La gente de Noise On Tour emitía el pasado 3 de noviembre un comunicado mostrando su gratitud a la afición que ha sobrellevado este vía crucis como ha podido (o le han dejado), anunciando de paso el retorno de su festival fetiche los sábados 7 y 14 de mayo de 2022 en la Sala Moon de Madrid, el Kristonfest. Han sido dos años complicados, no lo vamos a negar. ¡¡DOS AÑOS!! Casi nada, pese a que no esté todo el pescado vendido aún. Dos años turbios y extraños. Dos años de cerrojos y obstáculos, dos años de confrontaciones, dos años de razones incluso razonamientos, dos años de estrecheces y omisiones, de estruendos y quebrantos, quimeras y silencios, de púlpitos y pedanterías… En fin, podríamos continuar, pero no sería lo más apropiado para el estado de unas neuronas que han sido, por otra parte, durante siglos las eternas olvidadas y parece que ahora mismo reciben la atención que nunca merecieron perder. Y para ayudar a mente y espíritu, nada mejor que el aliento. Nada mejor que un respiro realizando cualquier actividad provechosa para la propia estabilidad, ya sea la lectura, los viajes, la práctica deportiva, las escapadas al monte o la playa, la contemplación de las estrellas o un vitamínico concierto de rock and roll.

Afortunadamente las diferentes organizaciones de eventos musicales están programando sus inmediatos encuentros con entusiasmo, publicando unas cuantas de ellas sus intenciones por los canales habituales. Vale, estamos en febrero y ha pasado un tiempo desde el anuncio de la agencia bilbaína Noise On Tour, lo sabemos, pero teníamos claro que si en aquel entonces no actuamos con prontitud, lo mejor sería esperar unas pocas semanas para recordar a la peña que Kristonfest tenía preparada su vuelta con siete bandas que encajan perfectamente en la filosofía del festival. O sea, rock fornido, rock efusivo; sonidos sabbathicos y psicodélicos, sonidos desérticos. Contundencia e intensidad. ¿Sus nombres? Witchcraft, SLIFT, Atavismo (para ir haciendo boca la jornada inicial), Earthless, Stöner, MaidaVale y Slomosa (para clausurar el segundo día). Apetece, ¿no?

Pues la minuta para esta reentré del festival nacido en Bilbao en 2011 y acogido en Madrid en 2017 está servida. Sin duda la presencia de los suecos Witchcraft es una extraordinaria noticia tras este tiempo de cancelaciones y aplazamientos porque, aparte ser una de las formaciones más deseadas por los seguidores de este conglomerado de calificativos como sludge, desert rock, doom, metal, progressive, psicodelia y un sinfín de géneros y subgéneros del pelo, han mantenido su palabra desde el aciago veinte (al igual que sus compatriotas MaidaVale), comprometiéndose al año siguiente (huelga decir que por los motivos conocidos no se realizaron) y confirmando su presencia en el veintidós también. Su discografía, aunque su último disco (más bien un trabajo personal de Magnus Pelander) hasta la fecha no cuajara entre el público, es sencillamente acojonante, y su actuación será un éxtasis para los ojos y los oídos más sólidos.

Según informaban en el comunicado difundido en noviembre, SLIFT es un torbellino sónico de tres cabezas con múltiples influencias que va a dar mucha cancha en el futuro, pues en su oferta artística tiene tanta importancia el aspecto visual como el espiritual, el textual u obviamente el musical. Estos franceses tienen fama de ser arrolladores, y suponemos que acabarán siendo una de esas bandas que suelen obtener grandes valoraciones. Los gaditanos Atavismo poca presentación precisan. Tienen un buen número de fans los gaditanos Atavismo, ocupando por méritos propios puestos de vanguardia del circuito underground nacional. Bastantes de esos fans estarán pendientes y estarán imaginando pogos, creando en el subconsciente el bravo oleaje de brazos y cabezas o vibrando con sus psicodélicas progresiones.

El segundo día, velada de tercetos y cuartetos, cordialidad entre californianos y escandinavos representados por las ya ya mencionadas MaidaVale y los noruegos Slomosa cuyos argumentos no difieren de los esgrimidos por el resto de participantes, teniendo presentes las diferentes generaciones que han ensalzado estas corrientes de probada gravedad en cualquiera de sus acepciones. Ellas se decantan por los gaseosos sesenta y el inconfundible psych-blues nórdico de última hornada, mientras ellos defienden los desérticos noventa, los gruesos cordajes y los ritmos pesados que bautizaron como tundra rock, pero cualquiera de estos indicios podría traspapelarse en cuestión de segundos, porque en el escenario tanto unas como otros suministran energía y someten al personal. Buena pinta tiene, muy buena pinta.

La delegación yanqui la forman los repetidores Earthless (en 2019 dejaron muestras de su calidad), otro de los conjuntos de mayor trascendencia en la actualidad dentro del movimiento y Stöner, cuyo seudónimo especifica perfectamente por dónde van los tiros. Los de San Diego tienen una trayectoria establecida y los de Palm Springs todavía la tienen por construir. Los primeros tienen en su historial varias grabaciones entre estudio y directo, mientras los segundos han realizado un único elepé entre cuatro paredes, manteniendo ambos un extraordinario equilibrio entre los ritmos explosivos, los ecos trepidantes y las fértiles improvisaciones instrumentales. Earthless es un muy competente conjunto cuyo nombre ha trascendido a otras esferas cuando Isaiah Mitchell, su guitarrista, comenzara a trabajar en The Black Crowes, y Stöner es un proyecto de nuevo cuño formado por Brant Bjork y Nick Oliveri junto al baterista Ryan Güt. Sobran los comentarios, sobran las explicaciones, sobran los análisis. Falta que te apuntes, falta que pilles las entradas para cualquiera de los días por 35€ o el correspondiente bono por 60€, disponibles todos ellos en la página oficial de Kristonfest.¡Que no te lo cuenten!