Viernes 30 de enero de 2015 en Kafe Antzokia, Bilbao
Un deseo, una ilusión, un objetivo. Todos tenemos uno, o al menos deberíamos tenerlo, y cuando encuentras gente que mantiene viva esa esperanza no puedes más que aplaudir su constancia y empeño. La cosa no va de filosofías a seguir, hablamos de rock y coherencia. ¿Dos antagonismos? Podría. Sin embargo siempre habrá formaciones que mantienen la personalidad y honestidad tanto en su cancionero como cara al público, ofreciendo notas que denotan un crecimiento natural y subiendo un peldaño más en su progresión. De ésta somos testigos desde una lejana tarde veraniega en el que descubrimos una estrella brillar en el Arenal bilbaíno. Esa reluciente estrella era Quaoar, dejando una estela mágica que una vez avistada abduce, persigues allá donde vaya, y de la que difícilmente lograrás desprenderte. Unos jovenzuelos que engancharon, y a día de hoy mantienen firme su propuesta de rock heterogéneo y con pocas fisuras. ¿Imparcial? No creo que no sea el caso.
Un deseo, esta vez redondo. Perfecta justificación para reunirse en Kafe Antzokia y comprobar en su magnitud las historias recopiladas en “Dreamers. Dreaming”, la nueva apuesta de los chicos. Un maravilloso conglomerado de sonidos aguerridos y sugestivos, refinados y sólidos que uno imaginaba los días precedentes y veía en todo momento la puesta en escena a la que nos tiene acostumbrados (bien acostumbrados), y al verles sale la recurrente pregunta por su origen. Exacto, son jóvenes y de Bilbao, donde por cierto, hay una escena realmente excitante en cuanto a nombres y variantes. Como hoy no es el día, tan sólo un apunte. Así, sin pensarlo demasiado, me salen diecisiete. Hoy hablamos de unos esforzados chicos que caminan por la senda del rock enérgico, y aunque la referencia hacia la década de los noventa pudiera ser tan reiterada como manida y en cierto momento sitúe a los chicos, todo en su justa medida. Si, tienen sus referentes y sería estúpido obviarlos, pero creo que los utilizan como elemento aglutinador en un ejercicio de integridad, en beneficio propio y ajeno. De la misma manera que gran parte de las críticas tienden a recurrir a paralelismos, uno se niega en rotundo a hacerlos. Tal vez se trate de complejos, quizás costumbres, acaso esas semejanzas simples frases de elogio (que también puede ser el caso), pero personalmente encuentro vacías. Una opinión.
Una ilusión, esta vez quebrada. La sensación agridulce en una presentación sin la pieza principal a presentar el día en que no debía ocurrir. Una situación kafkiana que lamentablemente han de aclarar enviando un comunicado previo, obteniendo como era de esperar un apoyo masivo. Un imprevisto que no debía alterar el desarrollo de su aparición en el Antzoki, una especie de doctorado tras varias actuaciones en la que parecía su casa, Bilborock, el que tantas veces convirtieran en una olla a presión. Y por si no tuviéramos suficiente mala suerte, la incómoda e incesante lluvia a veces torrencial anega calles, provoca algunos desbordamientos en parte de la provincia, y aunque en el botxo estuviéramos de momento a salvo, en el recinto había dos conversaciones. La maldita lluvia y la maldita disquera. Un recinto aséptico cuando llegamos, pero que en breves minutos presentaba una bonita imagen, con varias caras conocidas entre la asistencia, y donde la posición lograda se antojaba como coto particular. Tenemos banda que abre la velada, su nombre es Old Days Dawn, y aun sabiendo que gran parte de la asistencia esperaba a los titulares esa noche, se afanaron en dejar alto el pabellón con fornidas canciones y solvente actitud. Maneras.
