Si a día de hoy buscamos hechuras musicales de similares características, fácilmente encontremos una extensa variedad de nombres o bandas fieles a los tratados de Osbourne, Staley, Cantrell o García. Unos de aquí, otras de allí, unos con una carrera formada y otras por forjar. Pues bien, hoy nos centraremos en una de esas formaciones aspirantes y realizaremos una pequeña radiografía de su segunda tesis publicada sobre los espacios, las fábulas y los sentidos acompañados eso sí, de gruesas guitarras, bases incisivas y métricas decididas. Si bien en la ópera prima de Wet Cactus su finalidad estilística era perceptible de principio a fin, una segunda parada técnica en el estudio se antojaba cuasi perentoria para confirmar impresiones y continuar por la senda de los espacios abiertos, los progresivos desarrollos instrumentales, los intervalos psicodélicos y todo aquello que pudiera estar relacionado con el rock más enérgico y sensorial. Rock con denominaciones de origen y multitud de variantes a menudo solicitantes de codificación, pero ese es un trabajo que queda relegado a vuestra consideración. Nosotros simplemente hablaremos de “Dust, Hunger & Gloom”, trabajo grabado en Drive Division Estudios (Santander), ilustrado por Doctor Octane, editado por Odio Sonoro y Producciones Tudancas y realizado por cuatro cántabros de apariencia surfera, insultante lozanía y esmerado empeño ya comprobado en su corta trayectoria y en actuaciones que ofrecen la intensidad necesaria para confirmar su casta.
El tiempo, la duración, la extensión. Tres conceptos, un disco y una introducción: “So Long”, una creciente aurora, una meditación en soledad que termina siendo una abundante bacanal donde se aprecia el tonelaje colectivo y la calidad compositiva de un cuarteto en pleno proceso de aprendizaje. No cabe duda de que los chavales se han afanado por entregar un trabajo bien estructurado con media docena de impulsivas historias surgidas en los arenales, en los anocheceres y amaneceres, en las dunas y en las ondas… marinas. El viento del Cantábrico es caprichoso. El viento del litoral tiene un exclusivo compás. Puede ser complaciente, estremecedor en ocasiones y tan endemoniado como para enloquecer con “Full Moon Over My Head”, trepidante ritmo gobernado por platillos siderales, camaleónicas percusiones y unas cuerdas distorsionadas y salvajes que imprimen carácter. Instintivamente tu cabeza experimentará un prolongado movimiento pendulante, el firme será golpeado por tus pies y probablemente el cuajado poder instrumental de ”Aquelarre” consiga la conexión de tu respiración con tu espíritu o reclame la angustia del litigio individual. El hecho es que estamos ante un disco con todos los patrones asignables al universo stoner (vaya, se me ha escapado el término) donde la duración del mismo exige una nueva reproducción y la extensión de las canciones aclara por qué hemos esperado tanto tiempo en conocer este desenlace tan meticuloso en esencia y productivo en existencia. Este viaje introspectivo concluye con el sosiego dentro de un contexto turbulento en la titular “Dust, Hunger & Gloom” seguida por la homérica “Sleepy Trip”, una sucesión de imágenes obtenidas en un caleidoscopio que se apodera de cuerpo y mente cual planta medicinal. Madurez creativa. Calibrada composición.
Insistimos con la cover de “Set The Controls For The Heart Of The Sun” (Pink Floyd)