Oscar Avendaño y Reposado: «Perros Negros» | GR76


Vista la nómina de artistas que Milanamúsica Records ha logrado agenciarse en apenas un par de meses, tenemos la impresión de ver algún rayo de luz entre tanta oscuridad. Sí, vale, estamos en primavera y las horas de sol pueden ayudar a tal afirmación, pero… Tampoco vamos a ahondar demasiado en la situación sanitario-económico-social que soportamos como si fuera una condena, e indudablemente todos querríamos no tener que acarrear esta pesada mochila sobre las espaldas las veinticuatro horas, pero es lo que hay, lo cual no significa que debamos aguantar el chaparrón sin paraguas o ropa de agua. Bueno, quizá nos estemos liando y no está la situación como para engordar más la tela de araña, ¿no? Sigamos a lo nuestro. Hay quien afirma que en tiempos de crisis se agudiza el ingenio, hay quien asegura eso de en río revuelto… y en ocasiones el refranero suele atinar. Y ahí, en cuanto al ingenio y los provechos es donde entra el nuevo sello del que ya tratamos cuando emprendieron aventura a través de Sertucha, uno de los impulsores del proyecto.

Su irrupción en el panorama rockero patrio está resultando bastante ilusionante dado el nivel de bandas vinculadas, y a buen seguro llegarán más. Porque buena parte de la afición a recibido su llegada con gran entusiasmo. Porque algo se mueve, porque materia prima hay. Porque en el horizonte se divisan formaciones y artistas de todo pelaje y las actuales condiciones de la escena son propicias para explotar tanta diversidad de planteamientos. Como muestra, el vigués Óscar Avendaño, el clásico individuo calificado como culo inquieto debido a su voracidad creativa y su implicación en dispares ponencias como Siniestro Total, Los Casanovas, Los Naipes, The Bo Derek’s, o asambleas junto a Los Profesionales, junto a Los Míticos GTs o junto a la que hoy nos ocupa: Reposado. Seis años han pasado desde que el caballero, junto a Andrés Cunha (bajo) y Mauro Comesaña (batería) se estrenaran con el maravilloso “Burro” y su continuación parecía no llegar nunca, pese a que un año más tarde realizarían una posterior grabación que por motivos de agendas u obligaciones se vio obligada a orbitar por la estratosfera. Al igual que su predecesor y un buen número de ejemplares del rock nacional, se efectuó en el cántabro GuitarTown Recordings, el santo sanctórum del catedrático Hendrik Röver, una factoría de excelente manufactura y currículum para enmarcar. 

Suspendido, pausado o esperando el momento oportuno para ver la luz estaba “Perros Negros”, el disco del que hablábamos. Llega la oferta de la nueva disquera, el señor Avendaño recuerda esa grabación aplazada, y se pone manos a la obra recobrando dicho material. En principio se presenta en edición limitada de vinilo+CD, así que habrá que estar atentos a las periódicas publicaciones de ambos, y su lanzamiento significará el segundo volumen no solo del terceto, sino también de Milanamúsica Records, que, dicho sea de paso, ha rescatado otros registros de otros fichajes, pero ese expediente es diferente al que veníamos a inspeccionar. Hoy venimos a hablar, que decía un lenguaraz escritor gallego, de Óscar Avendaño y Reposado, quienes, debido al prolongado paréntesis que aún no hemos cerrado, ven apropiado retomar aquellas sesiones de 2016 mientras por otro lado reciben la oferta de la nueva plancha. No sabemos qué fue primero, si la gallina o el huevo, pero seguramente fueron dos venturas que en algún punto debían coincidir, y coincidieron. Había que quitar el polvo a las cintas, había que recordar la experiencia, debían ajustar determinadas piezas y ver finalizado y empaquetado como se merecía un disco cuya gestación ha sido finalmente de libro Guinness y que, como los ricos manjares entra primero por los ojos, se mastica, y luego se saborea con sumo placer.

Vayamos por partes. La labor ilustrativa recae en una vieja aspiración como el amigo Arturo Delgado, lo cual es un acierto, por cierto, y el conjunto musical (hablando de pasquines y gastronomía) podría conseguir alguna estrella o al menos entrar en algún catálogo de prestigio. Al fin y al cabo, el meollo del asunto es la música, el movimiento, las sensaciones, las metáforas, las variaciones y las historias, y “Perros Negros” guarda en su interior un pedacito de cada uno de esas nociones. Desde el despegue a toda velocidad y desprovistos de cinturones de seguridad con el boogie vacilón “Jacksonville” hasta la premonitoria “Arde el Mundo” o cruzando lugares “Entre el Cielo y la Miseria”, Óscar Avendaño y Reposado demuestran que pese al período de hibernación sufrido, no pierden “El Camino”, no pierden de vista el faro que les señala “Laguna del Norte”, bello interludio instrumental que bien podría ser utilizado como soundtrack de matizados atardeceres, paisajes florales o secuencias otoñales. Lástima de duración, pero para ese cometido tenemos la canción anteriormente mencionada: “El Camino”. Una lisérgica progresión que propone diferentes conceptos y adopta diferentes patrones, se mete en el subconsciente gracias a sus susurrantes coros, sus mixtas y ácidas guitarras o al blues subyacente, que aunque no se encuentre en cuerpo, en alma está. No eluden vanguardistas distorsiones (“Las Bestias”), vertiginosos slides, la sensual lap steel, envolventes teclados o recurren a la plateada y reluciente armónica en la campera “Los Chicos”, ni escatiman intrépidas transiciones o cartas sentimentales (“Casa Rotas”), pues saben que el rock’n’roll tiene el don de la ubicuidad. El rock’n’roll es inmortal, es ambulante como “Aves Migratorias”, una combinación de enredos, perdones y escalofriantes compases tan insólita como real; el rock’n’roll es heterogéneo como “Pudridero”, un hervidero de formulismos repartidos por aquí y por allá, una estación en mitad de la nada a la espera de recibir pasajeros. Provechosas horas de audición en cualquiera de las facetas ya mencionadas nos ha suministrado el caballero hasta el día de hoy, y mal se tenía que dar para que este trabajo quedara en cierta manera eclipsado por las anteriores cosechas. Pues va a ser que no, porque el tío sabe cómo forzar al personal a mover el bullarengue. El tío sabe cómo llegar al corazón. El tío sabe cómo mezclar mejunjes, sabe cómo administrar los diferentes manuales que se encuentran en el almanaque del rock’n’roll, y junto a Cunha y Comesaña más el siempre productivo aporte del señor Röver (en sus dos vertientes), entrega otro soberbio surtido de rock’n’roll. 

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VÍDEO OFICIAL «LOS CHICOS» DE OSCAR AVENDAÑO & REPOSADO

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