The Kleejoss Band: “Maleza” | GR76


Antes de escuchar una vez más un nuevo lanzamiento de The Kleejoss Band, un par de cuestiones nos asaltan. Dudas tal vez. Inseguridades quizá. Propias, siempre propias, porque han sido tantas las veces que nos hemos enfrentado a estas lides (hablando de los mañicos, se entiende), que a uno le entran escalofríos sobre la conveniencia, el supuesto nepotismo o el aburrimiento según qué términos utilicemos. Curiosamente, apenas han transcurrido cuarenta y ocho horas de la última vez, coincidiendo con la publicación del single promocional de “Maleza”, y la realidad es la que es. Más allá de fundamentalismos, más allá afinidades, más allá de ligerezas o discrepancias, The Kleejoss Band conocen el lenguaje del rock and roll, manejen el idioma que manejen, y eso es algo que deberíamos valorar. Por primera vez en siete años apuestan por el castellano, lo cual es un desafío, un reto o una simple temeridad, que alguien pensará, o quizás no, vaya usted a saber. Nunca sabremos que habría sucedido si hubieran cambiado de estrategia gramatical en cualquiera de las dos opciones. Antes o después. Ahora o nunca. Tarde o temprano. C’est la vie.

Sí, han decidido variar la fórmula lingüística, pero la musical permanece casi intacta, si bien podemos adivinar nuevos métodos en su proceder, caso de “Cimarrón” o de “Imprescindible”, o quizás no, vaya usted a saber. Y se repiten los adverbios, se repiten los acasos, y se repiten las cuestiones. Se repiten las emociones, se repiten los pensamientos que tenemos masticados, incluso digeridos sobre los klijos. Cada aparición, ya fuera en estudio o en directo, ha tenido la correspondiente respuesta por nuestra parte, y hayamos dado en el clavo o hayamos resbalado, cosa que habrá sucedido sin duda alguna, ha sido realizada con imparcialidad… y con su correspondiente cuota de cariño, of course. Bueno, para ser fieles a los acontecimientos, el primer encuentro se debió demorar, pues el destino nos situaba en Donostia cuando visitaron el botxo un jueves de marzo de 2015; sin embargo hemos podido enmendar ese desatino. Se hacen querer los tíos, y ese talante se traslada a unas canciones que hoy pasan a engrosar páginas pasadas, lo cual no significa que olvidemos sus anteriores obras o, sin ir más lejos, la última canción que traspasó las fronteras del secreto expandiendo las alas de la libertad. Mucho nos han ayudado, por cierto, sus súplicas en esta época de esperas y premuras. Mucho nos ha guarnecido en este aciago período. Mucho nos aportará “Maleza”.

Ese es, entre otras cualidades, uno de los grandes patrimonios de The Kleejoss Band. Las canciones templadas. Las canciones que aun bajando revoluciones revolucionan el corazón, y en ello tendrá su parte de responsabilidad Kleiser, el autor de las letras, el escritor de las estrofas, el transmisor de sentimientos. El trabajo melódico es cuestión colectiva, y aun con el eje de rotación situado en las mismas coordenadas, de ello sale beneficiado un disco con mayor carga en ese aspecto, o quizás no, vaya usted a saber. El rock, en el amplio sentido de la palabra, sigue compacto e inherente en su propuesta, y ya que antes mencionábamos “Imprescindible”, en eso se están convirtiendo los chavales si no lo eran ya. No se trata de un brindis al sol, un comentario superficial o un axioma sin posible impugnación. Simplemente son emociones, simples pensamientos que se reúnen en el hipotálamo cuando la guitarra pellizca, cuando el vacío oprime, los ecos retumban y te vuelves “Invisible” en un tenue espacio armónico del que desconocemos su porqué, aunque… ¿por qué necesitaríamos saber esos motivos? Conocemos el poder del rock and roll, ese que te impulsa a apropiarte de una canción, llevarla a tu terreno, imaginar que esos versos hablan de ti y tus circunstancias… El mismo que nos seccionó el alma en la última estación del último viaje, y que gracias al tiempo y el espacio se abraza con “Perro Solitario”, frecuente conclusión, habitual interrogación de Kleejoss Band.

Hemos alterado el guion, sí. Empezamos por el final porque éstos tienen un papel fundamental en la historia del cuarteto, al menos bajo nuestro punto de vista, y visto que en ese quebradizo hábitat se muestran recios y explotan varios elementos susceptibles de distintivo particular, algo por otra parte difícil de conseguir en un submundo regido por doctrinas, analogías y/o alegorías, así lo racionamos. También (la historia) tiene principios, y desde fuera da la sensación de llevarlos por bandera. Sobre eso podrían hablar el single (“Anónimo Campeón”) de un elepé grabado en casa, en Zaragoza, en La Cafetera Atómica Estudio, puede que la tela de araña tejida en “Malvenidos”, incluso los pronunciados ángulos de “Las Canciones no Esperan” o quizás no, vaya usted a saber. Un elepé grabado ¡en marzo! que ya está finiquitado y a disposición del personal en serie limitada de vinilo y en formato digital, auspiciado por la disquera Milanamúsica Records que tan buenos momentos nos está brindando en este inicio de operación empresarial, y por lo anunciado, más están al caer.

El futuro, a la vuelta de la esquina, en las frecuencias de “Maleza”, en los claroscuros ofrecidos al “Amanecer” o en “Poco Tiempo”, un alto en el camino que precisa atención. Voces, sinfonías, espacios y… “Cambiar minutos por momentos” un recado para la sociedad, un reclamo para usted o para mí mientras las guitarras distorsionan y lanzan moduladas andanadas que también son otra suerte dominada por este cuarteto formado por Luis Kleiser (cantante y guitarrista), Joss Mayoral (baterista y diseñador del workart), Nacho Prol (bajista, armonicista y corista), y Andrés McMalo (guitarrista y corista). Un cuarteto habituado a homenajear a sus fans, a sus héroes, a sus templos y a sus camaradas en alguna de sus composiciones. En esta ocasión las composiciones se llaman “Radio Amiga” y “Revólver”. En esta ocasión el homenaje es extensible al rock and roll. En esta ocasión participan Rafa DomínguezAinhoa y Gonzalo Clar, y posiblemente la confección de “Maleza” haya estado marcada por la actualidad, o quizás no, vaya usted a saber. Fuera como fuera, dos añicos sin canciones nuevas de los mañicos se antoja demasiado. Fuera como fuera, la puerta abierta está.

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