Viernes 13 de septiembre de 2019 en Kafe Antzokia, Bilbao

La presentación de “Drive Home”, segundo disco del bilbaíno Pablo Aman y sus compadres The Wayward Sons en Kafe Antzokia era una convocatoria suficientemente llamativa como para acudir, y si a la ecuación añades la presencia de Julián Maeso, la consecuencia no puede ser otra que pillar los tickets con antelación, no fuera que se acabaran, y el día de autos dirigir los pasos al antiguo teatro de Abando dispuestos a bailar, cantar y disfrutar con las canciones de ambas formaciones. Teníamos entendido que, al igual que sucediera años antes con la banda getxotarra Still River, el toledano sería el encargado de abrir la velada cediendo de alguna manera el papel principal a quienes exponían por primera vez en público su última obra. Barruntábamos sobre la posibilidad de que la asistencia fuera sustancial… Desafortunadamente erramos, y no acertamos con las previsiones. Craso error. Una pena. Un chasco. Una lástima, sobre todo para todos aquellos que desestimaron la posibilidad, porque desperdiciaron la gran oportunidad de presenciar algo único y aventuraríamos en asegurar que exclusivo. Veamos: la fecha de estreno del segundo disco de Aman & The Wayward Sons por sí sola podría otorgarle esa facultad, y ser testigo del atrevimiento del toledano con las baquetas… Bueno, este último punto lo supimos posteriormente, cuando horas antes del concierto una confidencia llegara a nuestros oídos y más tarde, al ingresar en un aséptico recinto pudimos comprobar cómo en el centro del escenario había una batería anexa a un set de teclados. Las dudas, las preguntas y las extrañezas se disiparon cuando aparecen en el escenario Amable Rodríguez con su guitarra, Alfonso Ferrer bajo en brazo y en la posición central se sienta, esta vez entre platos y timbales, Julián Maeso. Asombrosa versión. Impecable actuación aun con el agravante de un sonido confuso en ocasiones, un tanto saturado y desequilibrado. La única mácula de una sesión y una sala que nos tiene bien acostumbrados en cuanto a iluminación y sonido. Era viernes trece. Una noche misteriosa, de radiante luna, ecos insólitos y calles desnudas.

Una vez terminado el espectáculo, tras la emoción sentida en una extraordinaria, enérgica y colaborativa despedida de un categórico himno como “Running Down A Dream” a cargo de Amann & The Wayward Sons más Julián Maeso y tras intercambiar saludos, abrazos y palabras con un buen número de amigos pudimos comprobar que, como hemos apuntado, era una noche extraña. Que los locales adyacentes estaban cerrados y que con los dedos de una mano podíamos contar la gente que rondaba el lugar. Minutos antes habíamos soñado con Tom Petty mientras las siluetas del presente perfilaban figuras del pasado, mientras delirábamos, soñábamos y a diestro y siniestro percibíamos felicidad. Contrastes de una noche de rock’n’roll, que al fin y al cabo son las constantes sensaciones que se condensan en estos lugares a los que acudes para vaciar la psiquis de la agobiante rutina y sentir la momentánea libertad. Todos esos aportes y estímulos los encontramos habitualmente en el rock’n’roll y en los conciertos, ya sea en grandes o pequeños formatos, ya sean artistas con un camino recorrido u otros por recorrer, eléctricos o desenchufados, ya sea en recintos acostumbrados o en santuarios por descubrir. Amann & The Wayward Sons consiguieron, tras un inicio un tanto trabado, sobreponerse e ir evolucionando a medida que avanzaba la actuación terminando con el público enloquecido entre un mar de aplausos con el obsequio de la mencionada adaptación de Petty. Fue un epílogo maravilloso para una función que adoleció de una serie de elementos ya expuestos, pero que en su totalidad podríamos valorar como óptima, porque el combo bilbaíno-malagueño enseñó músculo manteniendo en todo momento las formas y mostrando con orgullo canciones como la crepuscular y quizás más representante de su debut “Flying”, un sorprendente y diferente “Interstellar Trip” que elevó las pulsaciones del personal con la armonía de un cello cuasi celestial, y evidentemente descubrió las que componen este nuevo trabajo con notables muestras de aprobación entre los presentes como la titular “Drive Home”, “Heroes” o “Free Soul”. Sonaron espaciosos, delicados, sureños, souleros y funkeros y entre todos consiguieron la atmósfera idónea para dilatar el tiempo entre “Gone With The Wind” y “Train To Mars”, donde apareciera en el tramo final en los coros La Negra Mayté. Minutos más tarde lo haría Julián Maeso y la audiencia entra en una especie de enajenación conjunta en “Ice Breaking Conversation”, mientras la traca final en la que inmortalizaron al rubio es un agujero negro del que es muy complicado salir. Henrik Larsson cede su Hammond (debido a otros proyectos deja la nave) al manchego y el suelo retumbó. Brincamos, soñamos, disfrutamos, suspiramos, coreamos y nos alistamos en la patrulla de The Wayward Sons.

¡Con las prisas se nos olvidaba hablar del señor Maeso…! Va a ser que no. Nunca desestimes al caballero. No intentes esquivar a Julián, porque siempre, por muchas veces que hayas tenido la oportunidad de sentir su elegancia en directo, te sorprenderá. Esa extraña noche de viernestrece no iba a ser menos, y acabó por paralizarnos no solo por astillar las baquetas, por su apetito y su tenacidad, sino por una extraordinaria capacidad de metamorfosis con la que enmudeció a los seguidores ofreciendo un perfil diferente a lo que hasta ese día teníamos presenciado. Emociones, sensaciones, estremecimientos, redundamos en las buenas sensaciones que por cierto, este tío nos ha proporcionado en cualquiera de sus cometidos a lo largo de su polivalente carrera, ya fuera al servicio de otros o defendiendo su propio material. Simplemente fascinante, asombroso, apasionante, una caterva de sobresaltos, una sucesión de elogios y aplausos y un viaje astral en toda regla. Un viaje polifónico entre los suburbios de La Gran Manzana o los ecosistemas del África central, la bahía de San Francisco o los distritos de Berlín que aun siendo conocido volvió a estremecer. En estos momentos se halla en pleno proceso de preparación del próximo álbum, así que deberemos esperar para conocer las nuevas composiciones, aunque alguna pista sobre ese posible tratamiento podemos aventurar, pues “Kumasi Roads” ya ha sido publicada de forma oficiosa y de muchos es conocida aquella cooperación con niños africanos. Insaciable, magnético y bohemio. Meticuloso, independiente y cordial. Así es Julián, o al menos así es para nosotros un tipo que, escoltado magistralmente por las perspicaces cuerdas de Amable Rodríguez y los vertiginosos ritmos de Alfonso Ferrer, sometió al público con la rotundidad de “Before They Leave”, las sacudidas de “Little By Little” o “The Road Less Travelled”, una de esas primordiales canciones que aun siendo interpretada por un sexteto de cencerros acabaría erizando el vello. ¿Qué te vamos a decir a estas alturas, Julián? Es un placer escuchar tu música. Es un absoluto placer soñar con tu música. Resulta sencillo amar tu música, y es obligado compartir tu música. Tu música es fortalecedora, enigmática y determinante. Tu música es lucha y es paz.