Un objetivo. Demostrar que el camino muchas veces es complicado, pero con dedicación y sacrificio se puede alcanzar la meta, que ese día estaba situada en Antzokia, con gente deseosa de disfrutar con los chicos, ya fuese por primera vez o con unas cuantas visitas acumuladas. Salen a escena Bjorn, Hugo, Iñigo, Aitor y Josu y ya tenemos la primera ovación de la noche. En el ambiente se respira un aire especial, y en las primeras filas observamos como las cabezas y brazos se transforman en marea brava, intensa y acompasada al ritmo de “Chatterbox”, la elegida en dar la bienvenida, y donde apreciamos ligeros desajustes en el sonido, pero poco tardarían en solventarlos. Las guitarras de Hugo y Josu carburan como potente motor, aportando atmósferas tan densas como ligeras, siderales o psicodélicas, mientras Iñigo comienza con sus bailes tribales interiorizando la cadencia de Bjorn con los tambores y la calidez de las cuatro cuerdas de Aitor. Guitarra acústica al hombro por parte del cantante se adivinan las notas de “Love The Muse”, una de las canciones más aclamadas de su anterior trabajo, y la masa continua enfervorizada, pendiente en todo momento de los cambios de tempo dentro de cada una de ellas, porque esa es otra de las características del conjunto. Los continuos cambios de velocidad que mantienen intensidad y sutileza idóneas para que el contexto del bolo se mantenga en óptimas coordenadas. Las armonías vocales engrandecen las robustas melodías (“A Big Hole”, “The Man Drained Of All”), esos tramos donde los corazones se funden en un abrazo con las emociones y navegan por aguas bravas bajo una tempestad. Como el día. Todo esa misma noche. Es evidente que otra de las señas de identidad de los muchachos se centra en las magníficas cuerdas vocales de Iñigo, un tipo que cautiva por llegar allí donde crees que es imposible. Un regalo para los oídos, poseedor de un vibrato excepcional y encima es un tío cercano y cachondo que yo creo que es capaz de salir airoso de cualquier encrucijada vocal. Y sus compañeros no le van a la zaga, ojo; con unas guitarras estratosféricas que hablan de la dimensión como músicos de sus portadores, Hugo y Josu, el catalizador de la maquinaria, Aitor, y el hombre de atrás, encargado de apaciguar o envalentonar a sus compañeros a base de compás percutido, Bjorn. “Memento Mori” y “Home” iban a ser las encargadas de dar por finalizada una actuación que hasta ese momento estaba siendo brillante, pero… estas dos fueron especialmente intensas, de esas que pellizcan, vuelas y entras en trance. La primera, otro headbanging sentido y global, la segunda un torbellino coral, con unas bellas voces programadas que facilitaron su momentánea despedida. Contrastes. Semejanzas. Anhelos. Los mismos que insufla la majestuosa “My Anger Runs”, el cierre perfecto a una noche perfecta. La soledad, la compañía, la furia, la serenidad. El calor, siempre calor. Un deseo. Dreamers. Una ilusión. Dreaming. Un objetivo. Quaoar.
Impresiones sobre una vibrante noche junto a unos muchachos que volvieron a arrasar y demostrar que la madurez es un estado que les viene pequeño. Sólidos, armoniosos y compactos, volvieron a demostrar que si hay profetas en su tierra, y en el horizonte brilla una estrella, Quaoar. Un himno, «Love The Muse»
No sabes escribir, Rafa. Pero ademas, eres un pretencioso
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No queda muy bien reflejado el concierto. Ademas, eres un poco pretencioso en la escritura.
Quaoar estuvieron bastante bien, pero las guitarras han tenido mejores dias. Quaoar son un grupo excepcional en estudio y en directo se defienden como nadie. Sin embargo, las canciones mas memorables y con mas potencial siguen siendo las del The River & The Soul. Though Guy, Go to Momo (en directo), Fable y A Big Hole son buenas o muy buenas, pero las demas del nuevo disco se hicieron pesadas. Definitivamente, en el Dreamers. Dreaming, los solos son menos imaginativos y el sonido de las guitarras bastante mas chillon. Se echa de menos en el disco algo mas de influencia de Josu, lo que, por cierto, tambien se evidencio en el concierto.
Old Days Dawn estuvieron mas que correctos. Su cantante imita tal vez demasiado a los cantantes de grunge gargantero pero la musica del grupo se distancia de esa estetica, lo que aporta originalidad al sonido.
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Mientras uno simplemente valora tu problema es que te gusta criticar desde el anonimato, redactor jefe. Esa es la diferencia. Mis escritos nunca son críticas. Procuro analizar con objetividad. Sigue criticando, priorizando tus gustos, y mira de vez en cuando el espejo. Tal vez veas al pretencioso y presuntuoso. Una cosita, yo cuando hablo de un concierto no me las doy de entendido hablando de la historia de la banda, porque lo encuentro redundante, y no tengo porqué demostrar que he hecho los deberes (como tú sin ir más lejos) aprendiéndome las canciones ni la guitarra que lleva uno u otro, o repitiendo de carrerilla un setlist, porque cada uno es muy libre de redactar como quiere. No será un anónimo quien me dé lecciones de escritura. Hablando de lecciones. Lección 1: Tildes, majetón
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Puedo estar de acuerdo o no en algunas cosas de las que dices sobre el concierto, pero que yo sepa, por lo que vi y oí, Josu no pudo tocar algunos temas por un problema que le surgió en una mano, no creo que tenga nada que ver con una menor influencia en las canciones.
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