El martes día 10 de junio Dan Baird y sus chicos finalizan la gira española en Cangas Rock City, un motivo perfecto que disfrutarán todos aquellos que se acerquen a Salason para despedir a esta magnífica veterana banda de rock&roll con aires sureños. Pero antes de organizar el concierto de Cangas, GravelRoad76 se volvió a colar en las entrañas de un club de Bilbao para así ,de la mano de Rafa Robledo poder saborear un poco de ese jugo que los de Nashville derramarán en unos días por estos lares. Aquí os dejamos la crónica del concierto con unas fotos y un vídeo de esa noche mágica en Bilbao , donde Dan Baird volvió a triunfar… Nos alegra enormemente saber que un buen amigo como Micke Nilsson está destacando favorablemente en el bajo.
Viernes 6 de junio de 2014 en Hika Ateneo, Bilbao
Desde nuestra primera toma de contacto con el universo GravelRoad76 hasta hoy, desde que iniciamos el polvoriento camino de grava juntos y compartimos en este rincón nuestras primeras palabras hemos hablado en tantas ocasiones de este caballero (y qué curioso, siempre bien, por lo que tal vez haya quien piense que la imparcialidad nos ciega) que los adjetivos y palabras se van agotando. Como si ya careciéramos de vocabulario suficiente para expresar las sensaciones que experimentas tras una ceremonia oficiada por Mr. Rock n’ Roll. Precisamente esas impresiones se centraban en él, y con ello se convertía en nuestro padrino particular. Inmejorable punto de partida. Estreno en lo alto. Aquel día se subían al escenario de Kafe Antzokia Dan Baird & Homenade Sin junto a Jim Wilson. En esta ocasión turno para Hika Ateneo, otra sala que abre sus puertas para recibir a Dan Baird & CIA, un tipo por el que muchos de nosotros tenemos debilidad, guardamos profundo respeto y hasta pleitesía.
Y han sido tantas las veces que hemos estado frente a él y cualquiera de sus múltiples partenaires que ya hemos perdido la cuenta (en realidad lo sabemos, todas sus aventuras excepto los satélites), lo cual significa que si hemos repetido será por algo, o como bien dice el refranero, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Un tipo especial, por quien parece no pasan los años, que se entrega en todo momento (al igual que sus compañeros), sonríe, enloquece, se desgañita, susurra, actúa como si fuera la última noche, y acaricia y rasga su vieja Telecaster mientras cada gota de sudor es una muestra de compromiso, de oficio, de respeto por el público y admiración por el viejo Rock n’ Roll. Contagia vitalidad. Es como un estigma. Pasión. La misma que comparte con el siempre sonriente, amable y acróbata de las seis cuerdas, Warner E. Hodges, y su compañero en mil batallas desde los tiempos de Georgia Satellites, Mauro Magellan. Lamentablemente Keith Christopher tuvo que abandonar la gira por motivos personales, pero su lugar está excelentemente cubierto por Micke Nilsson, componente de Bonafide y un tipo que encaja perfectamente en el conjunto.
Llegamos inquietos al local, porque la sensación previa, por muchas experiencias que acumules, siempre será la misma. Nervios. Ansia por volver a ver las caras de los muchachos, sentir de nuevo la sensación de plenitud que alcanzas con el rugido de las guitarras, preocupación por conocer la respuesta del público, y esperanza en que esa respuesta sea positiva. Rostros conocidos, momento de saludos, risas y cervezas mientras nos vamos posicionando, porque aparte de las dimensiones, sabíamos de la puntualidad por motivos vecinales, así que las opciones son claras. Había que atrincherarse no fuera que llegara el enemigo, y como si nos estuvieran leyendo el pensamiento, como si adivinaran que a menudo vemos las mismas caras, arrancan con una de las perlas que contiene “Circus Life”, una eficiente “All The Same”, sello personal e intransferible de la fábrica que comenzó hace tres décadas con canciones que obligan a despegar los pies del suelo y mover las caderas como “Open All Night”, insinuante Rock&Roll donde comienza a brillar la Les Paul de Warner, donde se adivina que están dispuestos a darlo todo, a ofrecer a la gente lo que reclama. Comienza así el arrollador directo de una banda que cuando te atrapa no logras escaparte de sus garras fácilmente, porque tiene un magnetismo impresionante.
El sudor ya iba apareciendo, el ambiente se iba caldeando, y los recuerdos de noches pasadas revolotean cuando ves de nuevo un sombrero de copa, unas espuelas, unas cómplices sonrisas brillando en la penumbra, cuando te derrumbas al escuchar las primeras notas de “Crooked Smile”. Tal vez la chispa que enciende la llama, quizás el resorte necesario para impulsar al aliento a una masa entregada al bravo diálogo instrumental entre Warner y Micke. Un tete a tete casi épico, un derroche de feeling. ¿Quién manda? ¿El veterano o el recién llegado? Pero no termina aquí la cosa, tan sólo estamos en el cuarto capítulo y la cosa continúa. Aumenta. Crece. Hasta niveles insospechados, alcanzados cuando un coro formado por una centena de personas canta al unísono “I Love You Period”, demostrando que, aun con un nuevo disco por rodar, ante todo manda el corazón, la gratitud por las viejas canciones que le han dado la fortaleza suficiente para proseguir un camino estrecho y duro. Otro repaso al pasado con “Railroad Steel”, brillante melodía de antaño. Cuando echas un vistazo atrás te das cuenta de la menguante inmensidad del espacio, de la inmediatez del tiempo, y las imágenes se mezclan en tu cabeza cual baraja en manos de un mago. En ese instante suena una guitarra que te resulta familiar, levantas la vista y ves la “Younger Face” de un hombre que sabe el significado de la palabra luchar, compruebas la picardía tras unos ojos azules, y constatas que su vida está ahí, encima de un escenario, ofreciendo amor y pasión, obsequiando bellas poesías como “All Over But The Crying’”, episodio nostálgico con la sola presencia de una suplicante voz acompañada por su inseparable Telecaster. Lágrimas en el ambiente. Ternura. Emoción. Un inmenso nudo en la garganta se apodera de la sala. Ovación, aplausos hacia un ejercicio de honestidad, sin adornos. Con tesón.
Y el amigo Mauro Magellan sigue incansable, el hombre en el que se apoya la cadencia de la banda manteniendo el tempo y compás, que al igual que Dan no deja de sudar. Porque ese aspecto es para resaltar. Desde el minuto uno hasta el epílogo estos hombres se consumen. No hay tiempo para un breve descanso, y como apoteosis final aguardan para salir a escena trallazos como “Two For Tuesday” o “Keep Your Hands To Yourself”, terminando el show vía “Damn Thing To Be Done”, precisamente la que abre su disco debut con Homemade Sin. Final festivo, pleno, con la presencia de las acrobacias y versatilidad de Warner, coros sobresaliendo, la elegancia de Micke que ha pasado el examen con sobresaliente, la pícara sonrisa cómplice de Dan agradeciendo al respetable la asistencia y el swing del grupo, el señor Magellan. Otra velada inolvidable.
Pero si no crees lo que lees, acude y comprueba. Compara nuestra visión con la tuya. Permanece unos minutos más. Comprobarás que es gente amable, entrañable, y que a pesar de estar tres décadas en la carretera, continúan cargando y descargando la furgoneta ellos mismos cuando el silencio de la oscuridad comprende la soledad de unos hombres que apenas unos minutos antes eran estrellas de ese firmamento que les guiará hasta la próxima estación siguiendo su camino. Persiguiendo su destino. Sencillos. Sería un pecado no asistir.