
En el ocaso de la primavera la banda británica Bad Touch publicaba su nuevo trabajo titulado “Kiss The Sky”, que en número ordinal suponía su cuarto sondeo de ráfagas guitarreras, clásicas composturas y enraizadas influencias con las que han conseguido cierta reputación (sobre todo en las islas) y han ayudado en su década de existencia a compartir escenarios con gente como The Quireboys, The Answer y otros tantos que se manejan en similares coordenadas. Por lo tanto, ahí tienen ustedes una estupenda pista para situar a los muchachos, aunque seguramente su nombre no sea nuevo para muchos, ya que sus discos anteriores gozaron de buenas críticas, y probablemente con este planeaban traspasar fronteras o incluso llegar más lejos, pero conocemos de sobra la coyuntura actual. Está resultando un año aciago, un año devastador en muchos aspectos, un ingrato año que será difícil olvidar. El escaparate no es nada halagüeño y la angustia parece haberse apropiado del ambiente, no obstante, las apariciones de bandas noveles y/o lanzamientos de discos de otras un tanto más experimentadas palían esa desazón. Entre ellas, Bad Touch.
Un gran número de formaciones de múltiples orígenes han encontrado amparo en el espectro del que hablamos, extenso de por sí en cuanto a definiciones o aproximaciones y por supuesto, diversidad de representantes. Con más riesgos o menos formalismos, rock and roll; el mismo que ha sufrido a lo largo de su historia todo tipo de agravios que estoicamente ha superado, así que este maldito inconveniente no conseguirá aplacar la fuerza de una entidad tan potente como el rock and roll. Llegará el día señalado para “Kiss The Sky”, y será entonces cuando, entre rabiosas guitarras, incisivas cadencias, enfáticos coros y el siempre hechicero slide, podremos instar al personal eso de “Come A Little Closer”, que no es sino el punto de partida de este álbum que ya revelaba en el titular las intenciones del quinteto de Norfolk, y que de alguna manera quedan corroboradas en esta primera canción.
El resto del elepé se mueve bajo parecidos estándares, afianzando sus posibilidades para codearse con gigantes del firmamento reinante y registrando su habilidad para componer bellas canciones como “I Get High”, que viene a refrendar nuestra teoría y con toda seguridad obligará a gritar y mover las caderas. Es adictiva, una de esas francas y eficientes historias cuyo principal objetivo es el delirio colectivo dado que incluye una importante cadena de anzuelos al igual que “Let Go”, otra muestra de veneración por el sonido clásico en la que podríamos situar la segunda línea en primer lugar, o simplemente verificar que todos ellos suman por el bien de la sociedad. Los giros vocales en su conjunto están tan estudiados como los arreglos de cuerda, como las determinantes y envolventes teclas o como los precisos ajustes rítmicos, y podríamos afirmar que los tíos se lo han currado.
Han confeccionado un elegante y aterciopelado traje (“Strut”) para lucir con botas tejanas en desenfrenadas fiestas (“I’ve Got The Music In Me”) cuya finalidad es disfrutar, brindar y bailar hasta desfallecer, hasta que un alma caritativa te ofrezca ayuda (“Can You Save Me”) para poder abrazar las nubes en compañía (“Kiss The Sky”) o en su defecto hasta el momento en el que la melancolía y el convenio coincidan en el punto exacto, en “See You Again”. Una cortesana despedida. Una carta personal dirigida a alguien en concreto, sin embargo, y gracias a la magia del rock, cada cual podría hacer suyo el mensaje. Todos tenemos palabras de recuerdo y agradecimiento hacia personas que llevamos en el corazón. Escúchala, siéntela y dedícasela, porque seguramente lo merezca. Una pausa no viene mal. El alto en el camino es necesario, y en este caso obligado, ya que la recta final emocionante se presenta con contundentes melodías (“Before I Die”, “Read All About It”, “Too Much Of A Good Thing”) donde las guitarras esgrimen su distinguido status, los compases nos remiten a los añejos doce y las armonías son clarividentes. Música del alma, ecos soul. Rock and roll en su máxima expresión rematado con dos piezas de opuesto tratamiento como “Sun And The Moon” y “Something About Your Kiss”, la primera de ellas un estupendo final para la edición digital debido a la disposición de elementos y su acertado acento, y la segunda, el orgánico crepúsculo, el bonus track para el mercado del vinilo. Un beso para el adiós. Un buen momento para soñar.