Sábado 28 de febrero de 2015 en Rocksound, Barcelona
En nuestro calendario hacía tiempo que el sábado 28 estaba marcado en rojo, pues sería el día en que retomaríamos nuestra más querida tradición. El trayecto se ha convertido en un verdadero ritual. Subir al tren y sentir que, a medida que nos acercamos, crecen los nervios en nuestro interior. Cenar imaginando lo que nos espera, sin a penas mediar palabra, pero con una sonrisa de oreja a oreja, contar las paradas de metro impacientes y ese paseo apresurado por las calles en calma antes de sentir la tormenta en forma de esa música que jamás creímos poder presenciar en directo.
Y es que esta vez nos visitaba una banda proveniente de Seattle impregnada (como no) de la esencia que allí se respira y la magia que la mayoría de grupos macerados en aquellas calles poseen. Y no voy a decir que no estuviéramos avisados de lo que se nos vendría encima aquella noche.
Lo primero es lo primero. La necesidad de saludar arropadamente a Heavy-D, tour manager de la banda en esta ocasión, se hace patente por circunstancias varias. Entre ellas, porque es un tío encantador, de la misma forma que el resto de equipo de Teenage Head Music.
Pedimos un par de cervezas y para seguir con el ritual, ocupamos ‘nuestro’ rinconcito, donde hemos vivido las noches más increíbles.
Saludamos a la familia rockera, familia que la música ha unido sin más pretensión que pasarlo bien, y sin más preámbulos, los chicos ocupan sus puestos sobre el escenario y empiezan a hacernos volar tema tras tema.
“Hold The Line” fue el tema que rompería el hielo aquella noche, y la reacción del público no se hizo esperar. Mientras Cody se movía de un lado al otro haciendo volar su cobriza melena, cantando con una voz que alternaba desde el tono más dulce hasta el grito más desgarrador, y animando a la ya completa primera fila a dejarse llevar, Skyler Mehal, que a sus 26 años ya hizo gala de una destreza increíble con su alucinante Gibson SG, que luego cambiaría por una preciosa Gibson Les Paul para dejarnos aún más boquiabiertos. Skyler es la electricidad que hace que el engranaje funcione a la perfección, es la dinamo que genera energía con su propio funcionamiento. Más tarde sonaría “Change Of Peace” y otros temas de sus dos trabajos que los chicos de Washington alternaban y unían unos a otros sin dar tregua a los allí presentes. Temas como “Bitter Run”, “Hurricane”, “Never Too Young”, «I’ll Get Mine” o “Perfect Day” entre otros muchos temas propios sonaron ante la acalorada multitud que bailaba sin parar.
Otra pieza a destacar de este increíblemente engrasado engranaje es Brian Paxton (batería), que aporta una energía in crescendo increíble a sus compañeros y que acabaría contagiando a todos los que bailábamos al son de las baquetas de éste. Tremendo y sonriente terremoto que juraría que se crecía a medida que conseguía arrancarnos a bailar, como si de nuestra energía se alimentase.
También nos ofrecieron versiones tales como “Sunshine Of Your Love” de Cream o “Voodoo Child” de Jimi Hendrix, en la que Skyler dinamitó nuestras mentes de nuevo, haciendo que muchos enloqueciesen al sentir esa guitarra fluyendo en su interior como la sangre que recorre las venas y nos da vida. Aaron Myers, encargado del teclado y de despeinarnos con su vibrante armónica es, en mi opinión, elemento fundamental en este grupo. Es un virtuoso que sabe como engrasar este engranaje a la perfección para que funcione sin asperezas, brindando a la banda ese toque clásico y sureño que tantísimo nos gusta y que no puede evitar levantarse de su asiento de un brinco y casi saltar tras el teclado mientras sigue tocando a un ritmo demencial.
Por último y no por ello menos importante, Eric Miller. Al mando de su bajo y pasando algo desapercibido en un principio dada su timidez que destacaba de la del resto, acabaría animándose y luciéndose sobradamente en la presentación que Cody hizo de cada uno de los integrantes de la banda.
Dos horas largas de concierto y un par de vises, dejaban adivinar que ese final que nadie quería, estaba cada vez más cerca. Y nosotros, lejos de querer ver el final, disfrutamos hasta el último segundo de una banda que encaja a la perfección. Una banda entre la cual se aprecia una complicidad y una sincronización propia de los años tocando juntos y la experiencia de cada uno de los miembros en sus respectivos terrenos. Una banda que regala sonrisas por doquier, haciendo evidente que disfrutan tanto encima del escenario como los que estamos abajo y que después de habernos deleitado durante 120 minutos non-stop, se prestaron a fotografiarse gustosamente e incluso a firmar los CD’s y vinilos con una ilusionadísima sonrisa y un entusiasmo propio de estar viviendo un sueño. Agradecidos como pocos ante los elogios que les brindamos, atendieron a todos y cada uno de los allí presentes y se despidieron de nosotros, pues tenían que descansar ya que al día siguiente tenían que volver a irradiar al público con otra dosis tremenda de energía en el último concierto de su gira por la península. “Show must go on” Y estamos seguros de que así lo hicieron.
En definitiva, una banda altamente recomendable, con un directo potente y directo en el que se dejan la piel. Con mucha fuerza e ilusión y, sobretodo, su actitud sobre el escenario marca la diferencia. Una banda que, de volver a nuestro país, no osaremos perdernos. ¡Cody Beebe & The Crooks, señoras y señores! Don’t miss them!
Video de su show en Cangas