Zålomon Grass: “The Four Track EP From The Live Session At Radar Studios” | GR76


Resulta sorprendente y hasta paradójico que en una época como la que estamos viviendo los minutos se escapen por cualquier rendija sin apenas darnos cuenta. ¡Hey! Hasta podría ser la letra de una canción, estuviera escrita o a punto de salir del cascarón, tal vez influenciada por alguna banda setentera o una banda actual. Tal vez, acaso, quizá… Zålomon Grass, amigos. No le deis más vueltas, O sí. Definitivamente sí. Vueltas al cedé que presentaron recientemente, se entiende. Cedé que significa su estreno, cedé que luce en forma de epé, epé que tienes disponible en su bandcamp y del que semanas atrás nos encargamos en presentar. A lo que íbamos en un principio, que se amontonan las ideas y dejamos la puerta entreabierta. A uno le gustaría que los días tuviesen treinta horas o los meses cincuenta días, porque la verdad, el aburrimiento ni se plantea cuando tienes un montón de tareas, ya sean laborales, domésticas, sociales (vale, en este punto nos hemos venido arriba), culturales o recreativas anotadas en tu agenda personal, y una de ellas era Zålomon Grass. Por una de esos misteriosos caprichos del azar olvidamos el cometido, pero una casualidad nos alertaba del descuido y aquí estamos para enmendar el asunto.    

Si bien la formación es de nuevo cuño, sus integrantes son tres tipos contrastados de la escena viguesa, pudiendo decir que a pesar de su juventud tienen un considerable curriculum a sus espaldas. El bajista David Rodd y el cantante y guitarrista Gabriel McKenzie habían compartido experiencias anteriormente, mientras Mauro Comesaña se antojaba idóneo para una nueva aventura, pues su competencia, su dinamismo y su reputación podrían encajar perfectamente en el proyecto. Como nos confirmara el propio Gabriel en una charla previa (el enlace aquí) a la publicación de este EP, la chispa surgió en 2019 durante el GaliforniaBeat de A Guarda, certamen en el que participaban Spoonful! y The Soul Jacket, conjuntos en los que ambos figuraban. El contacto y la confirmación estaban solventados, faltando tan solo la prueba que lo refrendara. Faltaban las canciones, faltaban los acoples, faltaban los ensayos, y esos no se pudieron realizar por las distintas obligaciones de cada uno, y porque más tarde llegarían los encierros, las interrogantes, las inseguridades, las limitaciones…

Y después de una primera tregua pudieron comprobar que había feeling entre los tres. Había densidad, había entendimiento, había afinidad, y eso es precisamente lo que podemos resaltar de este primer lanzamiento que esperamos y deseamos no sea el último, pues es incuestionable que materia prima hay. Una vez asimilados los cambios y movimientos de sus primeras canciones, cogieron los bártulos y registraron a pelo unas sesiones en el coqueto Radar Studios de Vigo. One , two, three… sin añadidos ni producciones, a cañón. Rock sin florituras y mucho corazón como defienden en “Badstock” o en “Back Where I’m From”, perfectas bienvenida y despedida de un trabajo regido por los sonidos del classic rock. Un trabajo que posiblemente pueda pasar de puntillas por las capas más glamurosas del negocio musical, pero los garitos underground o las salas más académicas tienen un salvoconducto con estos tres tíos, ya que su rock racial tiene suficientes argumentos como para conseguir que funcione el boca a boca entre la peña. A partir de ahí, se sucederán las actuaciones, la carretera, nuevos horizontes y nuevos riesgos por tomar, porque como dicen en “Once Again” esto es solo el principio. Entre lo abstracto y lo concreto hay un punto medio y estos chavales se encuentran ahí, manteniendo el equilibrio, manejando con aplomo todas las enseñanzas recibidas de esos célebres tercetos que tenemos en mente y otras formaciones más numerosas que no se pueden obviar. Desde San Francisco a Malmö pasando Cádiz, Londres o Detroit. Se definen como una banda de Cosmic Blues, y buena demostración de ello es “Private Show”, donde sufrimos un síncope total, pues los pies cogen vida propia, la cabeza estalla y el frenesí que McKenzie imprime a sus cuerdas vocales y a las de su guitarra hacen el resto. El mundo da muchas vueltas, en ocasiones sin sentido, no obstante volvemos a la casilla de inicio. Volvemos al blues. Reivindicamos el rock’n’roll.

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