El decimotercer álbum de estudio de Los Deltonos está, a partir del 15 de abril, a disposición del personal en las plataformas habituales como descarga digital y en comercios del ramo como soporte material, aunque haya opiniones discrepantes en cuanto a la cuantía de discos. Para uno eran docena antes de éste, lo cual significa que tienen un amplio bagaje a sus espaldas. El revolucionario trío que comenzara travesía tres décadas atrás se ha convertido, a base de esfuerzo, kilómetros y autoconfianza, en un competente cuarteto que continúa la senda de rock americano de sus comienzos aderezado, eso sí, de subversivas, sarcásticas y honestas canciones. Culpable de todo ello, el perseverante Hendrik Röver, quien alterna filiación con los Míticos GTs, ejerce como songwriter a tiempo parcial y comanda una station de copete y peregrinaje como la cántabra GuitarTown Recordings. En Cantabria no se conceden compostelas como en Galicia. En Muriedas se entregan diplomas de variada concepción armónica, documentos que certifican otro tipo de sentimientos, y allí, al igual que numerosos colegas de profesión, querencia o entelequia, registraron “Craft Rock”.
Llevamos demasiados meses contando días como si fuesen horas, demasiado tiempo intentando encontrar la salida al maquiavélico laberinto en el que estamos empotrados. Llevamos una pesada espada de Damocles que apenas nos permite respirar, y esta desequilibrante situación entre la barbarie y el despropósito sale a flote en cualquier conversación. Guste más, guste menos, pretendamos mantenernos alejados, informados o estemos saturados de escuchar por todos los rincones angustiosos guarismos, frases lapidarias o impresiones sobre el monotema, este paréntesis que nos ha tocado vivir va a permanecer en nuestro subconsciente queramos o no, y el rock, pese a la perversa espiral en la que se encuentra, no podía evitar estar al margen. Hablando de rock, hablando de canciones, hablando de análisis y parábolas, hablando de agresivas frecuencias, incisivas guitarras y razonados manifiestos… el señor Hendrik Röver, que en esta ocasión se explaya con otro buen ejemplar de letras y notas. Para nota muchas de esas letras, por cierto. Algo especial tiene su timbre de voz, algo atractivo y turbador que inexorablemente lleva a seguir su fraseado, a intentar comprender el mensaje. Como le gusta decir, se siente un cantante de canciones. Como defiende, el rock americano también es posible en castellano, cosa que le habrá supuesto más de un dolor de cabeza… O más de una alegría, por supuesto.
Acompañado por Fernando Macaya a la guitarra y coros, Pablo Zeta al bajo y Javi Arias a la batería, el amigo Röver extiende su manual de comportamiento desde “Hey Gente”, llamada al orden a la multitud que de alguna manera quedara suspendida en aquella pasada situación de reclutamiento domiciliario. Todos tenemos nuestros momentos de flaqueza y todos hemos experimentado fases de purga espiritual no solo en este annus horribilis, sino a lo largo de nuestras vidas, lo cual no significa que deberíamos fijar el campamento y decir “Lo Dejo”. Aparte de un pensamiento, una efímera sensación o un acto reflejo en críticos instantes, es un blues que cala y agita el interior con un electrizante slide y un elocuente manifiesto: “no estoy aquí por sufrir, estoy harto de estar siempre en rebajas… estoy harto de ser el pelele que encaja los golpes…” Quien lo quiera entender, pues entenderá que la ironía es uno de los puntos fuertes del caballero, quien conciba indebidas interpretaciones, pues “Así Lo Entiendo Yo”, otra característica hipérbole deltoniana que taladra, somete y da la bienvenida a “En Mitad”, que no se encuentra en el ecuador del disco precisamente, pero sí cierra el primer tercio lleno de actividad y plena actualidad.
No sabemos si “La Pieza Principal” representa para sus autores lo que su nombre indica, pero ya sea por su duración, ya sea por los psicodélicos movimientos, por los marfiles rellenando espacios, por el palpitante compás o por la guitarra litigante, nuestro enfoque particular nos conduce en esa idea, y previa auscultación de “Invencible” (otra muestra de fidedigno titular), nos conduce a “Conduzco Yo”, una de esas historias comunes que habitualmente sucede (por eso es común) o nos podría suceder en alguna ocasión, por lo que muchos oyentes se sentirán identificados. Hendrik Röver podrá ser considerado como el Rey Midas del rock patrio (curiosamente el personaje aparece en algún pasaje) por la cantidad de artistas que recurren a sus métodos y a su implicación en los diversos proyectos que pasan por sus manos. Podrá ser considerado como un humanista con alma de músico o un músico con muchos enigmas por descifrar. Es un “Villano” del siglo XXI, un creador de ágiles manos y sagaz predicado que ni tan siquiera querría poner el cartel de “En Venta” o ceder ninguna de sus atinadas reflexiones, pues, como ya hemos dejado suficientemente claro, es un hombre que ha protegido su reputación desde húmedas y embarradas trincheras; es perro viejo, como reza “Farsa”. Es un incansable artesano dedicado en cuerpo y alma al cultivo de una productiva plantación de frutos derivados de los doce compases, o un esforzado currela que diariamente acude a la “Oficina” aunque permanezca “Todo Igual”. “Las personas nunca cambian, solo unas circunstancias, pero salvando las distancias, todo sigue exactamente igual”. Sofismas, estructuras y compromisos. Hendrik says, Los Deltonos plays. En dos palabras,“Craft Rock”.
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