La vida antes y después de Dan Baird & Homemade Sin | GR76


Martes 5 de noviembre de 2019 en Kutxa Beltza de Kafe Antzokia, Bilbao

Está visto que en si no te unes al rebaño puedes ser rechazado. No problem, los clubs sociales nunca han sido nuestra debilidad. Está visto que si no intentas impresionar con una rica variedad lingüística, utilizas el maridaje, el arco iris, la montaña rusa y de cuando en cuando no lanzas algún gracioso improperio, puedes ser tildado de bicho raro. Si no analizas con cierta displicencia las vestimentas de los oficiantes y la concurrencia que cruelmente separas en sectas, aspectos y sexo, si no demuestras tu conocimiento musical soltando el recurrente (y trillado) listado de bandas para definir una de ellas, vas por mal camino, chaval. Si evitas estrados y estrategias, si no documentas los escritos con jocosos autorretratos o mercadeas frívolamente por todos los rincones de este mundo digital y si no ríes las gracias de algunos licenciados que creen tener licencia para banalizar el trabajo de insensatos repartidos por un número indeterminado de blogs y publicaciones amateurs, eres un mindundis. Por cierto, hubo una época en la que surgieron bandas como The Georgia Satellites o Drivin N Cryin y fanzines o radios libres se reproducían como setas; eso parecía un maná. Eso era una revolución cultural. La peña compartiendo inquietudes en asambleas, colaborando y comunicando con cierta autonomía, divulgando en libertad y ahora… Ahora es diferente. Ahora es tiempo para mi mundo y yo. Ahora es tiempo para la arrogancia y para dejar meridianamente clarito que yo soy más distinguido que tú porque yo he estado en… y tú no has salido de tu barrio. Dicho de otra manera, he hablado con fulano, he cenado con mengano, con zutano tengo varias fotos, soy la auténtica starlette y esos de ahí… bueno, pueden molar, pero yo soy cool. ¿Y esta arenga…? Todo tiene una explicación. Se debe a la lluvia y se debe al señor Dan Baird. Ambos necesarios, ambos siempre esperados y ambos de ingente componente seductor. La lluvia es una formidable compañera para la reflexión y Dan Baird es la armonía personificada, un ciclón. La lluvia, nostálgica, romántica o endiablada como el señor Dan Baird, un tío genuino y encantador diablillo. La lluvia, las lágrimas, y el señor Dan Baird la pasión.

Con la guardia bajada nos pilló cuando anunciara que, salvo las actuaciones programadas, abandonaría los escenarios around the world. Seguirá componiendo canciones, seguirá trasteando en el trastero y seguirá viajando con su guitarra, pero eso sí, a pocos kilómetros de su hogar. Se ha ganado ese derecho, y desde hace mucho tiempo se ganó nuestro respeto. ¿Cuántas canciones tendrá registradas bajo cualquiera de sus filiaciones? ¿Cuántas de esas canciones hablan de situaciones que nos resultan familiares? ¿Cuántas canciones han tocado nuestro corazón? ¿Cuántas han servido para superar momentos de crisis? Y fortalecido, ¿cuántas nos han fortalecido? Muchas, son muchas, demasiadas para enumerar una tras otra y menos para satisfacer las peticiones del personal en apenas dos horas o en la escasa hora y media que pudimos disfrutar. Necesitaríamos días o semanas para explicar el alcance de sus historias en nuestra canción común, y eso es precisamente lo que este buen hombre intenta detener, interrumpir, acotar… En definitiva, quiere acostarse todos los días en la misma cama, pasear y jugar con su perro, ver los minutos pasar junto a su pareja, leer u holgazanear (bueno, esto último va a ser que no), componer sin necesidad de premuras ni obligaciones y vivir, aunque como bien nos confesara, mañana será el futuro, y el futuro de mañana, pasado mañana… Confieso que estos últimos días los hemos pasado en compañía de sus elepés, escuchando sus canciones, recordando sus aventuras, inmortalizando sus odiseas, retomando añoranzas  y llorando por “Another Chance” con Dan Baird. Podría haber sido bonito, y de hecho nuestro ánimo albergaba la posibilidad de coger la maleta, colocarnos las alas y presentarnos en Barna, pero al final no podrá ser. Dejaremos que los amigos catalanes se encarguen de despedirle como merece y dejaremos que la alegría sea la tónica en esa especial despedida, nunca final. Los finales son amargos, los finales son tristes y los finales suelen ser recibidos con una “Crooked Smile”, si bien el momento de la nostálgica, paralizante, afligida, evolucionada, ecuménica, sentida y aplaudida canción fue una gratificante sensación. Siempre tiene algo nuevo por ofrecer, y el martes pasado el clásico diálogo entre cuerdas seguramente arrancara la furia del mismísimo Thor en el exterior debido a los movimientos siderales sobre mástiles aturdidos, coros instintivos y hechuras distintivas del viejo Young. Asimilado teníamos que sería un acto de cortesía y agradecimiento por parte de la audiencia, así que lo menos importante era el guion que por cierto, nunca llevan. Depende del día, depende de la duración. Pende de un hilo, y dos días seguidos con el mismo setlist en la vida y obra del caballero de picarona sonrisa no se contemplan, aunque eso no sea óbice para que ese concierto se convierta en una en una colección de estrofas, mensajes, sonrisas y canciones que más tarde archives en el subconsciente.

Será difícil olvidar el martes 5 de noviembre de 2019, un día idóneo para celebrar que casi siete años atrás estuvieron en el mismo lugar pero en diferente escenario. Un día de colegio perfecto para interpretar en un entregado Antxiki “Two For Tuesday” enlazado con el celebrado “Sweet Jane” alcanzando el delirio general, y una noche apropiada para repasar su trayectoria deteniendo el tiempo con “Woke Up Jake”, “Six Years Gone “, “Up In Your Kitchen”, “The Myth Of Love”, “Julie & Lucky”, “I Love You Period”, “Sheila” o “Movin’ Right Along” junto a sus compinches Warner E. Hodges, Mauro Magellan y Sean Savacool y dedicar “Keep Your Hands To Yourself” a cuantos se acerquen a su ritual dispuestos a ensalzar cualquiera de las múltiples virtudes del rock’n’roll deseando “Something Better” para la humanidad. Hay muchos artistas que nos hacen felices, abundantes bandas que hemos podido disfrutar en directo y bastantes músicos a quienes respetamos profundamente. En ese selecto grupo, gente que brilla con la luz perpetua de una “Younger Face” (aunque no la interpretaran venía al pelo), gente fiel a sus principios y tíos que no doblan fácilmente las rodillas ante los inconvenientes. Tíos comprometidos con su cometido, sinceros, rebeldes y fraternales que plantan cara al último suspiro (“Going Down The Road Feeling Bad”), pues mejores tiempos están por llegar (“Damn Thing To Be Done”). Necesitamos tíos como Dan Baird.

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