Lunes 11 de septiembre de 2017 en Sala Rouge, Vigo
Dos noches memorables, dos funciones inolvidables, dos bandas impactantes. Dos extraordinarias veladas en las que los culpables de nuestra escapada a tierras celtas volvieron a demostrar porqué ocupan un lugar preferente en nuestro altar particular de santos, epístolas, dogmas e incluso de rock n’ roll. Dos noches que en realidad fueron más, ya que siempre que visitamos las rías baixas el trato recibido y la hospitalidad son de una proporción similar a sus mariscos, sus carnes, sus licores y sus paisajes. Primera parada: Lunes 11 de septiembre, sala Rouge de Vigo, un recinto de buenas dimensiones, buena acústica y grandes posibilidades. A media tarde nerviosos llegamos al soundcheck de The Steepwater Band donde los saludos, abrazos y cordialidad revelan su categoría humana, y a pesar de los típicos duendecillos que aparecen en estas circunstancias, dan por finiquitada la prueba con buena nota. Es hora de cenar. Cuando volvemos se aprecia buen ambiente en la puerta del local, su interior se va llenando de veteranos seguidores y por lo que éstos nos cuentan algunos noveles y en cuestión de minutos salen a escena los chicagüenses.
Puntuales aparecen en el escenario espoleados por una asistencia que no cejaría en su empeño ni un minuto con “Silver Lining” y las huestes corean en alto, vibran, suplican, bailan y saltan al ritmo del escurridizo bottleneck de Jeff Massey, la jerarquía de Joe Winters, el ímpetu de Tod Bowers, la fiabilidad de Eric Saylors y la fuerza contagiosa de “Roadblock”, segundo entreacto de un atípico lunes a kilómetros de casa, en nuestro hogar. Una banda en estado de gracia que se muestra eufórica, demuestra carácter y oficio, sugiere, alienta, sugestiona e invade los espacios con el equilibrio preciso y la fortaleza conseguida tras años de búsqueda en los que su potencial ha ido ganando enteros hasta llegar a este punto de plenitud artística. “Shake Your Faith” es ese aval al que hacemos mención, y la gente así lo entiende, porque cuando aparece por primera vez el perfil del viejo Young la temperatura de la sala roza dígitos tropicales. Calor, humedad, ardor. Pasión. Devoción. El blues marca la pauta. El rock n’ roll señala el objetivo, y tras unos cuantos ejemplos de consistencia emerge la sacudida: “World Keeps Moving On”. Diez minutos de éxtasis colectivo respaldado por una melodía desgarradora, una voz incisiva y un feroz slide que a uno siempre le pone en órbita mientras los recuerdos, las imágenes y los sentimientos se apoderan de la mente. Hay canciones que te atrapan por la solidez de sus letras, el fraseado de sus notas, la emoción de su armonía o la dimensión de sus espacios, y “World…” sigue todos esos parámetros. La compenetración entre los cuatro es absoluta, la delicadeza de Eric cuando se sienta para acariciar el lap steel o zapatea el wah-wah es tan importante como el groove de Tod, el shuffle de Joe o el bend de Jeff y alternan material propio con espectaculares revisiones como “Crossroads”, “You Don’t Love Me” y la celebérrima “Cortez The Killer” con dos Les Paul implorando al cielo en un duelo impresionante. Tal vez alguien podría decir que era un extraordinario final para una actuación de la misma altura, pero no. Recuerdan tiempos lejanos con “Ain’t Gonna Waste The Day Cryin’” y “Hard As A Stone”, despidiendo el cónclave con “Statesboro Blues”, un sollozo de satisfacción. Un agradecimiento de los ángeles.
Jueves 14 de septiembre de 2017 en La Iguana, Vigo
Tres días más tarde nos dirigimos a la mítica La Iguana, segunda parada en nuestro itinerario. Cuando traspasamos las puertas de la sala nos dio la sensación de retroceder en el tiempo, sin embargo esa momentánea sensación pasa a un segundo plano al escuchar de nuevo la sensual voz de Robert Jon, el inmaculado slide de Kristopher (otra magistral lección para enmarcar) y el gracejo de Steve, Dave y Andrew, sospechando que íbamos a ser testigos de una noche especial. Venían cansados de Santander, donde nuestros espías nos adelantaban diversas cuestiones, y tras la reconstituyente cena entre risas y confidencias, saltaron puntuales al escenario dando la bienvenida con “Tightrope ” y… Fue emocionante. Fue estimulante. Fue vibrante. Fue emotiva, fue plena. Fue otra velada donde la compañía, la banda y la propia noche se conjugaron para convertir ese instante en un obsequio trascendental. Dos horas de auténtico rock n’ roll disfrazado de inquieto southern, solvente soul y cadencioso funk teñido con psicodélicas tonalidades de California. Verificamos in situ la magnitud de “Good Lovin’” mientras decenas de caderas se meneaban con su ritmo provocador, coreamos al unísono “Old Friend”, “Cold Night” o “Georgia Mud” y nos dejamos imbuir en la grandiosidad etérea de “Shine On”, un escalofrío que recorre la médula espinal con la misma vivacidad de ese slide ya aludido. Un estribillo hambriento de voces, un estallido en el corazón. La proximidad con el tablao y el gentío agolpado en las primeras filas hacía que el calor fuera casi sofocante, sin embargo los chicos siguen agitando al personal con los caracoleos de Steve, las embestidas de Dave y el característico solo de batería de Andrew que permite un leve descanso a sus compañeros previo arreón final, donde aparte de la concordia campestre de “Hit Me Like You Mean It” y la fraternidad de una bella oda como “Mary Anne” acabamos enajenados con el eco de “Rollin’”. Muchos nos llamarán locos, pero en el mundo de los cuerdos los momentos de locura transitoria son los que te permiten seguir soñando, viviendo y amando. Volveremos. Ellos también.
Fotografía de Ángela y Galys