Danny And The Champions Of The World: “Los Campeones En Vivo” | GR76


Excluyendo la actuación perteneciente al Azkena Rock Festival en una petada Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria-Gasteiz, la última visita peninsular de Danny And The Champions Of The World tuvo lugar en marzo del año anterior mostrando el brillo de su disco “Brilliant Light”. Unos cuantos recordarán ambas circunstancias separadas entre sí por quince meses, porque la solana gasteiztarra no impidió al auditorio enloquecer en el show y porque en la gira, las salas que organizaron los saraos obtuvieron buenas acogidas también. En la plaza, la asistencia se dividiría entre un amplio sector de seguidores del caballero y sus camaradas y algunos otros que se acercarían por curiosidad, mientras que en la gira probablemente la mayoría conocían de primera mano la actividad de sus intervenciones o habían sido informados de ello. En la plaza se vivieron momentos de absoluto placer, y durante la gira, los testimonios del personal mostraban una satisfacción total. En la plaza, el clima asfixiante del mediodía obligaba a emplear gafas de sol y prendas varias que mitigaran el sofoco craneal, mientras las salas parecían centros de sauna rozando temperaturas de escándalo. En la plaza se pudieron ver rostros sorprendidos y caras (de todas las edades) retribuidas, mientras en las salas la asistencia pocos infantes se podían ver, aunque las muestras de alegría eran tan evidentes como las del show matinal.

Lamentablemente ahora, entrados en la nueva década echamos de menos la plaza, el festival, las plazas y los festivales. Recordamos giras, salas y conciertos. Echamos de menos el contacto humano, las luchas por un sitio propicio para seguir el transcurso del concierto, los efusivos bailes o los timoratos movimientos acompasados, los brazos en alto, los aplausos y hasta al fan de turno que no dejaba de dar el coñazo con sus aspavientos. Hasta él echará de menos a los espectadores coñazo que impertérritos seguían la actuación. Aquella gira de los campeones concluía en Asturias, y salimos tan emocionados y satisfechos de la sesión de Kutxa Beltza en Bilbao que estuvimos a una décima de segundo de salir escopetados doscientos kilómetros al oeste por la cornisa cantábrica, pero al final no pudo ser. Nos consta que bastantes conocidos hicieron doblete incluso triplete en varias localidades, y siempre quedará la interrogante de saber qué habría sucedido si nos hubiéramos dirigido a términos astures.

Ahora, escuchando “Los Campeones En Vivo” tenemos, o creemos tener la respuesta, pues nos recorre un profundo escalofrío cuando es el turno de la lap steel de Henry Senior en “Waiting For The Right Time”, cuando Steven Brooks anuncia con las baquetas “Never In The Moment”, o cuando Chris Clarke atempera con las cuatro cuerdas “Coley Point”. Sin duda lo habríamos disfrutado de otra manera. Habría sido de otro modo, no lo vamos a negar. Habríamos bailado con nuestro particular estilo, y habríamos cumplido una vez más con Danny Champ, que por cierto, acumulamos unas cuantas en nuestro historial. Evidentemente no es lo mismo estar in situ que escuchar lo sucedido, pues la presión del momento no se puede comparar con la tranquilidad del hogar o la sensación de libertad producida si la audición la realizas en coche o mientras paseas por calles o parques, sin embargo escuchando recuerdas. Escuchando te acuerdas, y escuchando alcanzas fases de completa evasión. Escuchando “You’ll Remember Me”, por ejemplo, uno pierde la noción del tiempo y recibe el abrazo de varios imprescindibles de su existencia, ya sea gente cercana o gente idolatrada, lo cual podía ser algo así como tanto monta monta tanto, puesto que la gente es el motor de este enigmático galimatías que debemos descifrar.

