The Walk On Project Festival 2017 | GR76


Sábado 16 de diciembre 2017 en Sala Santana 27, Bilbao

Con los últimos coletazos de un otoño inestable y las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina The Walk On Project brinda la posibilidad de recibir y entregar calor en WOP Festival, el evento matriz del que posteriormente fueron surgiendo diferentes proyectos de toda índole válidos para colaborar, divulgar y financiar otros encaminados a la investigación de terapias curativas de enfermedades neurodegenerativas. Aunque la existencia de la fundación pudiera ser conocida por una mayoría y puntualmente hayamos señalado su función, nunca está de más recordar su presencia y su encomiable esfuerzo. En esta nueva edición (siete contamos ya) vuelven a contar con la sala Santana 27 de Bilbao  y para la ocasión, el trío jienense Guadalupe Plata, la nueva filiación del incombustible Jim Jones junto a The Righteous Mind y unos renacidos Backyard Babies. Cebo interesante. Anzuelo tentador. Había que acudir, así que nos presentamos con tiempo suficiente en el lugar y mientras esperábamos a que abrieran las puertas exhalando vaho y moviendo los pies para evitar quedarnos fríos Guadalupe Plata daba los últimos retoques a su prueba de sonido y entre la distancia, la cortina de sirimiri y la neblina se aprecian las siluetas de gente aproximándose a la sala, entre las que se encuentran algunos amigos a los que posteriormente saludamos. Cruzamos de nuevo el umbral. La sala solitaria nos recibe, pero poco a poco las huestes van llegando, comienza el trasiego en las barras del local sirviendo refrescos y colacaos, la gente se reúne en grupillos y se respira un ambiente alentador.

Guadalupe Plata

Empieza el show. Entre timoratos aplausos de bienvenida y parca iluminación escarlata que no abandonaría durante la actuación sale al escenario el trío de Úbeda. La monotonía (quizás sería más preciso decir monocromía) escénica es el reflejo visual del subterráneo blues que practican, una especie de quejío espiritual que fusiona su origen y la profundidad del sur americano con percusiones tribales, atizados slides y variopinto instrumental. Una formación de complicada asimilación o paralizante embrujo según con quién hables, y como fiel reflejo unas primeras filas donde se observan semblantes de aprobación o rostros sorprendidos por el intrigante akelarre que estaban celebrando, con lo cual obtenemos la prueba de lo anteriormente indicado. No toda la concurrencia conocía la miscelánea de Martos, de Dios y Jimena, y no todo el personal disfrutaba por igual con piezas básicas en su repertorio como “El Boogie de la muerte” o “En este cementerio” u otras más recientes como “Miedo”, pero cuando sonó un estrépito llamado “Milana”… Podríamos decir que la sala enmudeció, vibró, coreó y aprobó los lamentos de Dios (cantante) y con toda seguridad se llevaron a casa algún seguidor más, ya que concluyeron la actuación entre el deleite de los asistentes y numerosos aplausos.

Jim Jones And The Righteous Mind

Rápidamente el escenario se convierte en una estación de metro en hora punta con el cambio de backline para recibir a Jim Jones And The Righteous Mind. Nuevo ensayo, lozana congregación. ROCK & ROLL con mayúsculas, porque este hombre nos ha venido demostrando a lo largo del tiempo y en sus diversas tentativas que, aparte de una personalidad arrolladora, conserva intacta su pasión por el góspel más áspero y el blues más quebrado, se refugia al abrigo del estimulante soul y experimenta con géneros vanguardistas, hostiga, se estremece, seduce y cuando hemos tenido la oportunidad de vivirlo en directo con maestría implica a la multitud. El piano del señor Millership anuncia “Boil Yer Blood” y las primeras filas son rápidamente ocupadas por seguidores que no cejarían un instante en responder las acometidas de la banda hasta el rotundo final de fiesta con “Alphashit” y una brava marea de brazos en alto, pidiendo más, rogando al cielo y suplicando prolongación. Parecía haber sucedido todo en un suspiro, había terminado una de las apariciones más transgresoras que recordamos del festival, una soberbia ejecución repartida entre el perverso averno de “No Fool” o “Aldecide” y el sosiego celestial “I Found A Love” (metafísica conexión con Wilson Pickett). Entre la embaucadora armonía de “Hold Up”, entre ritmos psicodélicos y sensuales movimientos, con un piano lascivo y una precisa steel que Malcolm Troon canjearía por una preciosa Gretsch ofreciendo un brillante desafío a doce cuerdas con el señor Jones en “Babe Is Loaded”. Sin pausa. Con su compañero de fatigas en la Revue Gavin Jay retando al público sin descanso. Con convicción y compromiso. La revolución de Jim Jones And The Righteous Mind, una liturgia de obligado cumplimiento.

Backyard Babies

Debíamos salir a reponer fuerzas, tomar algún refrigerio y respirar un poco de aire fresco con urgencia porque estábamos más bien exhaustos y debíamos volver al puesto de vigilancia lo antes posible, pues los vikingos Backyard Babies eran los encargados de despedir la velada. Retorno obligado o no, el apetito por ver de nuevo a la formación sueca siempre estará latente, ya que nunca nos han defraudado. Apretujados estaban en las filas delanteras los sufridos seguidores cuando regresamos, y en cuestión de minutos se activa la alarma. Salen a escena Nicke Borg, Dregen homenajeando al gran Kike Turmix luciendo camiseta de Safety Pins (no solemos hablar de estas cosas, pero si la ocasión lo requiere…), Johan Blomquist y Peder Carlsson entre el griterío ensordecedor que desata su presencia y “Th1rte3n Or Nothing”. Estamos ante unos tipos catalogados en su día como precursores, y por lo visto en estos primeros compases evidencian eso de quien tuvo retuvo. Desprenden energía, actitud, adrenalina, y mientras Nicke arremete con esa chulería callejera que la caracteriza, Dregen se desboca con sus espasmódicos contoneos y Johan anima a la peña a gritar, a blandir puños en alto y corear efusivamente “I’m On My Way To Save Your Rock ‘n’ Roll”. El reto era saber si conseguiríamos conservar la posición mucho tiempo, ya que los Babies llevaban en volandas a un público entregado y la presentación de “Making Enemies Is Good” es síntoma inequívoco de jolgorio. Los asistentes agradecieron “Painkiller” como antes habían disfrutado con la fogosidad de “The Clash”, las decididas guitarras de “Heaven 2.9” desatan la satisfacción a tu alrededor y las variaciones punk de “Bombed (Out Of My Mind)” aceleran unas pulsaciones que en nuestro caso rozaban la franja de emergencia. Lastrados por el cansancio y un inoportuno traspiés debíamos claudicar muy a nuestro pesar, y con la radiante iluminación de “Nomadic” que nos señala el camino de salida ponemos punto y final. Pero repetiremos. Volveremos con The Walk On Project.

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