Aldearock Festival ofrece grandes satisfacciones al público castellano | GR76


Viernes 2 de junio de 2017 en Aldea de San Miguel (Valladolid)

Un año más podemos disfrutar del gran Aldearock en Aldea de San Miguel (Valladolid) con un cartel tan potente que la próxima edición será complicado de superar. Y es que no todos los días aparece por la aldea un personaje tan emblemático en el mundo del rock como Marc Ford. Un individuo que ha militado en una de las bandas más inmensas de América, con la que grabó discos como “Three Snakes And One Charm”, “Amorica” o “The Southern Harmony And Musical Companion”. Sí, estoy hablando de The Black Crowes. El jovencísimo guitarrista no pasó desapercibido para los hermanos Robinson mientras teloneaba a los cuervos con su banda, Burning Tree, y tras su fichaje, recorrió los Estados Unidos durante la década de los 90 bajo la bandera de los cuervos negros. Un tipo con una vida complicada que ha tratado de expresarse a través de su música en una extensa carrera en solitario.

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Marc Ford (Fotografía de Pedro Miguel)

Esta vez se presentaba en nuestra querida aldea junto a sus Neptune Blues Club para presentar “The Vulture”, su último disco, pero sin Mike Malone a los teclados ya que sufrió una fractura de pelvis que le impidió continuar con la gira. Tras una breve prueba de sonido, la organización preparó la entrada al recinto que este año se trataba nuevamente de las antiguas escuelas de la aldea, las cuales han utilizado grupos como The Vegabonds para realizar pequeñas grabaciones de audio y vídeo en anteriores visitas. El concierto de Marc Ford arrancaba con algo de retraso pues estaba planteado dar comienzo sobre las 22:30 y comenzó cerca de las 23:00. No sabemos si es porque faltaban miembros de su Neptune Blues Club pero el californiano dejó atrás el blues desde el minuto uno y sacó su lado más rock. Las escuelas se tambalearon a base de guitarrazos afilados y todos quedamos embelesados por el artista que peinaba la guitarra de mil maneras distintas. Poco a poco fue metiéndonos en el cuerpo ese color que emana de todas las bandas que han ido surgiendo de la semilla de los Black Crowes. Quien ama a los cuervos sabe de lo que hablo. Es una sensación complicada de describir pero te hace sentir totalmente vivo, te entra en el cuerpo un deseo enorme de querer agarrar un instrumento y lanzarte a tocar. Marc iba improvisando jams entre canciones que sonaron de su último trabajo como “Devil’s In The Details” o “The Vulture”, solapando solos de guitarra uno tras otro y dejando al público boquiabierto.  Parecía cómodo ante las 200 personas que acudieron al patio de las escuelas y no quiso que encendieran la máquina de humo sobre el escenario, pidiendo por favor que no lo encendieran , ya que no era necesario para el show y tampoco parecieron agradarle demasiado los focos que había a sus pies pues se dedicó a hacer sombras de manos con forma de ave y de conejo sobre el techo del patio.

El clímax de la noche llegó cuando  decidió dar uso de su slide, demostrando una destreza envidiable en el uso de las seis cuerdas. La melancolía nos envolvía a los fans más acérrimos de los cuervos con cada nota de Ford y es que allí estaba él, el auténtico, con aspecto de pájaro veterano en altos vuelos haciéndonos sentir el aire y la brisa de los cielos con cada acorde. Prácticamente  había pasado una hora y media cuando Marc decidió dar por finalizado el concierto con un rock’n’roll acelerado que puso patas arriba a todos los rockeros y aldeanos. Bajó de un salto por delante del escenario apoyando las manos sobre la espalda de un tipo que había en las primeras filas del público y pasó al interior de las escuelas para abrazar a los miembros de The Milkyway Express que esperaban dentro su turno para actuar. Un concierto breve pero intenso que nos dejó totalmente sumidos y ansiosos de más y más riffs y solos de guitarra.

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The Milkyway Express (Fotografía de Sergio de la Torre)

Serían los sevillanos quienes terminaran de saciarnos. Arrancando con temas como “One Day in Summer”, “Ambush At Midnight” y “Goodnight Butcher” pusieron patas arriba a los castellanos y es que estos chicos del sur saben mucho de rock. No se amedrentaron tras la actuación del señor Ford y salieron a por todas. “100º City”, “Olivia” y “Hi-Hi” sonaban para mostrarnos parte de su último álbum “Malinche” y recordarnos su anterior trabajo “Perrorosa” que más tarde nos llevaríamos a casa en formato vinilo. A mitad del concierto pudimos ver a Marc Ford marchar hacia la furgoneta y algún afortunado aprovechó para pedir alguna firma o sacarse alguna foto. La imagen de Marc Ford entrando en la furgoneta era triste y a la vez tremendamente increíble, hizo que más de uno pensáramos cómo era posible que hubiésemos disfrutado de una estrella tan grande en un pueblo tan pequeño. La voz de Charlie y la armónica de Álvaro nos hicieron brincar como enanos mientras sonaban canciones como “The Lover” o “Lost Dogs”. Un concierto muy digno que hizo reafirmarnos sobre esta banda tras su paso por el Azkena Rock Festival en 2016, estos del sur saben rockear muy pero que muy bien.

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Brea Bastard (Fotografía de Sergio de la Torre)

Ya era realmente tarde cuando salieron al escenario Brea Bastard, la última banda de la noche. Las altas horas y el cansancio se hicieron notar pues la reducción del público fue notable ya en la última actuación aunque eso no desanimó a la banda. Con un pie de micro que empalaba un amasijo de cráneos humanos salían al escenario para sepultar una noche de rock. Esta última banda desentonaba un poco con el estilo de las dos bandas anteriores pero justamente eso busca siempre la organización, no hacer un festival monotemático. Llevando siempre el rock como bandera pero tratando de variar los estilos de todas las bandas. Brea Bastard presentaron al completo su disco “Anestesia” una mezcla de rock, heavy y scraches de DJ que nos recuerdan un poco a Def Con Dos. Con el público embriagado ya de rock y cerveza San Miguel decíamos adiós a la edición número XV de un festival que cada año se supera y asciende el nivel de su cartel y que gracias a la profunda implicación de sus organizadores podemos disfrutar en una aldea de doscientos habitantes de bandas que llenan recintos enormes por todo el mundo. Esperamos repetir el año que viene con más y más música de nuestras fiestas preferidas.

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