Directo, rotundo, firme y mordaz. ¿Raro? Ni mucho menos. El argumento de un contenedor de historias e histerias fabricadas a orillas de la ría por cuatro amigos acostumbrados a transitar estrechas vías secundarias en detrimento del pago de peajes que podrían originar ciertas incomodidades. Un desahogo, una reflexión o una necesidad. A groso modo, nuestro particular concepto de un álbum grabado hace unos meses en Koba Estudios con Xanpe a los mandos de la nave y editado bajo su propia autoría, algo bastante frecuente en la actualidad. ¿Raro? Ni mucho menos. El contexto donde una banda como Pomeray centra su existencia, tan extraño como lo es adoptar un personaje de Jack Kerouac como alias, sorprendente como moldear su temperamento, aun conservando inalterables sus criterios, u original ofreciendo trabajos donde el tratamiento sonoro tenga tanta importancia como el literario o el visual. ¿Raro? Debería ser habitual.
Y aunque defendamos que la esencia de Asier, Gontzal, Mendi y Lander sigue latente, podríamos hablar de ciertas diferencias con sus anteriores entregas, pues en esta ocasión la línea argumental o los curradísimos trabajos ilustrativos de antaño se concentran en un ojo temperamental que todo lo ve, todo lo procesa, todo lo anota y todo lo advierte con su misteriosa presencia. Ojo avizor, que hay quien defiende, como esa otra afirmación (imprecisa en este caso) de que tiempos pasados siempre fueron mejores. Taxativo alegato, obstinado y mentecato. Preferimos hablar de “Al Tiempo”, una de las canciones que componen “Raro” y que nos sitúa junto al inquieto saxo de Willy Kalambres en un utópico escenario que a su antojo manipula lo inmanipulable: la cadencia del reloj, el tiránico “TIC TAC” que esclavizados nos mantiene y aparece a continuación. Astutos movimientos, perceptibles franelas, distorsionadas guitarras deudoras de actitud punkarra y ecos de arenales que guardan mensajes encriptados como “Forastero” o “Inadaptado”, concluyentes recados como “Vanidoso” o evidentes amonestaciones que censuran al planeta y esta malsana sociedad. Llegamos a “Europa”, un manifiesto que revela con la virulencia de un ritmo poderoso y alarmante la inmoralidad de ciertos límites geográficos fabricados con alambres de espino. Una soflama que araña y debería remover conciencias. Y para esa necesaria meditación “Plumb Outro”, cierre que hace la labor de eslabón con la “Intro” que no habíamos mencionado, abriendo de nuevo el abanico que agita tiempos, misterios, cielos, infiernos, esperanzas y recuerdos. El romanticismo de Pomeray.
Pomeray – «Europa»