Viernes 6 de octubre de 2017 en Sala Universonoro, Palencia
Si la memoria no me falla, esta era la tercera visita de los jienenses, y mi tercera vez ante ellos. Es curioso que, con la propuesta compleja que ofrece su universo sonoro, hayan llenado la sala siempre y formaciones un tanto más asequibles actúen casi en familia. La música al final son sensaciones, y en cuanto a eso no hay nada escrito. A pesar de ir con tiempo se nos complicó la llegada y el aparcamiento, pues la Shopping Night en la ciudad nos hizo dar más vueltas de lo esperado. Entramos raudos y justo coincidimos en la entrada con los protagonistas de la noche. Pillamos avituallamiento en la barra y ya con el primer tema sonando nos adentramos al borde del escenario, como es de costumbre. Sala repleta y motivación a tope para la los de Úbeda.
Esta cita demostró que cada vez se van adentrando más y más en el terreno instrumental. Nos llevaron por senderos pantanosos, partes oscuras y chirriantes, pasajes surf, rock&roll obsesivo, psicodelia canalla, momentos áridos y sobre todo por una jam constante; a ratos un poquito repetitivos en ciertos sonidos de la guitarra. Quizás tratando de buscar atmósferas, quizás el más allá. Aún así hay que destacar el sonido del trío, lo que ofrecen no es nada fácil en bandas de estos lares. Quizás mi cansancio acumulado no me dejó, como en ocasiones anteriores disfrutar tanto de ellos.
Momentos muy destacables fueron “Milana bonita”, “El boogie de la muerte” o “Huele a rata”, que ya se han convertido en clásicos. En definitiva, una jam sesión constante, alejada cada vez más de la canción estándar. Un tobogán musical que pasó por momentos áridos y polvorientos, y otros donde nos inundaron de fango. Siempre muy recomendables los andaluces y su paleta de colores, a veces más insípida, más grasienta, más delirante, y por momentos hasta adictivos. Nos vinieron a la mente las películas de serie B, el desierto y hasta la imagen de algún cocodrilo…