La euforia y la nostalgia de Last Fair Deal | GR76


Jueves 30 de noviembre de 2017 en La Fundición, Bilbao

Volvimos a casa gratificados y convencidos de haber invertido correctamente tiempo y dinero en una nueva velada ofrecida por Last Fair Deal, y eso que teníamos reciente el recuerdo de un emotivo homenaje a Tom Petty días antes junto a unos cuantos amigos en Kafe Antzokia, pero somos obstinados. Somos cabezones y necesitamos estos momentos, precisamos estímulos para continuar el camino y de cuando en cuando nos dejamos caer por lugares donde se ofician rituales aconfesionales, ejercicios litúrgicos promovidos por la fe, la pasión, el espíritu, o el entusiasmo del rock&roll. 24173571_1565962070137461_7308523738370026089_oY si tensamos un poco más la cuerda con una exclusiva cita en La Fundición Bilbao donde somos maravillosamente tratados por la gente de Konpartitu, creadores del ciclo Rock de Cámara y manifiestamente apasionados de la música en general, obtenemos respuestas a la frívola cuestión. ¿Por qué en un día embarazoso, frío y lluvioso? Porque encontraríamos el calor en una sala acogedora, funcional y coqueta, por la considerada acogida, por el contexto, y porque Virginia, Iker y Gontzal merecen nuestro apoyo, nuestro respeto y hasta que nadie nos demuestre lo contrario seguirán teniendo (al igual que unas cuantas formaciones locales) nuestra admiración, así que la decisión no era demasiado complicada. Valor y a sumergirnos en el embotellamiento botxero producido siempre que arrecia, o sea, algo habitual, aunque podríamos decir que el pasado jueves vimos el invierno sin haber catado el otoño. ¡Qué más da…!

La llamada de los chicos y el compromiso de Konpartitu inclinaban la balanza a su favor, y los dulces, chocolates y bebidas de la bienvenida son otro dato a tener en cuenta, por cierto. A la hora señalada se abren las puertas y los espectadores que a cuentagotas fuimos llegando debido a la perversa climatología, íbamos ocupando nuestros asientos. Buena imagen. Repetimos una vez más. Sala coqueta. Tal vez para la organización no fuese el número esperado, sin embargo podríamos decir que éramos todos los que estábamos aunque no estábamos todos los que somos, ya que poco a poco aumenta el número de seguidores y el esfuerzo del terceto se ve recompensado cada día con más convocatorias. 24254845_1565966290137039_3873909471388522193_oY si sus habituales prólogos son una tormenta de emociones, abordar la actuación con “Roots” y la presencia en solitario de Gontzal, su seductora guitarra y su voz casi atormentada es un regalo del cielo. Por eso en el exterior continuaba sollozando. Aprecias notas que brotan del corazón, intuyes el perdón de su implícita rogatoria e imaginas la gestación de una nostálgica oda que se cuela en el alma y te transporta al nirvana. Tras los pertinentes aplausos aparece Iker en escena, se sienta a la diestra de su compañero, y a dúo guitarrístico se reúnen con un referente como Robert Johnson en un soberbio “From Four Until Late” que a más de uno le sacaría los colores, apareciendo a continuación la risueña Virginia seguida de Diego Las Heras, teclista de lujo para la ocasión. Ya estaban los cuatro. Cada uno en sus posiciones que no abandonarían en ningún momento al igual que el resto del personal. No se movió ni el tato. Observando, escuchando, siguiendo en escrupuloso silencio (¡¡lo cual se agradece, por Zeus!!) y aplaudiendo “Nobody”, secundando enérgicamente primerizas escaramuzas como “Oh My Soul!” u otros delirios más recientes como “Let’s Move”. El yin y el yang. El eléctrico y el desenchufado. La euforia y la nostalgia. Los dos perfiles de una banda que próximamente celebrará su décimo aniversario confesando su amor por la “Music” y demostrando que “My Song” no es sólo un título más, es la consecuencia de seguir aprendiendo, mejorando y avanzando en este proyecto que gradualmente les ha proporcionado (y seguirá suministrando) grandes satisfacciones y buenas amistades como Miguel Moral (Highlights) que no podía renunciar a la llamada y dirigió perfectamente el quinteto en “Changes”, la terapéutica aproximación a Black Sabbath. Tampoco podía faltar “Last Fair Deal Gone Down”, el viejo blues del señor Johnson que les facilitara el nombre y cerraba el círculo (más tarde tuvieron que ceder ante el empuje de los asistentes) despidiendo una representación marcada por los doce compases, por ritmos diabólicos, raciales slides, entreactos sugerentes, variado anecdotario y cero distracciones. “Nobody” pudo salir descontento.

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