Una noche de presentaciones y altas prestaciones a cargo The Diesel Dogs y Pomeray | GR76


Sábado 9 de marzo de 2024 en la Sala Rocket, Bilbao

Bajo un seudónimo u otro y en sus diferentes etapas hemos presenciado con cierta regularidad las funciones del cuadro bizkaino, y probablemente se nos agoten los recursos, epítetos o las pompas a la hora de valorar a los queridos Pomeray. O probablemente lleguemos al agotamiento del personal por la reiteración, porque a menudo les hemos dado coba (en el buen sentido, claro) hablando sobre sus discos o sus actuaciones, no lo vamos a negar. O directamente charlando con ellos. ¿A quién le amarga un dulce? Y estos tíos son dulces. Son pícaros, son rebeldes. Son mordaces y observadores, discrepantes y decididos, orgullosos, modestos y comprometidos como demostrarían en aquel período de laberintos e intrigas en el que perdimos la noción del tiempo o, lamentablemente, pérdidas más significativas. ¿Qué idearon para paliar tal zozobra? Proporcionar a los terrícolas minutos de esperanza regalando, altruistamente, grabaciones realizadas en su guarida apodadas “Sesiones Distópicas” con las que revivíamos sensaciones pasadas, sensaciones compartidas en veladas de Rock n’ Roll e imaginando, tras su visión, la tan nombrada vuelta a la normalidad y demostrando, de paso, su solvencia y eficacia. Además, son buena gente. ¿Qué más se puede pedir? No había duda. A la Sala Rocket, que era la plaza donde presentaban, después de una serie de inoportunos contratiempos, su último trabajo, “20mg”.

También se sumaban a la ceremonia The Diesel Dogs, otro conjunto que presentaba su última aportación, un “The Shipwreck” que el año pasado obtuvo grandes tasaciones tanto por parte de la prensa especializada como de la afición rockera. Una novedad para nosotros, no porque no supiéramos de su existencia, sino porque no habíamos tenido aún la oportunidad de catar sus canciones en directo teniendo en cuenta que son suficientemente conocidos en la zona y que en su historial cuentan bastantes representaciones por el entorno. Por unas razones u otras, no habíamos coincidido hasta ahora, y como estreno no estuvo nada mal. Defendieron con gran entusiasmo y la arrogancia (bien administrada, of course) que precisa su incendiario material, y hasta llevaron a su terreno la excelsa “Rockin’ In The Free World” del viejo Young en el tramo final. Se puede usted imaginar la imagen de una sala encolerizada, la excitación general producida por la entrega de unos chicos que cada dos por tres lanzaban anzuelos envenenados a una audiencia entregada desde que comenzaran su intervención con “Drink The Night Away”.

Adrenalina en vena. Leña para avivar la chimenea en que se había convertido la sala bilbaína. Voluntariosas ráfagas de osadía que continuarían con “When We Were Young” y “Hold On” entre brazos al aire, sollozos de alegría, y muestras de locura transitoria en los puestos de vanguardia. Tenían a gran parte del público en el bolsillo y su espigado cantante, Javi Diesel, agitaba a la peña con un sus ademanes glamurosos o con la carismática “The Assasination Of John Doe” que no debe faltar a ninguno de sus shows. Tampoco faltarían canciones de cierto recorrido como “Days Of Our Lives” en las que César y Roberto corroboraron su competencia u otra más reciente como “Dried Roses” en la que Juan Durán sometió al respetable con sus desplantes guitarreros consiguiendo así su intención. Que la gente disfrute y las bandas o artistas sientan su apoyo. Que la gente vibre y se exprese espontáneamente. Que la gente respalde las salas que apuestan por el Rock n’ Roll. Que la gente se sienta libre y grite al unísono “Safe In The Arms Of Rock ’n’ Roll”.

No lo vamos a dejar así, ni mucho menos. Habrá que dedicar unos minutos a Pomeray, no vaya usted a pensar que al saltar al escenario como aperitivo nos conformaríamos con el encabezamiento, ya que este último encuentro con ellos tenía su intríngulis. Una vez más frente a Pomeray, y sin embargo, pese a tener, como ya hemos explicado anteriormente, cierta veteranía con estos tipos, fue como una primera porque la noche del sábado fuimos testigos de una nueva reencarnación de una banda que crece en número y crece en dimensión con el aporte del órgano de Josean que nos fascinó, la verdad. Esas transiciones estaban escuchadas en “20mg” y nos habían convencido, pero nos quedaba comprobar su rendimiento en las distancias cortas, con la agitación del directo, con los contraluces y las euforias. Y se amoldan (Huérfano”) perfectamente siendo un excelente complemento para una formación que enarbola el estandarte del Underground. También había nuevo inquilino en la guitarra principal, Rambo. Un aliciente más a sumar a esta innovadora aparición aunque todavía no se encuentre al 100% debido a la maldita lesión en su pierna. Apenas se notaría la merma salvo por pequeños detalles como el limitado empleo de pedales, pero el tío lo bordaría en los solos, en las ayudas, con el slide y hasta se vendría arriba con alguna bravuconada que se quedó en el intento porque ya son muchos meses de rehabilitación y no está el cuerpo para temeridades.  

Cuando descubres las bondades de Pomeray entras de lleno en su universo, en la fuerza centrífuga de su esfera o su ideología, en la adictiva “Inercia” de sus latidos, en el explosivo “Big Bang” que nos devuelve al inicio y marcaría el distorsionado y aclamado final de su intervención con ambos guitarristas (Rambo y Asier) en estado de momentánea catarsis expiatoria. Aclaración. La primera es de los granaínos Lagartija Nick a quienes tienen a bien recordar en sus intervenciones, y ya que habíamos comenzado con otra revisión de los Diesel Dogs, mantenemos la estrategia. Hablando de comienzos, “Intxaurrondo Blues” funcionó como introducción. Intensa introducción, fiel a la personalidad expresiva y musical que cultivan, pregonan y suministran en sus manuales de conducta compuestos de alternancias punk, enérgicas simientes y parábolas alternativas. Y siguen erre que erre escribiendo canciones, enviando recados y azuzando con sus mensajes sin el respaldo de compañías o el apoyo de mecenas o hadas madrinas, publicando de forma independiente y artesanal. Salvando los obstáculos que de cuando en cuando aparecen en “El Camino”, castigando a una “Europa” insolidaria que en vez de sublevarse ante las sinrazones, las múltiples afrentas o conflictos de la actualidad se vuelve “Loca” desafiando a un “Forastero” que no es el enemigo. Seguramente el enemigo sea algún “Perro”, tal vez algún “Vanidoso” o acaso algún “Inadaptado”, lo cual certifica que su comprometido discurso es su salvoconducto. Su gran conquista. Están en plena forma a pesar del obligado paréntesis vivido, transmitieron felicidad y la concurrencia supo agradecer en todo momento su actitud pudiendo comprobar cómo Mendi no ha perdido un ápice de genio marcando el “Tic Tac”, cómo Lander dirige el cotarro desde la retaguardia con platos y tambores (“Delirios de un Marciano Neoliberal”) o cómo el rango vocal de Asier conserva la profundidad necesaria para entender los misterios de, por ejemplo, “La Red” que vale, sí, de acuerdo, es donde estamos compartiendo este relato. Hay que aclimatarse “Al Tiempo” sin dar un paso atrás, sin ser un sumiso “Obediente” obedeciendo, eso sí, los impulsos del corazón. Como lo hacen Pomeray.

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