Bringas planta cara a la caprichosa Ley de Murphy en la presentación de “Siempre Nunca” | GR76


Viernes 9 de julio de 2021 en Muxikebarri, Getxo

La presentación del último trabajo de Bringas se presumía cuanto menos interesante, porque tanto el recinto donde se celebraría como los propios protagonistas y el objeto de la recepción comparten suficientes encantos como para desestimar la posibilidad de acudir. Además, si añadimos el benévolo clima que nos acompañó durante toda la jornada y el hecho de poder acercarse a un rincón como Algorta, donde se percibe la agradable brisa marina, pues miel sobre hojuelas. Acertada decisión. Por otra parte Muxikebarri de Getxo es un coqueto auditorio a dos alturas que goza de buena reputación, ya que los espectáculos que allí se ofrecen tienen la vitola de óptima acústica, acertada iluminación y comodidad. Está bien montado, no hay duda. Cómodo es, pocos borrones en ese aspecto, sin embargo las luces y sonido del viernes… digamos que no estuvieron a la altura de la celebración, o al menos de su historial.

Bueno, no todo está perdido, que canta Bringas en “Grita Conmigo”, una de las canciones almacenadas en “Siempre Nunca”, el disco que iniciaba su travesía en casa rodeado de amigos, familiares, seguidores y algún que otro novicio. Buena imagen del patio de butacas (con asientos anulados por la actual situación) y la platea, que era el lugar donde teníamos localidad reservada. En el prólogo ya avisaron sobre sus buenas intenciones (“Puede Cambiar”) a pesar de ciertos desajustes que se apreciaban en una canción que curiosamente no pertenecía al elepé que presentaban en sociedad. Por supuesto, lo interpretaron en su totalidad añadiendo alguna de sus composiciones fetiche, caso de “Acostumbrado” (2015), “Acércate” (2014), “Mentiras y otras Verdades” (2015) o “Fiera” (2017) con la que concluyeron entre ovaciones un concierto un tanto desconcertante, puesto que hubo una serie de avatares que sin estar invitados a la fiesta, comparecieron sin avisar. Todos tenemos días torcidos, incluso malas semanas, no vayamos ahora a ver la paja en el ojo ajeno e imaginamos que todos los implicados se entregaron en todo momento, ya fueran los chicos de Bringas o el personal de Muxikebarri, pero podríamos asegurar que la extrañeza fue tónica general.

Llámelo desilusión, sorpresa o contrariedad, nunca decepción, que a esos niveles de reprobación ni llegamos ni llegaremos jamás. Más fácil es callar, lo cual no significa transigir; a uno le enseñaron desde txiki eso de que si no aportas, aparta, y esa máxima la utilizamos en multitud de contextos. Éste es uno de ellos. ¿Qué durante la actuación hubo imprevistos? Vale, sí. ¿Que la voz de Gorka Bringas no se distinguía con nitidez en determinadas ocasiones? También. ¿Que la batería de Joseba Bastida carecía de amplificación? Por momentos podía dar la sensación. ¿Que la colocación de los músicos no parecía la más idónea teniendo en cuenta la amplitud del escenario? Tal vez. ¿Que nos habría gustado ver un decorado mejor iluminado? Casi con toda seguridad, y parte de estas cuestiones se pudieron escuchar en los corrillos que se formaron en el vestíbulo al finalizar el show. Ahora, no nos rasguemos las vestiduras o vayamos a degüello cuando el respetable se mostró comprensivo y receptivo durante la función apoyando los envites guitarreros del incombustible Pit Idoiaga, cuando animó aplaudiendo la frescura de Israel Redondo, el nuevo chico en la oficina al mando de las teclas o cuando confirmó la compostura de Borja González marcando los tiempos con las cuatro cuerdas.

Como segunda opción del setlist optaron por “La Chica de las Series”, lo cual podía originar un buen subidón general, ya que hablamos de un sensual rockandroll llamado a la jarana debido a su ritmo penetrante y un coro central que reclama colaboración, pero entre los asientos, los bozales, las distancias y la amplitud de la sala, timorato pareció el griterío. No pasa nada, amigos, hay que perseverar, sobreponerse a los problemas técnicos, olvidar la caprichosa Ley de Murphy que aparece cuando menos la esperas, e involucrar al personal con los chispazos de euforia de “Fuiste Tú” (aquí la peña concedió un poco más de campanilla), o seducir con “2020”, emotivo entreacto que procedió, con la colaboración de Marina Barredo al violín, cual necesario tensiometro mientras sus compañeros se entregaban en cuerpo y alma en un desarrollo que corazón entrega también. Tras un tiempo viendo el progresivo crecimiento de la banda, ésta ha afianzado su sonido con el ingreso de Israel Redondo, ya que sus teclas y armonios son el envoltorio apropiado para sus testimonios de amor, percances, calvarios, esperanzas y denuedos, algo que sobresalió “De Repente” en el comienzo de la reentré. Tras las peticiones de rigor para el retorno al stage, la sombra del teclista encamina hacia su posición. Silencio. Prudencia y emoción en una de esas canciones que en minutos condensa horas y acelera las pulsaciones no por su cadencia, sino por su melancólica diligencia. Atronaron los aplausos, y acto seguido, cambio de registro con el ramalazo punkero “Me Cansé” que cegador provino al menos bajo nuestra perspectiva, pues los focos traseros apuntaban en dirección a la platea mientras en la zona inferior aprovechaban el instante para desahogarse. Ante un buen número de brazos en alto hace acto de presencia “Siempre Nunca”, la que bautiza su último reto y como ya hemos apuntado, se despidieron con “Fiera”, esa que continúa aclarando eso de ‘vamos a tener que llevarnos mal de nuevo’. Pues de nuevo, volveremos.

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