A continuación podrás leer el especial que nuestro hermano Rafa Robledo ha escrito para toda la familia GravelRoad76. El show que en la Sala Azkena de Bilbao dieron los canadienses The Sheepdogs, banda que colgaría el cartel de Sold Out en su periplo por estas tierras. Recordarte que dos bandas viguesas han tenido el privilegio de telonearlos en sus cuatro conciertos. Tengo que dar la enhorabuena tanto a Dixie Town (en Barcelona y Madrid) como a The Soul Jacket (en Bilbao y Gijón) por conseguir ese lujo de compartir escenario con estos magníficos músicos, espero que ellos disfrutaran de la experiencia y que el público captara la esencia de estas dos bandas. Bueno sin más, agradecer a Rafa por este magnífico trabajo. Esperamos que sigas compartiendo tus visiones de los conciertos, para nosotros es todo un placer.
Viernes 4 octubre de 2013 en Sala Azkena, Bilbao
En apenas cuatro meses hemos tenido la oportunidad (y fortuna) de estar frente a The Sheepdogs en dos ocasiones, y curiosamente las dos en Azkena. Bueno, para ser exactos la primera tuvo lugar en el festival gazteitarra, y esta segunda en la sala bilbotarra, y si en aquella ocasión consiguieron meterse al público en el bolsillo, en esta ratificaron sensaciones. Sin entradas, sin papel, sold out, así de categórico. Porque merecía la pena. Porque era una de esas ocasiones que no puedes ni debes perder. Porque tras el mencionado pelotazo en el Azkena Rock, quienes lo pudimos disfrutar estábamos con ganas de repetir, y quienes leyeron u oyeron cantos de sirena se peleaban por un trozo del pastel, por un bocado de carnaza, por un ladrido de los ovejeros, por lo que el recinto presentaba un aspecto inmejorable, una imagen ya prácticamente olvidada, una sala a reventar para disfrutar de un concierto de Rock n’ Roll.

Situación que aprovecharon los vigueses The Soul Jacket que iniciaban no sólo concierto, sino dupla junto a los canadienses en Bilbao y Gijón presentando su coctelera de Rock & Soul que responde al nombre de “Wood Mamma”, primer trabajo producido por Hendrik Röver. En unos 35 minutos desglosaron su ópera prima, donde la voz rasgada y soulera de Toño acapara los comentarios del personal que no para de repetir las mejores jugadas entre canción y canción, alternando los aires fanganosos de “Rock & Soul Thing” (slide fundamental), con melodías stonianas de «Battered ‘n’ Bruised” o los contagiosos ritmos de “Ohio”, una de esas piezas en las que los pies cobran vida propia y se menean al tiempo que cadera y cabeza. Un buen comienzo, una buena presentación.
Llegaba la hora de recoger los bártulos, que dicho sea de paso, estaba hecho unos zorros entre los útiles de unos y otros y dejar el escenario con lo justo para que subieran los canadienses, así que mientras unos trabajan, momento idóneo para ir al baño, acercarse a la barra y refrescarse un poco, o simplemente otear el horizonte a ver si encuentras caras conocidas y dedicar unos minutos a la comunicación, pero, muy importante, sin dejar ni un segundo ese tan preciado sitio que has mantenido durante minutos bajo tu dominio, en exclusividad. Y llega el momento. Se apagan las luces. Desaparece el sonido ambiente, y salen a escena nuestros amigos barbudos. Arrancan un poco dubitativos con el mismo prólogo escuchado meses antes, “Gonna Be Myself” precedido de una “Intro” en la que se afanan en poner a tono sus instrumentos, pero tardan un suspiro en coger un respiro y encandilar al respetable con bellas piezas impregnadas de clase. El desarrollo del concierto va tomando cuerpo. La sutileza que utilizan a la hora de componer se traslada al escenario. Cuidado sonido, pulcro, fino, y brillante que hacía tiempo no asomaba al menos por aquí, porque guardan en su repertorio preciosas y trabajadas piezas de armonías vocales (que deben tener el mismo tratamiento desde los mandos de la nave) como precisas notas que arrancan de sus instrumentos, que varían tan sólo de color con respecto al festival. Poco tiempo transcurre cuando comienzan las notas de “Feeling Good” y como si de un resorte se tratara, el respetable responde afirmativamente y sí, nos encontramos en una cita inolvidable, donde nos sentimos bien, cómodos y felices, la misma felicidad que transmite la canción. Aplausos. Ovaciones. Cánticos. Silbidos. Brazos en alto. Aires canadienses. Como el viejo Young. La herencia de una obra excelsa como “Harvest”.
Tal vez uno de los momentos esperados de la noche se diera cuando Ewan Currie abandona su posición para cambiar el Firebird por los teclados y ocupe la posición al frente de la banda su hermano Shamus con un brillante trombón de varas, donde adivinamos (o creemos hacerlo) la nostalgia de Steely Dan en “Ewan’s Blues”. Suena la contagiosa “Way It Is”, canción de inconfundibles sonidos Black Keys (por algo Patrick Carney es el productor de su último trabajo) que indudablemente gana enteros en el cara a cara. Coreada, jaleada, sudada, sentida, como “Javelina!”, aires Allman para una canción en la que las vibrantes guitarras de Ewan y Leot Hanson flotan en el aire en una perfecta compenetración. La receta, sencilla. Simple. Pero esa simplicidad guarda mucha pasión en su interior. Pasión por los clásicos. Devoción por los grandes. Vocación por las melodías. Como “Learn & Burn”, melodía que en directo varía. Crece. Llega hasta lo más alto en un continuo duelo instrumental que contagia vitalidad y noquea, que es lo que consiguieron en otra gran velada. Estos fornidos leñadores del norte nos noquearon, pero a fuerza de sentimiento, de sutileza, en un día en el que las caras de la asistencia lo decían todo. Felicidad. La misma de “Feeling Good”.
A continuación os dejamos un vídeo grabado por el mismo Rafa en la Sala Azkena, «Learn & Burn», canción del álbum con el mismo nombre, un tema que dura aproximadamente 5 min. y que en directo duplica su tiempo, un ejemplo del espíritu Allman Brothers que mana por la sangre de The Sheepdogs. http://www.youtube.com/watch?v=fpNZGSe4H_8