The Riff Truckers: “Mustang” | GR76


Durante un largo periodo servidor tuvo cuasi idealizado un vehículo hasta niveles inauditos, y eso que la edad necesaria para conseguir el pertinente permiso de conducir lejos quedaba. Es más, después de los años tampoco nos consideramos unos obsesos del combustible o apasionados del alquitrán, pero en cierta manera el Mustang marcaría nuestra adolescencia debido a un poster de Steve McQueen que convivía con otros en las paredes de la guarida casera. Éramos unos mocosos y poca idea tendríamos sobre la vida en general, pero molaba la itinerante decoración a base de chinchetas y entre otras, láminas de los Toxic Twins, el Boss, Richard Corben, Corto Maltés, los Ramones o cómo no, los leones. Pues ahora vuelve la fiebre. Ahora recordamos y refrescamos la memoria con mucha nostalgia fijando los sentidos en un “Mustang” entrecomillado esta vez, ya que es el nombre con el que los bizkainos The Riff Truckers, en cuyo currículum figura un primer premio obtenido en el extinto concurso internacional Villa de Bilbao allá por 2010, bautizan su último trabajo.

Tuvieron que recurrir a una campaña de crowfunding que sufragara parte de los gastos de elaboración del disco en cuestión, y les debió salir bien la jugada porque “Mustang” es una realidad. En su interior, media docena de canciones que les define perfectamente, si bien hay, o se pueden apreciar, ciertos aspectos que refuerzan la casta de esta gente. Por un lado, el grosor musical, tal vez más rocanrolero que precedentes entregas pero con su identificable rúbrica, y por otro, los puntuales refuerzos y absoluto buen rollo con diferentes colegas, guitarristas todos, a la hora de cederles minutos en sus propias composiciones. Tipos de la escena local suficientemente conocidos como Malamute, o sea, Aitor Zorriketa, Álex García, Aitor Lacalle “Laka” o Edorta Apraiz, quienes accedieron a colaborar con los fellitas aportando sus respectivas personalidades y pericias. Hay que sumar. Hay que arriesgar. Hay que mirar al frente, y seguramente en el diccionario de los Truckers no existan palabras como rendición, indolencia, desánimo u otras tantas de pesimista orientación.

Como prueba de ese empeño, “Walk”, alegre y juguetón rock n’ roll de espíritu funk que carga a sus espaldas el peso del elepé por su condición de single y donde el aporte del amigo Malamute, actualmente en las filas de Mississippi Queen & The Wet Dogs, se revela fundamental debido a la idoneidad de su elección, al calibre de sus cuerdas, su escalofriante vibrato y la camaleónica magnitud de su fina y lustrosa PRS que ha escoltado numerosas comitivas. El resto de colaboradores no le van a la zaga, comenzando por “Kay”, en la que interviene un Alex García (The Van) que más tarde repetirá en “Involution”, ahondando en ambos casos, o condensando esas hechuras groovies o funkies que habíamos apreciado en la apertura del disco, si bien hay ciertos detalles, ciertos contrastes a tener en cuenta. Arrolladora se presenta, por ejemplo “Kay”, la más desarrollada del lote en la que los trazados guitarreros de Perru o el ritmo impuesto por Mañu establecen en buena medida la atmósfera. Sin embargo, todas las hipotéticas especulaciones, incluso creencias, quedan neutralizadas cuando Osman se apodera del micrófono principal, la guitarra asistente impugna, los tambores de Río oprimen y acto seguido, llega la revolución.

Entra en escena Laka y los primeros compases de “Ride Or Die” resultan sintomáticos, porque la velocidad evidencia otro de los puntos fuertes de los muchachos, llevando los cuerpos a estados de éxtasis y las mentes a fases de enajenación que continuarán y se unirán a los categóricos pogos de “Born In The Sand’”, la pieza más colérica, salvaje y longeva, pues permanecía en el anonimato desde hace años y decidieron recuperar. Para ello, llaman a Edorta Apariz de los hardcoretas Tooth, quien además es uno de los padres de la canción, y como resultado, una fundición a pleno rendimiento. Un volcán en erupción. Una vuelta de tuerca más a una flexibilidad creativa que queda retratada una vez más en otra especie de ritual: “Criminal”. El capítulo final. Aquí carburan ellos solos. Aquí la cadencia fuerza al incontrolado movimiento y la sincopada frecuencia vocal provoca espasmos cuando insinúa, cuando se mastica la reflexión y aparecen las controversias, hablan las conciencias y surgen las paranoias. Simples conjeturas personales, nada más. Ahora, deberías escuchar “Mustang”, observar el brillante diseño de cabecera realizado por Smoke Signals y comprender por qué se encerraron en los Gárate Estudios de Martxel Arkarazo.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s