El sábado pasado la Sala Azkena volvió a entregarse al ritual de King Sapo | GR76


Sábado 24 de septiembre de 2022 en Sala Azkena, Bilbao

Por una serie de circunstancias, rarezas o razones hay ocasiones las que la claridad de ideas se encuentra en fase menguante cuando preferiríamos estar en opuesta situación. Esta es una de esas ocasiones, y no porque el fondo del asunto carezca de valor, sino más bien todo lo contrario. Quizá sea por la tan temida reiteración, que podría ser, puesto que King Sapo es un cuarteto de rango suficiente como para no considerar y a quienes seguimos los pasos desde una intentona anterior bastante fructífera en cuanto a logros, grabaciones, conciertos y demás. Además, regularmente recurrimos a los volúmenes de ambos proyectos, si hemos tenido la oportunidad de asistir a una de sus funciones no lo hemos dudado en exceso, y si ha coincidido, hemos hilvanado un par de frases opinando sobre sus canciones o actuaciones que dicho sea de paso, obtienen buenas valoraciones por nuestra parte. En caso de no frecuentar demasiado sus asambleas, no atender sus consejos o no gravitar en cualquiera de sus fluidas dimensiones, deberías hacer lo posible por revertir el escenario, puesto que King Sapo es una banda escalofriante, una banda rotunda, una banda contundente. Una banda especial necesitada de estímulo, necesitada de aliento. Sí, como otras muchas, que alguien pensará, pero ahora estamos hablando de King Sapo. Ahora hablamos de Jesús, Andrés, Alberto y Javier.

Como ya hemos apuntado, la musa en esta ocasión no nos acompaña, sin embargo teníamos claro que algo, más pronto o más tarde debíamos escribir. Aunque inconexo fuera. Aunque careciera de sentido. Aunque no tuviera ritmo o fuera detallista, cosa que hoy no será. No siempre estamos en total armonía con aquello que sucede a nuestro alrededor, y he de admitir que llevamos unos días un tanto descafeinados por aspectos demasiado truculentos como para sacar a la palestra y por ello hemos tenido que poner en la balanza pros y contras. Los pros, King Sapo, los otros, a la basura singular a dudas (alegoría disléxica). Conociendo el percal, conociendo el nirvana al que transportan sus psicotrópicas composiciones, intuyendo los destinatarios de sus soflamas (los fantasmas acechan) o experimentando las satisfacciones, los abrazos y los gimoteos que obtienen sus melodías, nos quedaba por comprobar la conducta del excelente y reciente “Sexo en Marte” en las distancias cortas, donde la música cobra vida propia mientras la audiencia se libera de las cadenas y exterioriza todo tipo de emociones. Con esa misma comenzaron el oficio. Con “Sexo en Marte”. Calmados. Prudentes y atemperados hasta que las revoluciones provocaron la histeria y atronadores finalizarían, siendo un preciso indicio de lo que nos esperaba el sábado pasado en la sala bilbaína Azkena.

Estaba claro que el repertorio se basaría en buena medida en el elepé que presentan en la actualidad, pero durante su desarrollo algunas de “Niño Gurú” tenían que aparecer, algo que sucedió con esa misma y otras como el impresionante latigazo “Alguien Como Tú” que terminaría siendo una bacanal de requerimientos y réplicas entre oficiantes y asistentes, o la no menos eufórica “Hombre Humo” que a más de dos, tres o veinte presentes puso en órbita debido principalmente a las artimañas de Alberto con las cuatro cuerdas o al siempre apasionado baqueteo de Javier. Para ese entonces ya habíamos comprobado el esplendor de “Te Sigo, Te Huelo”, de “Desorden” o garantizado los destellos funkys de “La Vida Es Hoy”, vibrado con el venenoso slide de Andrés en “Insecto” o abstraído con la arrolladora “Fénix” que requiere atención tanto en su orientación lírica como en su orgánica cadencia, si bien es cierto que en el bloque emotivo deberíamos resaltar “Libre”. Jesús pide amablemente silencio al respetable y ya que los duendes se cebaron con el jack de su acústica, decide sentarse en las escaleras de acceso al escenario y… Un escalofrío dividió la sala. Se respetó la petición y arreciaron los aplausos, los encomios y las aleluyas. Maravilloso instante. Sensacional. Para almacenar junto a la eficiente “Hablando con Árboles”, junto a la intensa adaptación de “Natural Blues” o con su original “Afrodita Blues” que enlazaron con breves estrofas de la célebre “Another Brick In The Wall” y era la elegida para poner punto y final, pero la velada no podía concluir sin uno de sus fetiches: “Lume”. Fuego, actitud, condición y compromiso. Volveremos al epicentro del “Temporal”. Volveremos con los King Sapo a temblar.

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