Viernes 27 de noviembre de 2015 en Salason, Cangas
Durante su directo puedes imaginarte estar cruzando USA en una vieja Harley Davidson a través de esas interminables autopistas, acompañado de Dennis Hopper como si estuvieras inmerso en Easy Rider. En otros momentos su música te adentra en medio de las montañas o en las extensas praderas hasta tal punto que si cierras los ojos puedes encarnarte en Emile Hirsch y ser el protagonista de Into The Wild.
Así nos hicieron sentir estos cinco músicos que un día decidieron dejar su ciudad natal en Virginia para emigrar juntos a la pequeña localidad de Ashville en Carolina del Norte. Allí establecieron su centro de operaciones, aunque como ya os hemos contado en la entrevista que mantuvimos con Adam, al final irían hasta Los Angeles para grabar su disco.
Salen al escenario ante apenas unos 30 o 40 amantes del rock americano. Los hermanos Clayton con sus gorros de colono comienzan a esbozar una sonrisa nada más comenzara a sonar la música, rompiendo inmediatamente el frío de la sala y provocando que desde el minuto uno nos sintamos atraídos por ellos y nos agolpemos a sus pies.
Comienzan con un tema nuevo con el cual ya dejan intuir hacia donde se encamina su show. A continuación Adam se levanta dejando su órgano y comienza a golpear un cencerro mientras baila e incita al resto de la banda a acercarse los más próximo al público. Es increíble verlos tan entusiasmados a pesar de la escasa afluencia de público. Suena “The Wind Makes Me Shiver” y de repente todos nos encontramos en pleno éxtasis, como si estuviéramos en pleno Woodstock o en una fiesta hippy de los 60.
The Freeway Revival desprenden algo especial, una paz y una espiritualidad que solamente comprenderás si te dejas atrapar por ellos. La misma espiritualidad que uno siente cuando cierra los ojos mientras escuchas la actuación de Canned Heat en Woodstock del 69, o cuando un disco como “Eat A Peach” de los Allman Brothers, no para de dar vueltas sobre sí mismo.
El concierto sigue paso a paso adentrándonos en un universo paralelo lleno de emociones, de armonías. Con la quinta canción Adam ya se encuentra haciendo un solo a los teclados, mientras Joey Lee abandona por un instante las seis cuerdas y se pone a tocar la batería junto a Mike McCue . Una jam que dura aproximadamente algo más de 10 minutos donde la primera fila salta sin cesar y sigue a gritos el compás marcado por esos cinco jóvenes músicos que a esas alturas ya nos habían dejado claro, que este sería una de los mejores conciertos de este 2015.
Con “I Remember” todo vuelve a apaciguarse, el recuerdo de The Band y Levon Helm nos viene a la cabeza. Recuerdo ese sutil punteado de guitarra a cargo de Jonathan, nada más comenzar la canción, al mismo tiempo que acompañaba a las voces a su hermano. Posiblemente con “I Remember”, “Mama Tried” y “One Way Or Another” vivimos los instantes más country de la noche, después de eso volverían a resucitar el espíritu de las big bands como Grateful Dead.
Indescriptible las sensaciones que recorren tu cuerpo cuando te encuentras ante ellos en momentos como “Wandering Has Got Two Hands On”. Creo que ese tema en directo define perfectamente a la banda, un Adam micro en mano, armado en ocasiones con su pandereta y cantando como si fuera un predicador mormón intentando que sus fieles sigan sus pasos hasta el templo, mientras a su alrededor el resto de la banda acompaña su sermón acariciando sutilmente sus instrumentos pero sacando de estos el mayor partido posible.
Jonathan y Joe son dos guitarristas completamente distintos pero que se compaginan perfectamente. Ambos tienen sus momentos para ofrecer todo lo que llevan dentro, ofreciendo sutiles solos de guitarra, durante los cuales siempre están respaldados por el resto de los chicos: Keith al bajo, Micke a la batería y por supuesto Adam a los teclados. Todos ellos se entienden a la perfección, de tal modo que tocan como si fueran uno solo.
Tienen un futuro prometedor, y así lo entendimos cada uno de los que esa noche nos dejamos atrapar por su música. Es cierto también que les queda un largo recorrido para ser perfectos, pero si con apenas 28 años de edad ya suena tan compactos y te hacen sentir como si te encontraras en el séptimo cielo, no me imagino lo que serán capaces si siguen unos cuantos más años juntos.
El concierto duró aproximadamente 2 horas donde aparte de un extenso setlist en el que tocarían un buen puñado de temas nuevos, ofrecerían también un par de bises memorables. Sobre todo cuando salieron por tercera vez al escenario y bajo una lluvia de globos rojos y ante un público enloquecido, nos ofrendaron ese maravilloso “One Way Out”. Sí, los “hijos bastardos de los Allman Brothers” hacían el correspondiente homenaje a sus progenitores para despedirse de nosotros. Una larga jam, perfecta para cerrar un concierto con el cual todos los allí presentes disfrutarían y con el cual terminarían añadiendo más fieles a su rebaño.
Ellos son “Thee Freeway Revival” y así sonaron en Salason