Marc Ford, teniendo presente el pasado para afrontar el futuro | GR76


Martes 30 de mayo de 2017 en Kutxa Beltza (Kafe Antzokia), Bilbao

Sublime, terapéutico, delicado, excitante. En el aspecto anímico, un encuentro fortalecedor y emocionante. En el musical, un día para enmarcar. Sin temor a equivocarnos demasiado podríamos asegurar que la mayoría de asistentes sintieron parecidas sensaciones a las nuestras, porque el patio de butacas (una licencia, ni hay patio ni tan siquiera banquetas) era un vergel de felicidad una vez concluido el recital, y las muestras de satisfacción entre la afluencia eran evidentes en los corrillos, en las impresiones y en los semblantes que no dejaban lugar a duda. Habíamos cruzado el umbral, habíamos hallado el paraíso y descubierto el tan ansiado nirvana al fundir nuestros corazones y acoplar nuestras mentes con Marc Ford y su pareja de ayudantes, Chris Jones y Andy Sutor. Las escaleras de acceso al apartado superior de Kafe Antzkoia suelen llevar al cielo, y aunque para músicos y acompañantes pueda resultar incómodo a la hora de cargar y descargar el material, la noche del último martes de mayo superó las expectativas, que dicho sea de paso estaban a un considerable nivel dada una serie de circunstancias. Si hubiera alguien que los desconociera, fácil tiene obtener su procedencia.

Se presentaba otra oportunidad para transpirar y sollozar de emoción frente al señor Ford, y la repentina baja de Mike Malone, aun siendo un hándicap importante, no debería suponer un gran impedimento para que unos cuantos feligreses acudiéramos a la llamada. Cedía uno de los pilares fundamentales, pero la construcción de este proyecto aguanta el contratiempo. El compromiso, intacto, o para ser más exactos, fortalecido, ya que como nos confesó el propio Marc el día que saltó la inesperada noticia, menos es más. Tal vez otra persona en su misma situación habría optado por la opción más sencilla y menos arriesgada, pero él decidió continuar pese a las adversidades y corresponder así a un público al que en varias ocasiones ha demostrado guarda estima. Su primera parada, Bilbao. Su primera estación, Kutxa Beltza. Su primera fecha, un día singular, puesto que a pesar de jugarse un multitudinario partido en San Mamés donde el Athletic no ejercía como equipo titular, la sala fue, entre devotos y novicios varios junto a bastantes caras conocidas de la escena local, incrementando poco a poco el número de asistentes rozando las tres cuartas partes. Buena imagen. Había nerviosismo. Se palpaba en el ambiente. Se apreciaba en la gente, y todas las cuestiones o curiosidades que se pudieran plantear quedan respondidas en tan sólo dos minutos.

Comienza el ejercicio y los nervios son reemplazados por escalofríos, cánticos, suspiros, más cánticos, incredulidad, palpitaciones, aplausos, danzas, más suspiros y una sacudida en la médula espinal que no desapareció hasta concluida una velada asombrosa por la energía producida, la nostalgia, la honestidad, el cambio de registro y el lógico ajuste debido a la ausencia de los teclados. Otra master class impartida por uno de los grandes, grandiosos y eminentes músicos de la historia del rock: Mr. Marc Ford, bien arropado por su pareja de ayudantes, Chris Jones en las cuatro cuerdas y Andy Sutor, encargado de platos y timbales. Cadencia, fuerza y delicadeza, groove y swing al servicio del blues. Una refinada fuerza triangular que mantuvo en todo momento la tensión necesaria para que el púbico asumiera lo que estaba sucediendo, disfrutando con las composiciones más intensas y llorando de emoción con las más clementes. Por otra parte sabemos que viajan con un gran abanico de posibilidades en cuanto a canciones y el setlist elegido en cada velada se puede decidir durante la propia actuación, así que estamos ante una ocasión única y puede que irrepetible para caer rendidos ante las argucias de un caballero que demuestra sus querencias por los caballos salvajes y alocados a ambos lados del charco, un tío conocedor del vocabulario musical porfiado y perceptivo (“Devil’s In The Details”), profundo y docto en el significado de la palabra (“Deep Water”) e ilustrado en el secreto de la vida (“I’m Free”). Sonriente (“Smilin’”) y soñador (“Shalimar Dreams”), orgulloso de su pasado (“Shame On Me”) y confiado en el futuro con “The Vulture”, evocadora composición a ilustres patriarcas que alienta al personal con su creciente desarrollo. Similares características que el fornido instrumental “Bluebird Street” donde cada uno tiene su minuto de gloria particular avivando la chispa uno con las cuatro cuerdas, otro con las baquetas y Marc Ford con una diestra espectacular. Sí, deslizar los dedos sobre el mástil y trastear es la imagen más representativa, pero armonizar, moderar y dar la pausa necesaria con la mano rítmica es… ¡Rock&Roll! Violentos slides, frenéticos wah-wahs, distorsiones, fuzz, impulsivos y sosegados solos, sudor, euforia y tristeza cuando sabemos que esto llega a su fin con otro tributo, con “I’m A Steady Rollin’ Man”, la fuerza del yin y el yang. Quedamos exhaustos tras el concierto. Quedamos liberados, recompensados, henchidos de placer e inmensamente agradecidos al señor Ford por hablarnos con la guitarra de tú a tú, por susurrarnos, aconsejarnos, e invitarnos a una ceremonia que aún estamos procesando. Seguimos soñando despiertos, o estamos despiertos intentando soñar, ya no lo sé. Less is more!

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