Sertucha: “Cuando suba el Río” | GR76


Entre la hecatombe sufrida el año pasado (unas cuantas bolas extra quedan por jugar aún), pocas cosas se salvan de la quema, si bien es cierto que de cuando en cuando en el horizonte se adivina un claro por donde se cuela un rayo de luz. Sufrimos un duro golpe, sí, pero en medio de la adversidad pudimos advertir algún que otro atisbo de pundonor. Evidentemente, los hubo y en multitud de parcelas los sigue habiendo, pero no seguiremos dando más la tabarra con el monotema. Como íbamos diciendo, una de esas cuestiones a resaltar, el invulnerable rock’n’roll que dejara una notable selección de brillantes volúmenes fabricados aquí, allí y allá, o nuevas iniciativas como la que nos ocupa: Milanamúsica Records, firma discográfica emprendida por miembros de la formación Milana como Aritz Sertucha, Jay Martín e Isidro Pérez más el inquieto Alexander Garrote (ávido consumidor musical, docto en la materia e impulsor del festival castellano SmallTown). El terceto tenía en mente crear alguna plataforma que pudiera dar cobertura a colegas de esa marchitada escena de la que ellos forman parte, ven posibilidades de lanzarse a unas aguas atestadas de tiburones, pirañas y hasta peces globo, contactan con el promotor y tras un apretón de manos, al lío.

Conocidos los artífices del tinglao, habría sido sencillo, recurrente o natural inaugurar el camino con nuevo material del conjunto extremeño, pero la brújula señala distintas coordenadas. A quienes conozcan las maneras de Milana, poco queda por añadir, pero siempre habrá alguien no muy familiarizado con su propuesta. Sin ir más lejos, el que suscribe. Vagas nociones teníamos sobre ellos, aparte de alguna canción escuchada, oída más bien, así que no vamos a ir ahora de enteraos cuando no era precisamente una banda muy seguida. Sin embargo, cuando menos lo esperas se presenta el momento adecuado para revertir la situación, y en esa tesitura de neófito en la materia, nos enfrentamos a esta presentación de sello y cantautor, que visto así, no parecía mal debut. Triple salto mortal. Por un lado, Sertucha. Por otro, la disquera, y finalizando la pirueta, servidor. Además, ya teníamos asimiladas una serie de consignas sobre esta aventura, algo que el propio Aritz adelantó en GravelRoad76 semanas atrás, por lo tanto, había que centrarse en las canciones y en las trazas de un disco que cuenta con un padrino de campanillas como el señor Hendrik Röver, un tío que poca presentación necesita, ¿no? Asimismo, el hecho de cocinar el puchero en los estudios GuitarTown de Muriedas junto a los Míticos GTs, o sea, Goyo Chiquito al contrabajo y Toño López Baños en la batería, proporcionaba un aliciente más a sumar. Tratadas las causas, las razones y los entresijos, charlemos del cedé en cuestión. 

Aun habiendo dado por zanjado el asunto, vuelve a entrar en escena el maldito laberinto en el que estamos instalados, ya que en ese desconocido y angustioso contexto de calles vacías y mudas ciudades surgió “Cuando Suba el Río”, una concienzuda observación que en clave metafórica aborda las interrogantes de la condición humana enviando un mensaje alentador al oyente, porque los sufrimientos, los cambalaches, los refugios emocionales y hasta los puentes levantados sobre las riberas de los ríos tienen dos caras, dos posiciones, hasta dos disyuntivas. Y en este caso, el optimismo predomina en la canción al igual que en este sumario de reflexiones, consejos y refuerzos morales que sirven para cortar la cinta protocolaria, levantar el ánimo y avanzar. Flanqueado, eso sí, de románticas e incisivas guitarras, polvorientos tambores y ritmos eficaces que transitan por esa profusa ruta americana que defienden unos y otros en sus respectivas filiaciones, y que, unidas en este proyecto, congenian lo suficiente como para ilusionar al personal. Multitud de nombres completan ese espectro sonoro. Una caterva de pelajes y una referencia común, así que obviemos los nombres y pensemos en las señales. En la riqueza de los espacios y en la pluralidad de un sonido arraigado en latitudes americanas que ha cruzado fronteras instalándose en bastantes rincones del planeta, resultando tan creíbles los giros foráneos como sus esencias originales. 

Entre animadas cantinas (“¿Quién limpiará el polvo de mis botas?”) en las que puedes menear las caderas sin rubor, cobrizas campiñas (“Puedo volver”) donde la brisa prolonga su melancolía, afilados acantilados (“Noroeste”) que establecen distancias y concordias, o acogedoras estancias (“Hogar”) de necesaria y precisa serenidad, la guitarra del cántabro despliega su carisma y abundancia dirigiendo a un conjunto instrumental que imprime a su vez la cadencia precisa para que el particular timbre vocal de Sertucha recite su inspirador cancionero. Así, del tirón, sin comas ni remiendos. Durante los cuarenta y tres minutos de terapia, el subconsciente juega malas pasadas… o todo lo contrario. Seguramente, aparte de las notas y versos empleados, ese sea el propósito de “Cuando Suba el Río”. Inténtalo, que remarca la canción destinada a oficiar como lema para presentar este larga duración. Pese a los vaivenes de la vida, inténtalo. Pese a echar de menos el sonido de su voz (“Me conformo”), pese a ingratas circunstancias o cambios de rumbo (“Viento Sur”), actúa con tesón. Pese a que en ocasiones parezca que no remita el temporal (“Hombre Muerto”), que en otras tantas el hambre aprieta (“Perdedor”), o pese a que la suerte te sea esquiva, inténtalo. Aunque sangren las manos (“Cosecha”), inténtalo. Cuando mañana salga el sol (“Machacar”), quizás disipes conflictos internos, y si te equivocas, ¿qué más da? Tú solo intenta ser “Feliz”. Ese es el propósito, sí, pero, ¿la prioridad? La prioridad es vivir, creer, desear.

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