No podríamos asegurar con certeza qué artista guarda en su obra un mayor número de ofrendas a La Gran Manzana, pero sin duda el señor Robert Noonan figura en el top diez, cinco tal vez o hasta podría alzarse con la primera posición. Sin ir más lejos, para celebrar su cuadrogésimo aniversario en este complejo mundillo discográfico, publica “New York At Night”, nuevo disco con la ciudad de los rascacielos (una de ellas, porque originalmente esa distinción se le atribuye a Chicago) como referencia. Cuarenta años bregando y tragando saliva, que se dice pronto. Cuarenta años escribiendo, pintando, rockeando, amando y haciendo partícipes de ese amor a todas las personas que escucharan alguna de sus canciones. ¿Recuerdas esa primera vez? ¿Recuerdas la sensación? Ya fuera por casualidad, por algún consejo recibido, por acertar acudiendo a alguno de sus recitales, o por cualquier otro motivo, fuera hace un año o veinte, seguramente esa primera vez se haya multiplicado en el tiempo y en estos momentos Willie Nile se encuentre en un lugar importante de tu discografía o tus preferencias, porque este pequeño gran hombre ostenta orgulloso uno de los títulos más preciados: Nobleza.
No hace falta pertenecer a la aristocracia para comportarse como un caballero, y el señor Nile es ejemplo de ello aunque se codee y guarde buena amistad con distinguidos como Springsteen, Dylan, la señora Williams, el desaparecido Reed y un largo etcétera. Y de esa cualidad te das cuenta cuando descubres la paz que transmite su semblante, conoces detalles de su vida o escuchas las primeras notas de cualquiera de sus odas, porque en el interior de cada una de ellas, ya sean pausadas o dinámicas aprecias su extraordinaria capacidad de abstracción o su inequívoca rúbrica, lo cual no es ningún agravio, sino todo lo contrario. Es una gran virtud. Gran parte de los músicos y bandas luchan por lograr ese sello identificativo, y por muchos riesgos que tomes, siempre debería prevalecer tu firma sobre cualquier otra opción. Cienes y cienes de bandas han intentado experimentar nuevas fórmulas y se han dado con un canto en los dientes, o al menos cierta indiferencia han obtenido cuando su intención era otra, así que nunca está de más concentrar las energías en aquello que domines, algo que desgraciadamente sucedió a nuestro protagonista en sus inicios, ya fuera por incomprensión, ya fuera por sensación particular de agobio o por lo que fuera. La cuestión es que una serie de carambolas brindaron (si bien no abandonó la escritura) al cabo de los años la oportunidad de una nueva grabación a Willie Nile y…
Hasta hoy, que debía conmemorar su vitalidad encima de los escenarios, pero no va a ser posible… de momento. Llegará el día y llegará la hora de estar frente a este veterano rapsoda y disfrutar los ecos de las calles neoyorkinas por medio del inconfundible boogie “New York Is Rockin’”, el romanticismo de la propia “New York At Night” o «Downtown Girl» una ruta turística nocturna visitando emblemáticos rincones como Carnegie Hall, Broadway, Wall Street, CBGB’S, Times Square, West Side… Por méritos propios se ha convertido en un acreditado cronista de la ciudad que nunca duerme, y sus poemas son pequeños cumplidos a sus gentes, sus barrios y leyendas de una metrópoli que le acogió en su seno cuando se trasladara con veinticuatro años desde su Buffalo natal. De alguna manera esta es su retribución y su agradecimiento con líricas que transportan y pegadizas melodías que ponen en guardia al más moderado, porque los bailes, ya sean acurrucados o liberados están asegurados con “The Backstreet Slide”, donde el susodicho tiene un importante peso específico en este shuffle adictivo o en “Doors Of Paradise”, delicado nirvana proclive a las reflexiones e introspectivos encuentros que abre las puertas a otra muestra de fuego interior como “Lost And Lonely World”, característica plegaria del señor secundada por angelicales voces que robustecen y entregan un entreacto ceremonial.
En este trabajo, cuyo campamento base fue el mismo utilizado en ocasiones precedentes, o sea, los estudios Hobo Sound de New Jersey, esa labor coral correspondió a Tawatha Agee, Vaneese Thomas, James Maddock y Frankie Lee junto a habituales como Johnny Pisano (bajista), Jon Weber (baterista), Matt Hogan y Jimi K. Bones (guitarristas), más la colaboración de Stuart Smith (guitarrista), Brian Mitchell (pianista), la coproducción de un viejo amigo como Stewart Lerman y como le gusta, sin ataduras, restricciones o prisas. Con libertad, de forma independiente. Esa autonomía le permite escribir historias como “The Fool Who Drank The Ocean” o “The Last Time We Made Love”, otra carismática carta de amor armonizada con los latidos del sentimental piano. ¡Uf…! Un escalofrío. Un emotivo fragmento que deseosos estamos poder vivir y poder experimentar de nuevo, porque este hombre se transforma cuando se cuelga la guitarra, con ternura sopla la armónica o se sienta frente al piano adoctrinando. Conoce el significado de compromiso (“Run Free”), domina la ironía («Surrender The Moon»), transmite pasión (“Under This Roof”) y en todo momento muestra, aparte de New York, su verdadera fuente de inspiración (“A Little Bit Of Love”). El amor es la fuerza motriz que mueve el mundo, un sentimiento universal como el lenguaje del rock’n’roll, un bien preciado que una minoría se obceca en destruir, pero con obstinados románticos como Willie Nile va a ser que no. Prueba con “New York At Night” y lo entenderás.