Myron Elkins: “Factories, Farms & Amphetamines” | GR76


En aquella época en la que estábamos un tanto desorientados y digiriendo aún un sinfín de infortunios, un buen amigo nos aconsejaría con insistencia el nombre de un joven terapeuta de Michigan de portentosa densidad lírica e imponente exuberancia musical. Su aspecto lampiño y una edad que rozaba la ofensa (en tono cariñoso, se entiende) contrastaban con su conducta, llamando poderosamente la atención la cantidad de ánimas, suertes y naturalezas implantadas en las cinco canciones que componían “Just Another Asshole With A Guitar”, el epé que había puesto en alerta a nuestro confidente y más tarde nos recomendaría. Cuasi obsesivamente fueron reproducidas vía streaming mientras afloraban sensaciones de incredulidad, interés, desconcierto y curiosidad, pero por esas extrañas razones que nunca llegarás comprender ni explicar, Myron Elkins, el tipo en cuestión, cayó en un olvido tan profundo como misterioso. Hasta el día de hoy, puesto que por otra serie de casualidades hemos descubierto que recientemente publicaba su primer larga duración, un magnífico manual de comportamiento llamado “Factories, Farms & Amphetamines”.

Joder, es que solo tiene veintiún años el chaval, y parece un curtido hombre del siglo pasado demostrando una impresionante madurez a pesar de la aparente bisoñez. Eso lo percibes al escuchar el empaque de sus cuerdas vocales, cuando sientes el arrullo de fascinantes melodías, el ímpetu del disco en general o sus precisos ajustes, y aunque parezca salido de cualquier club nocturno de Nashville, algún suburbio de Lafayette, tugurio de Little Rock u otra metrópoli del sur en la que sus parques, barrios, calles o avenidas sean la escuela de infinidad de artistas, los grandes lagos del norte y su entorno han sido su fuente de inspiración. No obstante, “Factories, Farms & Amphetamines” no es agua de un único manantial, ya que es un elegante conjunto de corrientes americanas. Además cuenta con el soporte de Low Country Sound, la escudería del avispado Dave Cobb (encargado de la producción) amparada por Elektra Records, lo cual es sinónimo de excelencia y de paso, una especie de recompensa al talento y talante de Myron. Si en nuestra primera toma de contacto boquiabiertos quedamos con su profundidad vocal y firme carácter, en esta ocasión, si bien mantiene una misma dirección, hay varios síntomas de evolución en su propuesta sonora.

Lo cierto es que la sonoridad campera, el reputado Rock n’ Roll, los doce compases u otros arbitrios salen a relucir en cualquiera de las diez piezas que lo componen, y aun sabiendo que las comparaciones o similitudes florecerán, uno prefiere no recurrir a terceros cuando hablamos de un artista en concreto. Tal vez sería apropiado ilustrar el relato con algún tipo de paralelismos, pero uno no es amigo de esos remedios, pues quien más quien menos tiene en la cabeza o en su discoteca particular las pistas necesarias para encuadrar autores o géneros. En este caso, solo con mencionar la ruta americana y un intrépido compositor, suficiente.

Por otra parte, puede que el cariz de las composiciones haya variado con respecto a una primera grabación más espontánea, pero sigue ampliando su registro dejando entreabiertas varias puertas o ventanas a un futuro que se vislumbra prometedor. Muy prometedor. Porque los ingredientes son utilizados con tino y los integrantes, atinados proceden. Veamos. El propio Myron, Caleb Stampfler y Avry Whitaker a las guitarras, Nathan Johnson al bajo y Jake Bartlett a la batería, mientras el intríngulis del asunto, o sea, las canciones, tercia efectivo en función de la intensidad o los espacios manejados. Sin fisuras. Sin rompecabezas o jeroglíficos. Canciones directas y sin subterfugios como la apertura que pone las pilas invitando a taconear o la misma titular en la que las guitarras continúan dirigiendo el cotarro con autoridad. Románticas canciones en las que se abre en canal como la décima que aprieta, o rítmicas canciones en las que desarrolla su potencial recordando la célebre Motown que por cierto, en Michigan surgió. Canciones de carreteras secundarias, canciones de barras de bar, canciones vinculadas a las raíces o sutiles metamorfosis ideadas como canción. Canciones con certificado de origen, canciones con mensajes encriptados y sugestivas canciones que agitan el alma, remueven las tripas e ipso facto te guían a un recóndito lugar. ¿Títulos? Escucha “Factories, Farms & Amphetamines” de Myron Elkins y los descubrirás.

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