Vulcanizadas: “Vulcanizadas” | GR76


Apenas ha transcurrido un año desde que se presentara en sociedad una nueva banda en la prolífica escena bizkaina, Vulcanizadas. En su formación, cinco mujeres procedentes de diferentes enclaves y escuadras como Free The Wheel, Cecilia Payne o Last Fair Deal, algo que, por cierto, deberíamos tratar con una absoluta normalidad. Algo que ni mucho menos es inaudito y convendría que lo viéramos sin distinciones, estupores o ligerezas, aunque lamentablemente se encuentra a años luz de una correcta equidad. En cualquier ámbito de la sociedad. En el rock, y al margen de comarcas o generaciones, hay varios ejemplos de bandas femeninas; en Bizkaia podríamos nombrar Moonshakers, Sexpeares, Gildas u otras más donde el papel de la mujer es fundamental, pero hemos venido a hablar de estas chicas que, después de haber ofrecido durante los últimos meses un buen número de conciertos, acaban de publicar su debut discográfico. De momento, y desde el pasado lunes se encuentra disponible en plataformas digitales, aunque tendrán la oportunidad de vender y firmar varias copias del disco en Muxikebarri de Getxo el viernes 1 de marzo, recinto que albergará su presentación.  

Compartiendo las tareas vocales encontramos a la organista Nerea Arrieta Ibáñez, la baterista Virginia Fernández Reviriego y la bajista Jone Ibarretxe de la Cal, si bien la mayor responsabilidad como cantante principal recae en la primera. Completan el quinteto Izaskun Simón Zardoya, quien se ocupa del saxo alto mientras el saxo tenor pertenece a Elsa García Lizundia. En cuanto al nombre de la banda, y esta es una conjetura muy personal, podría ser una gentil deferencia hacia el antiguo botxo industrial o una decidida referencia hacia el pabellón donde aún resiste una factoría de vulcanizados y ahí tienen ubicada su guarida. A orillas de la ría la instalación sigue funcionando y su actividad se intuye desde el inicio, desde la progresiva partida de “Bidean” que en tres minutos marca las directrices aplicadas a su sistema de fabricación hasta el colofón final de “Indarberritzen”, canción cuyo videoclip aparecería anunciando el lanzamiento del álbum. El sonido de las máquinas a pleno rendimiento está presente en el desarrollo de álbum así como su proceso de producción, la mecánica del trabajo y por supuesto, las horas invertidas en el montaje de un producto final que, en esta ocasión, es un compuesto de piezas confeccionadas con el firme ánimo de eliminar los malos augurios, aplacar el desánimo y afrontar el camino con esperanza.

En gran medida, entre simientes soul o swing, entre corrientes jazzeras o blueseras incluso vertientes salseras, es el planteamiento de unas Vulcanizadas que abogan por el bilingüismo en las once canciones presentadas. Su parlamento es cristalino. Sus armonías, proporcionadas y su rollo, tan delicado como sensual. Pudimos conocer como adelanto el single “Hermana” que poca glosa necesita con un título tan contundente que, independientemente a su autoría o su destinataria, podría ser utilizado en primera persona por cualquiera que escuche o exprima la canción, que la sienta o presienta su semblante (de ella), que le quiera decir cuenta conmigo, me tienes a tu lado, o desfallezca ante el énfasis de un saxo seductor en medio de un conmovedor y efectivo conjunto de modulaciones ambientadas o inspiradas en un club de jazz. Probablemente, el refugio donde las Vulcanizadas se sientan más abrigadas. Probablemente el espacio donde su “Catarsis” vislumbre algún resquicio de claridad o simplemente consiga el efecto deseado en algún alma, porque esta canción en particular produce emoción y, evidentemente, contiene versos purificadores además de un orgánico compás.

Ambos argumentos serían válidos también para “Ser”, una especie de arrullo sentimental de cuantitativa consideración por cuanto su construcción musical es directamente proporcional a su embrujo gramatical. O viceversa tal vez. Fuera como fuera, contiene destellos que en un primer tanteo podrían pasar desapercibidos, así que… Vuelta a empezar. ¡Ah! Un breve e importante inciso antes de continuar. Esos ajustes o esas operaciones técnicas corresponden a Xabier Eguia Abad y Estanis Elorza Oyarzabal mientras el trabajo gráfico corre a cargo de la ilustradora Naiara Goikoetxea. Cerramos paréntesis y abrimos la psiquis absorbiendo un determinante blues cuyo premonitorio título, “Zenbat Galdera”, establece su talante en forma y fondo. Hay muchas preguntas, pocas respuestas quizás, varias incógnitas y un sinfín de paradojas. “Menos Mal” que conservamos aún el valor medicinal del viejo y lozano blues que en “Pavo, Cállate” sanciona. En el horizonte hay demasiados rufianes que sobran. Personajes a quienes se espeta un lacónico ‘¿peeerdona?’ sin subterfugios o tapujos y asunto zanjao. Y cuando llega la hora de “La Hora”, a desfogarse, a bailar, a abrir los brazos, a dibujar, fruto del regocijo, circunferencias concéntricas a nuestro alrededor y a buscar el éxtasis encontrando la libertad latente en el acertijo “Si No Me Encuentras”. Como dicen bajo orfeones colectivos y contagiosos chasquidos de dedos, si no me encuentras es que me he perdido, estoy buscando mi lugar. Por nuestra parte respondemos que lo han encontrado. Naturalmente, su lugar.

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