Walk On Project Festival, haciendo camino | GravelRoad76  


Sábado 12 diciembre 2015 en Sala Santana 27, Bilbao

Dudas razonables, sensaciones encontradas, impresiones enfrentadas. Por una parte, masas agolpadas en torno al puesto de merchandising ávidas en conseguir una foto, una firma, un beso, una amable sonrisa, un disco o una camiseta. En el otro lado de la balanza encontramos grupos de gente tanto en el recinto como en el exterior conversando y valorando el concierto de Vintage Trouble. ¿Qué te ha parecido? ¿Cómo lo has visto? ¿Quién te ha gustado más? Sinceramente, y al margen de consideraciones sobre las bandas nuestra conclusión es más sencilla, menos trascendental que muchos argumentos escuchados. La gente disfrutó y creemos que tanto el staff como la organización acabaron satisfechos, y no deberíamos olvidar que la existencia de este festival como otras tantas actividades paralelas son gracias a Walk On Project, fundación nacida con el objetivo de arropar y ayudar en el terreno de las enfermedades neurodegenerativas, por lo tanto nuestras respuestas se concentran en la palabra triunfo. Del rock, del WOP.

Un quinquenio en el que se han barajado diversos escenarios y grandes bandas, cinco años de arduo trabajo para conformar atractivas ofertas como la de este año, donde pocas dudas podía albergar la inclusión de Cracker y los angelinos, que junto a la banda local Los Brazos conformaban un considerable reclamo al que más tarde se suma Slydigs, la banda telonera de Vintage Trouble en este tour que finalizaban en Bilbao. ¿Algo podía fallar? 22491660_1523397664393902_8146723038464212260_nFaltaba saber la respuesta del público que barruntábamos debía ser positiva, y una vez vista la sala Santana 27 al finalizar, creo que sucedió, aunque en un principio estuviéramos prácticamente en familia viendo a unos jovenzuelos con su rock&roll trotón unas veces más rocoso (“Light The Fuse”), otras más preciso (“The Bitter End”), algunas afilado (“Electric Love”) y otra más lírico (“She’s My Rattlesnake”), intentando animar a una concurrencia que asistía pétrea a la actuación de unos británicos que pusieron ganas, pero quizás no era el día, el lugar, o acaso el personal. Pasemos página, pues. De una displicencia momentánea a la vitalidad de Los Brazos, trío que fundamenta su sonido en el boogie y latitudes americanas, rock&roll en su máxima extensión. Habituales de la comarca ya sea en locales pendencieros, fiestas populares o espacios más confortables sabíamos que aprovecharían la ocasión para subir un escalón más, teníamos la certeza de que sus fuertes andanadas serían recompensadas con aplausos y con la aprobación por parte de un buen porcentaje de aquellos que aún no habían degustado su receta. Es cuestión de tiempo. Son razones de peso, son unas cuantas plazas conquistadas en el tiempo y la distancia que separa “Delay” de “GAS”. Son muchos kilómetros los recorridos, muchas horas de furgoneta y unos cuantos directos que al final acaban fijando el carácter.

22528607_1523397947727207_1472451327678062945_oRecientes explosiones como “Randall”, o sentidas emociones como “Tales”, donde la brillante guitarra de William se erige en protagonista y te catapulta a una tercera fase son alternadas con composiciones clásicas en su repertorio como “Cold” o “Where To Go” facturando una intervención sudada, trabajada, bailada, aplaudida y que necesita ser presenciada. Comprobarás su armonía, su complicidad, la alegría que desprenden y contagian e interiorizarás el cadencioso ritmo de “Have Mercy”. Te acogerán en sus brazos.

Se apreciaba calor e intranquilidad controlada en el ambiente y la gente comenzaba a abarrotar unas primeras filas serenas hasta el momento y que espléndidas lucían esperando la aparición de una banda que envejece como el vino, unos tipos que impartieron una masterclass en toda regla. 22498924_1523398124393856_2725801561007046015_oUn recital que comienza cuando cesa el sonido ambiente y se adivinan acercándose a sus posiciones las siluetas del gigantón Bryan Howard que se cuelga el Rickenbacker de cuatro cuerdas, Coco Owens y Matt Stoessel sentados, el primero tras los tambores y el segundo frente al lap steel, y la maravillosa pareja Hickman y Lowery que nos saludan con la sugestiva “Seven Days”, obligando con ello al empuje de un público agradecido, con el “uh, uh, uh” general que no desvaneció en ningún momento. Una formación compacta que coquetea constantemente con la rica herencia americana capaz de suavizar al más intrépido y acerar al más prudente cuando a la tercera sueltan “Euro-Trash Girl”… Atemporal, etérea, majestuosa. Todo converge en un punto. Sentimiento. Todo tiene su significado. Emoción. Y el respetable se desgañita mientras la maquinaria seduce con los vigorosos arranques de Hickman, los destellos del lap steel, el tremendo carisma de Lowery, las dulces armonías de “Wedding Day”, la melodía barbitúrica de “Low”, el fascinante y solícito “Teen Angst” o piezas adictivas como “Another Song About The Rain”, donde constatas la entidad, la esencia, la identidad y autenticidad de unos tipos orgullosos de una inmaculada trayectoria que transpira rock&roll, respira country, llora soul, siente blues o es capaz de escupir enojados ramalazos punk. Podríamos decir que nos hallábamos en la gloria, babeando y sintiendo cada nota, cada estímulo, cada estribillo, cada oda, deseando que la tierra dejara de rotar y que el único movimiento en el mundo fuera la marea de brazos acompañando la dulce melancolía de “One Fine Day”… Ciertamente fue un gran día. Nos estamos malacostumbrando. “Gimme One More Chance”, un gran escalofrío.

22498980_1523397914393877_7004242266094458967_oHabía que respirar. Debíamos salir y coger fuerzas, pues quedaba ver qué nos ofrecía Vintage Trouble. Todo lo escuchado, visto y leído hablaba de interesantes y dinámicas actuaciones dirigidas por la batuta de Ty Taylor, el histriónico y escurridizo cantante diana de los disparos indiscriminados de los camarógrafos atrincherados en un palmo de terreno, director de un conjunto puramente entertainment, dicho con todo el respeto del mundo, no se malinterpreten nuestras palabras. En realidad esperábamos más soul, y encontramos más show. Buscábamos más groove, y nos topamos con un cuarteto cool de movimientos bien estudiados y medidos, en las antípodas de sus anteriores partenaires. Pero como hemos dicho en un principio no nos pongamos trascendentales, seamos objetivos, y digamos que ofrecieron un set dinámico contagiando fogosidad (“Blues Hand Me Down”), tranquilidad (“Another Man’s Words”), armonía (“Doin’ What You Were Doin’”) o consistencia (“Total Strangers”), digamos que se comportaron como verdaderos profesionales demandando el calor y la respuesta de la asistencia en los coros o a los gritos de Walk On Project, obteniendo su colaboración llevando en volandas a Taylor hacia el escenario, reclamando alzar los brazos, ponerse de cuclillas o consiguiendo que más de una lágrima recorriera alguna mejilla en “Run Outta You”, la simbiosis con el público en un final apoteósico que pensarían unos cuantos. Efectista, que otros suponemos. Reflexiones.

Un fragmento de Cracker

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