Y este apasionado del rock americano, australiano de nacimiento y británico de adopciónes uno de esos sujetos cercanos, queridos, idolatrados quizá. Puede que no hablemos de un tipo que acapare las listas de éxito, pero Danny Champ es un tío que arrolla en el tet a tet. Además, hoy en día esas clasificaciones no son un reclamo como antaño, ni tan siquiera se mueven por grandiosas cifras de venta. Hoy en día la carrera por lograr un puesto distinguido en los rankings es diferente, el filtro de formatos y soportes es el caballo de batalla de la industria, y seguramente haya sido la propia industria quien ha ido apretando poco a poco la soga que llevaba al cuello. ¿Perjudicados? Todos. Autores y consumidores. Aficionados y profesionales. Los conciertos eran un último resquicio para la subsistencia del hábitat musical… hasta que llegó esta cruz. Hasta que aterrizó el jodido 19 y el modo pause se apoderó de todo lo imaginable. No vamos a insistir mucho más con el dichoso numerito, no se preocupe usted, porque nuestro cometido es hablar de este pequeño gran hombre y sus compañeros de viaje. Hablar del poder sanador de “Brothers In The Night”, una de esas impresionantes canciones de marcado acento neoyorkino que elevan mente y corazón que, como “(Never Stop Building) That Old Space Rocket”, a uno le ponen en otra dimensión en parte por los gritos de amparo, en parte por la cinética guitarra del señor Paul Lush, por los espaciosos teclados de Tom Collison (the new kid on the block), o por la cadencia fraternal, que no es sino el propósito de las ceremonias ofrecidas por el nuncio Danny George Wilson y sus ministros. Anuencias fraternales.

Posiblemente esta grabación del AMC Bocanegra asturiano represente un agradecimiento hacia las gentes del país. Gentes que desde su primer encuentro han asistido a sus veladas y han correspondido bien fuera en Euskadi, Galicia, Catalunya, Valencia, Asturias u otras comarcas. Gentes que han disfrutado muchos años con “Restless Feet”, canción que lleva en el repertorio desde sus albores y daba por concluido concierto y tour; gentes que han aplaudido y coreado hasta la extenuación maravillas como “Gotta Get Things Right In My Life” o han realizado viajes relámpago para sentir personalmente los bailables donaires de “Consider Me”. Gentes como el fotero Fran Cea, quien tiene el privilegio de incluir algunas de sus capturas el interior del doble cedé. Gentes que acarameladas seguían la marcha de sus conciertos a pesar de “This Is Not A Love Song”, gentes que se han entregado en cuerpo y alma por la causa cantando a los cuatro vientos “Stay True”. Gentes que simulan estar tocando la guitarra, sueñan con los teclados y frente a un micrófono imaginario repiten, alborozadas y sin pestañear el “shala lala lala… oh oh, oh…” de “Every Beat Of My Heart”, continúan coreando “It’s Just A Game (That We Were Playing)” o sin reparos brincan de felicidad apelando al buen rollo que desencadena “Clear Water”. Gentes, mujeres, hombres, cuadrillas, parejas, habituales, iniciados… gentes de todo pelaje y condición hermanadas con “Let The Water Wash Over You (Don’t You Know)”, canción que en ocho minutos pone on fire al respetable que no cesará ni un instante en alentar a los campeones.

Los campeones se gustan. Los campeones demuestran el porqué de su apelativo. Los campeones conocen los códigos y sacan a relucir sus virtudes cada uno en su puesto, obteniendo la respuesta del público hora con la lap steel, hora con los teclados y armonios; hora los cimbales, hora las seis cuerdas, hora las cuatro, hora las vocales. Los aplausos son mutuos, y previas a la despedida, dos oportunidades para echar el resto: “Everything We Need” y “Long Distance Tears”, donde se demuestra que las distancias cortas guardan pocos secretos para el sexteto, siendo el escenario el probado y comprobado territorio de un conjunto taxativo. Un conjunto que maneja los tiempos estirando las canciones cuando la situación lo requiere, guarda energías y recurre a la melancolía, hipnotiza con souleros destellos, conquista nuevos adeptos y regala minutos de auténtico rock’n’roll. Minutos que afortunadamente quedaron registrados y para nuestro deleite podemos recobrar. Minutos que vale la pena escuchar y sentir más allá de lo que podamos decir, porque el rock’n’roll es un estado de ánimo, el ánimo se transmite y ese sensación tiende puentes, une fronteras y refuerza voluntades. Hágase un favor. Dedique unos minutos (en horas se convertirán) a “Los Campeones En Vivo” y piense en el vuelta a la acostumbrada normalidad, el regreso a las salas de conciertos, a los festivales y a nuevas ocasiones frente a Danny And The Champions Of The World.

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