Lemmy fue el hijo de un vicario bastardo, el cual como buen cristiano, abandonaría a su madre y a éste cuando apenas tenía tres meses de vida. El destino también quiso que naciera la noche que se supone nació Jesucristo (ese al cual rendía pleitesía su padre) y murió el día de los Santos Inocentes. Todo parece una broma del destino, ese mismo que un día le hizo coincidir con su padre vicario en una pizzería (que mejor lugar para un reencuentro familiar).
Creo que nada define mejor a Lemmy que sus palabras; «Fuck god and fuck the devil and fuck the church too. I’m responsible for my actions. I don’t need to hide behind nothing. The devil didn’t make me do it, I did it… whatever I did.» (Lemmy Kilmister)
Todos hoy recuerdan una fecha en sus vidas, esa en la cual se encontraron por primera vez frente a frente con el gran Lemmy en un concierto, o el día que adquirieron su primer disco, o la primera vez que escucharon alguna de sus canciones.
16.08.1999 es para mi esa fecha enigmática, ese día que hoy revolotea sobre mi cabeza sin cesar, mientras los vinilos de Motörhead no dejan de dar vueltas en el viejo plato Vestax. Recuerdo con nostalgia aquel viaje desde mi pueblo hasta Vigo, donde en un campo de fútbol, en el cual unas semanas antes me encontraba jugando de portero, actuaría esa noche Motörhead.
Apenas me quedaban cuatro duros después de comprar la entrada, así que me tomé unas birras a la lejanía del escenario mientras S.A. hacían saltar como posesos a sus fans. Desde esa lejanía entre trago y trago pensaba constantemente, que era imposible que Lemmy y los suyos tocaran esa noche ahí, en medio de ese campo de fútbol ante apenas unos centenares de amantes del rock…
Poco después me encaminé a la primera fila, situándome justo enfrente, en el medio, ahí me encontraba agarrado a la valla y con mi mirada fija en el escenario, deseoso de que aquello no fuera un sueño y se hiciera realidad cuanto antes. Fue poco después cuando me di cuenta de que no se trataba de un sueño, que a pesar de tener unos cuantos grados de alcohol en sangre no estaba viviendo una paranoia. En un abrir y cerrar de ojos un operario se acerca y posiciona el micro mirando hacia el cielo (sólo Lemmy canta mirando hacia el cielo como si quisiera retar a los dioses), una lona con en emblema de la banda cae tras el escenario, el ruido del público de hace ensordecedor y entonces Lemmy aparece rápidamente por un lateral. Caminando sobre sus botas de cuero se dirige hacia el micro, su mirada está oculta bajo unas gafas de sol y su inseparable sombrero… entonces su desgarrada garganta grita “OVERKILL”… Lo que sucedió después de ese instante se resume un una palabra : ROCK!!!!!!
Nunca jamás un bajo sonó como el de Lemmy antes de su existencia. Muchos le llamaban la metralleta, porque así sonaba cada vez que aporreaba sus cuerdas a toda velocidad con las yemas de los dedos. Sin duda alguna se nos ha ido uno de los más grandes de la historia del rock&roll, se ha ido un pionero y un luchador, uno de esos seres que fue, es y será siempre un referente tanto dentro como fuera del mundo de la música. Muchos gritan “LEMMY ES DIOS” pero creo que al él le gustaría más que gritaran “LEMMY ES ROCK”. Ya que el Rock fue su única fe, y por el Rock se ha sentido vivo hasta el último de sus días.
Su muerte siempre ha sido un rumor que le ha perseguido año tras año en los últimos tiempos, pero solamente el puto cáncer pudo con uno de los más grandes, solamente el cáncer derribó del escenaro a Mr Lemmy. FUCK CANCER
D.E.P. LEMMY JAMÁS TE OLVIDAREMOS. ES HORA DE TOMAR UN WHISKY A TU SALUD, MIENTRAS SIGUE SONANDO A TODO VOLUMEN MOTORHEAD, ESA MÚSICA QUE JUNTO A TU RECUERDO PERMANECERAN SIEMPRE VIVOS.
Si tienes tiempo o dudes en ver este documental.