Con la llegada del verano y las prolongadas horas de luz a la vuelta de la esquina agarramos el petate y nos vamos de romería. Año tras año (afortunadamente hemos superado puntuales obstáculos) salvamos los kilómetros que nos separan de Vitoria-Gasteiz y arribamos en Mendizabala para presenciar, vivir y sentir la energía producida tanto en los escenarios como en los calurosos abrazos de aliados a los que ves anualmente en Azkena Rock. Una reunión especial. Un cónclave esencial. Un fin de semana de rock&roll, que no deja de ser la génesis de nuestra travesía. A partir de ahí, el carácter del certamen, su tratamiento, la ausencia de etiquetas que persiguen a otras organizaciones de esta índole, las bandas que hemos podido disfrutar a lo largo de estos años y las horas de charlas, risas, bokatas, birras, más risas y alguna que otra lagrimilla son causas fundamentales para repetir. Entre esas conversaciones, como si fuéramos brujos y pitonisas nos anticipamos al futuro soltando nombres a diestro y siniestro sin saber ni fechas ni por supuesto si podremos acudir. El año pasado fue diferente. El año pasado, a pesar de las muestras de contrariedad por la persistente borrasca que se instauró durante el fin de semana, alborozados recibimos la noticia de saber por primera vez (si la memoria no nos falla, que todo podría ser) las nuevas fechas. Gran motivo para hacer planes con doce meses de antelación. Una razón de peso, que decía unos de los compañeros.
El tiempo. El perverso tiempo marcó la edición pasada y ahora nuestro análisis. ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Qué poco tiempo queda para volver! ¿Hará buen tiempo? ¿Tendremos tiempo suficiente para cubrir nuestros deseos? ¿Podremos doblegarnos en el tiempo para todo ello? O en el espacio, porque este año Mendizabala se concentrará aún más con la inclusión de un nuevo escenario llamado Trashville, cuyo principal objetivo es plasmar el ambiente generado una en sala y trasladarlo a otra esfera como un festival. Atractivo giro que no dudamos tendrá una acorde respuesta, ya que su multidisciplinar perfil incluye enfáticos luchadores musicales, la proyección de RocknRollers, película documental realizada por Juanma Bajo Ulloa sobre el festival y deportistas beligerantes. Entre la austeridad de algún one man band como King Automatic o Bob Log III y vigorosas bandas como The Cyborgs u hombres orquesta como Vurro, entre Granada (Pelo Mono) e Italia (The Devils), entre el swamp, blues, el garaje, el punk, el underground, sesiones de DJ’s y combates denominados Sin indulto y sin empate, donde esforzados luchadores mexicanos ofrecerán minutos insospechados hasta el momento en el festival.
Pero el reclamo principal es el rock&roll. El rugido de las guitarras que en sus primeros años acompañaba al Azkena como leyenda, concretamente el poder de las guitarras. Este año, aparte de ser considerable ese dominio, se repartirá entre los ya bautizados escenarios rindiendo tributo a algunos de los músicos que nos han abandonado durante estos últimos 365 días. Sin embargo este año vuelve a ser especial en ese sentido. Estos nombres en clave de homenaje siempre han recaído en quienes se subían a los escenarios, nunca en quienes luchaban porque esos escenarios permanecieran vivos. El espíritu de Javier Ezquerro, cabeza visible de la promotora On The Road Music y gran defensor de este festival seguirá presente gracias al noble detalle de dedicarle uno de ellos bajo un epígrafe que bien le define: compartido con Greg Lake, Love. En este espacio podremos disfrutar con Buck & Evans, una de esas bandas que aun partiendo de la zona baja termina enamorando al personal mientras a Thunder le precede una célebre historia y cuenta con una importante legión de seguidores. Necesario llegar con puntualidad al igual que en el interesante retorno de Union Carbide Productions, vikingos como Hellsingland Underground, ambas bandas de gran disposición musical bajo psicodélicos patrones los primeros y naturaleza sureña los segundos. El rock intenso de Crank County Daredevils y la delicadeza de Mambo Jambo son otros ejemplos de un apartado que habría sido apuesta segura para Javi, así que presentaremos convenientemente nuestro respeto.
Respect es el apelativo designado para hacer lo propio con Gregg Allman y Sharon Jones en un escenario encargado de iniciar el festival con la intervención de los bizkaitarras Fetitxe, cuarteto proveniente de las dunas de Arrigorriaga caracterizado por su pundonor en las distancias cortas. Músculo, sudor y velocidad. Con similares argumentos, el trío SCR (SotaCaballoRey) agitará a buen seguro la masa y los locales The Soulbreaker Company demostrarán porqué son una de las formaciones más compactas y solventes de la actualidad. Las guitarras siguen marcando la pauta, y como muestra tres nombres catados en el pasado. Los veteranos The Cult, los renovados Graveyard y los resucitados The Hellacopters. Coincidencias horarias al margen, con toda seguridad serán tres muy concurridas actuaciones. Por otra parte, concretamente la de enfrente, el escenario principal homenajeará a Chuck Berry y Chris Cornell bajo el distintivo God, en clara alusión a la entidad de ambos y su absoluta influencia en el panorama cultural. Desde esa plataforma caldearán el ambiente Cheap Trick, John Fogerty, Chris Isaak o Inglorious entre otros. Tal vez el gran reclamo sea el ex-Credence, puesto que su nombre ha sido nombrado, perseguido y hasta exigido por gran parte de azkeneros a lo largo de los años. Se nos antoja unos de los momentos culminantes, donde las cámaras fotográficas echarán humo y el personal bailará y cantará abducido por la excelsa dimensión del caballero. Repitiendo asistencia, Cheap Trick y Chris Issak harán disfrutar al público que se congregue con sus frenéticos arrebatos unos y el otro con su envolvente romanticismo, e Inglorious obligarán a mover puños, y cabezas con el aguerrido rock dominate ese fin de semana. Quizás el menos citado sea Michael Kiwanuka, quien se ha colado en el cartel por méritos propios y sin duda puede ser el gran tapado del certamen con su hipnótico soul.
Al margen de lo estrictamente musical, deberíamos considerar el aspecto logístico, que también cuenta con pequeñas novedades. El habitual camping contará con una parcela llamada Glamping, y otra decisión que ha provocado disparidad de opiniones: la pulsera Cashless, método de pago virtual que la organización ha elegido para eliminar los conocidos tickets. Para evitar aglomeraciones la organización recomienda registrarse con tiempo, lo cual se puede realizar accediendo al registro gracias al código que figura en cada bono o entrada. Nos vemos en Mendizabala.