¡A sus pies, señor Nile! | GR76


Un año más dieron comienzo los Conciertos Salvajes, y esta vez con el listón muy arriba. Juntar el mismo fin de semana a dos formaciones del calibre de Willie Nile y Little Caesar es un lujo para cualquier ciclo o sala que se precie. Pero de la visita de los Angelinos hablaremos en días posteriores. Desde GR76 celebramos las inquietudes de unos pocos locos por acercar y dar cabida a la buena música, y de paso nos retroalimentamos. La nueva visita del neoyorquino una vez dejada atrás la maldita pandemia, es siempre cita imprescindible, y en alguien de su edad más aún. Simplemente pensar en afrontar una gira a muchos kilómetros de su país a la edad de 74, ya es un logro de marca mayor. Y, si además es un tipo cercano, afable y animoso, además de sus virtudes en lo musical, su visita siempre genera muchas ganas y hasta nerviosismo en los días anteriores. Un ciento de fieles a la hora en la que hacía acto de presencia en el escenario acompañado de sus escuderos con los que repite de la gira anterior, allá por el 2018 si la memoria no me falla.

Dos minutos de tardanza, o lo que es lo mismo, puntualidad británica. Llegaba presentando su último trabajo que consta de 2021, “The Day The Earth Stood Still” y además un imponente cancionero a su cargo nos esperaba. La noche abre de forma esplendorosa con la luminosa “Forever Wild” tema himno total, y de un plumazo la sala ya a sus pies. El de Buffalo domina todas las facetas, y sabe cómo llevarse a su terreno a los presentes en cada recital. Unido a la perfecta compañía en la base rítmica de Danny Montgomery a la batería, preciso y conciso siempre, Juanjo Zamorano al bajo, marcando siempre el camino a seguir y un omnipresente Jorge Otero a las seis cuerdas. Vaya noche la suya por cierto, destacando sobremanera en adornos y solos impecables, alternándose con el jefe de forma maravillosa. De menudas dos guitarras disfrutamos. Con el jefe a los teclados, “Across The River” fue un momento mágico el que nos regaló pasión, emotividad y una sensación de felicidad absoluta. “Love Is A Train”, otro de los momentazos de la noche, de nuevo otra canción con vida, de esas que te trasportan a momentos vividos, a momentos superados, a momentos por vivir.

“Children Of Paradise” iluminó la sala de forma esplendorosa; para entonces la unión entre banda y público ya era total. Este pequeño gran hombre te conduce, te lleva en volandas por los senderos del mejor rock americano, y a veces te hace pensar que no ha tenido suficiente recompensa. Su música y sus composiciones merecen más reconocimiento, incluso recintos de mayor empaque. Pero faltaba aún la grandilocuente “House Of A Thousand Guitars” coreada por todos los presentes, uno de sus temas fetiche en directo, y que no podía faltar. Rock&Roll y melodía se dan la mano en esta composición.  Contando los bises, una hora y tres cuartos de algarabía, bailes, coros, gigantesca noche  la que nos brindaron. Apostar por ellos, es hacerlo siempre a caballo ganador. Pero no quisiera olvidarme de la maravillosa “New York At Night” con ese riff característico que te pone en órbita, que te hace cargar las pilas. Lo intuíamos, y lo volvimos a certificar, repetiremos una y mil veces, el caballero tiene todo nuestro reconocimiento. Acaso, ¿alguien lo podía dudar? ¡A sus pies!

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