Sotomonte: “From Prayer To The Battlefield” | GR76


El getxotarra Jokin Salaverria es un hombre inquieto, de eso no hay duda. Sosegado, pasional e inquieto. Solo con repasar su biografía, sus andanzas, sus proyectos y sus contribuciones en diferentes formaciones around the world, podemos intuir su perseverancia. Acumula unas cuantas misiones en su cuaderno de bitácora, y tal vez su ingreso en Jonny Kaplan & The Lazy Stars fuera uno de esos episodios considerados como hitos en su carrera, pero no deberíamos desdeñar nombres como RubiaMountain MenLandslideSalto y muchos más que han ido forjando su temple y personalidad. Es uno de nuestros hippies favoritos. Un alma libre. Un tipo entrañable con un extraordinario sentido musical y no menos extraordinaria calidad humana como quedara reflejado en iniciativas benéficas como los encomiados homenajes a los conciertos de Bangladesh Woodstock en los que se rodeó de bastantes amigos que a lo largo de los años ha ido conociendo. Alguno de ellos, caso de Iñigo BregelGonzalo PortugalPit IdoiagaDani MerinoIñaki ‘Uoho’ AntónAdrián BárcenaGermán HerreroGermán SaltoBrian Young o Unai Somocueto participaron en la elaboración de “From Prayer To The Battlefield”, una idea que rondaba en su cabeza desde años atrás y que por fin, tras una serie de contrariedades sufridas, está en la calle.

Esas contrariedades aludidas comenzaron cuando el ordenador personal de Los Estanques, donde entre otras se encontraban las sesiones de grabación del disco, fue robado. Había que maldecir al cleptómano y volver a la casilla de salida; posteriormente llegaría el azote de la pandemia, como si el proyecto estuviera maldecido por un hechicero. Pero ya hemos dicho que es un tipo perseverante, y con la inestimable ayuda de Iñigo Bregel, quien se encarga de la producción y otras funciones como la batería, teclados, guitarras eléctricas y coros, finiquitan el trabajo. Al no contar con el soporte de una discográfica o el aporte económico de un padrino, debió iniciar una campaña de crowfunding a través de la plataforma Verkami para poder hacer frente al desembolso que supone la edición de un disco, y afortunadamente consiguió el necesario mecenazgo. Después de tanta brega, algo salía bien, pues el trabajo ya está disponible en vinilo y formato digital, y como esperábamos, es una maravillosa obra que define musicalmente a este espigado trotamundos ferviente seguidor de George Harrison (y un largo etcétera), del espíritu californiano y la explosión cultural de finales de los sesenta y principios de los setenta. En definitiva, la constitución de las ocho canciones que componen “From Prayer To The Battlefield”, suponiendo el debut de Jokin como chamán de una congregación y recuperando la pluralidad ambiental y los entornos pastorales de aquellas gloriosas épocas.

El lanzamiento de una ópera prima podría entrañar ciertos titubeos o equívocos tanto para el emisor como para el receptor, pero este caso es diferente teniendo en cuenta que sus autores son gente experimentada, gente resolutiva y gente necesitada de pocas presentaciones, mientras en el otro lado de la balanza estamos unos cuantos conocedores de su indiscutible categoría. Como apunte a destacar, aparte de la excelente disposición instrumental y que las gargantas tienen un papel fundamental, la modulación del propio Jokin destapándose como un estupendo cantante, algo que intuíamos y en contadas ocasiones habíamos podido comprobar, pero el hecho de salvaguardar a sus compañeros durante tanto tiempo le restaba el protagonismo vocal del que, evidentemente, goza en “From Prayer To The Battlefield”. Desde el atenuado y brillante amanecer “Words” que refresca La Costa Oeste, una de sus últimas filiaciones, hasta el tornasolado ocaso “The Written Script” que aglutina preceptos e inercias, el álbum es un viaje espiritual en el tiempo y el espacio, entre décadas pasadas y las actuales, entre inspiraciones asiáticas, reminiscencias británicas y psicodelias californianas, aunque bien podíamos variar el orden de los perfiles. Es un puente (“Culture For Vultures”) de ojos ciclópeos y fornidos brazos, un parapente (“For What Is Done In Darkness”), un confortable globo aerostático o una cometa manejada desde campos aterciopelados, una gigantesca ola tubular que va creciendo a medida que te introduces en su fascinante gravedad (“Now That Your Days Are Gone”), una romántica velada al calor de la chimenea (“Moral Blindness”), o una simple confluencia con seres queridos (“Fishbowl Of The Gods”) con quienes charlamos habitual e íntimamente.

Afianzan sus múltiples similitudes y sus múltiples referentes no solo para fabricar música, sino para enfocar la vida. En definitiva, la búsqueda capital. El examen que todos realizamos a diario, esa fuerza que nos impulsa a seguir caminando en ocasiones entre matorrales y zarzales y otras dejando nuestra huella en plácidas orillas de los arenales. El karma. Nuestro designio. De eso trata este disco que deberías atender, pues las canciones que lo componen se instalan en el subconsciente y se apoderan de la membrana cutánea ipso facto. De eso trata esta epifanía y “Believers Of The Mass”, un ceremonioso homenaje que encoge el alma por su homérico tratamiento, por voces angelicales que brotan de profundidades terrenales, por sus emotivos giros y por una pulida orquestación que proyecta armonía. La gran baza de este álbum. La armonía. La meditación bien podría ser otra, ya que se han esforzado por entregar una obra circular y circundante, pero definitivamente la gran baza de este álbum es el propio álbum, su concepto y su solemnidad. Su simbología y su carácter, porque en cada audición descubres una nueva variación, un detalle que no habías percibido y en las segundas oportunidades comprendes, te asombras o sollozas. Es hora de volver a soñar con “From Prayer To The Battlefield”.

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