante nuestro ánimo se centraba, cómo no, en nuevos capítulos en la vida y obra del caballero, algo que sucedería ese mismo año con el estupendo elepé “My American Dream” (2018) y este veinte veinte, nuevo ejemplar sonando en casa a todo volumen: “Tiny Little Movies”.

Bueno, todo cuanto nos permite la convivencia, pues contamos vecinos a babor, estribor, popa y proa, y no es cuestión de ganarse enemistades entre el vecindario, aunque bien mirado, la música de Will Hoge apacigua al más fiero. La música de Will Hoge está fabricada para ser disfrutada a partes iguales con el corazón y la cabeza, pues guarda en su interior inconfundibles manuales de búsqueda, lucha, libertad, amor y esperanza. La música de Will Hoge es delicada e intensa, concisa y extensa. La música de Will Hoge sigue los preceptos de contemporáneos compositores del panorama americano y se nutre de veneradas estrellas del firmamento mundial, si bien en sus manuscritos queda patente su progenie. Como tantos otros, procede de Nashville, un lugar que no sabemos si tiene un microclima propio, un ecosistema exclusivo o alguna otra particularidad que se nos escapa, porque allí el aire que se respira es diferente. En Nashville la música brota de cualquier rincón y de allí surgen bandas y gente como Will Hoge.

Podríamos citar algunos de esos representantes, pero seguramente nos dejaríamos en el tintero muchos más, ya que el número es considerable y con toda probabilidad tú conozcas más de uno que nosotros ignoremos. Desde centenarios bluesmen hasta noveles bandas underground, la escena de Nashville es demasiado variada y profunda como para poder abarcar un veinte por ciento de su volumen, y como decía aquel, hemos venido a hablar de Will Hoge, un hombre que debió bregar duro en sus comienzos y que, a golpe de riñón, ha logrado una buena reputación así como un sello personal, lo cual no va en su detrimento ni mucho menos. Todo lo contrario. Su mérito radica en su vitalidad y su prestigio viene avalado por una competente antología de acuerdos y reclamos que sin excesivos rubores podríamos enmarcar en la ampulosa ruta americana y el amplio rango de variaciones que pueden proporcionar las vías secundarias, las masivas autovías o los moteles de carretera como queda reflejado en “Midway Motel”, melódica introducción donde la marchitada voz de Hoge desempeña la función de dirección sobre consideradas guitarras en el infinito horizonte de cereales cuando de repente… Aparece un escalofrío.

Aparece el sentimiento en forma de armónica, y la conjunción de elementos certifica la naturaleza de un autor que a renglón seguido se muestra desorientado (“The Overthrow”), entre alaridos y distorsiones, con el rumbo del mundo, mientras en “Maybe This Is OK” el análisis recae en el hombre. En su sensibilidad, en sus paradojas o su vulnerabilidad. Tal vez sea una confesión en primera persona, o tal vez sea una visión nuestra, pero lo cierto es que su discurso sigue empleando potencia en los intervalos conmovedores y exigencia en momentos como “That’s How You Lose Her”, eje no solo del disco, sino del proceder del señor Hoge, ya que en sus entrañas podemos adivinar la consonancia de Nueva Jersey, Tulsa, Nashville, Londres o Gainesville, y mediante sus estrofas, la densidad de pensamientos y sentimientos que aclarados habían quedado con “Even The River Runs Out Of This Town” o “My Worst”. Voces angelicales, audaces diálogos de guitarras, envolventes arreglos de teclados que en cierta manera inmortalizan épocas pretéritas, la nostalgia y la libertad. El abrigo de la compañía, el cobijo de la soledad. Pasión por las guitarras decididas, pasión por el desenfreno y los mensajes incisivos de “Con Man Blues”, pasión el rocknroll.  Consideración con los arrumacos de “Is This All That You Wanted Me For?” y cuidado con la emotiva pastoral “The Likes Of You” antes del lacónico «The Curse» y de la romántica ofrenda «All The Pretty Horses», deferente y diferente despedida a galope de cordiales violines y alados corceles. El calmado final de un disco lleno de movimientos, rebosante en imágenes. La inspiración de Will Hoge.

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