Jueves 20 de febrero de 2020 en Fnac Bilbao, Bilbao
La fecha, veinte del dos del veinte veinte, ya era de por sí exclusiva y aparentemente hechicera, semejante a los días de este invierno tan peculiar como un año bisiesto. Las bajas temperaturas son una fantasía y la ropa de abrigo permanece almacenada cuando la deberíamos vestir. Insólito. Un contrasentido, o un ciclo quizás. La cuestión es que la jornada había comenzado primaveral y a medida que iba transcurriendo el día adoptaba su acostumbrada fisonomía tornando el azul del cielo en un inquietante manto grisáceo que por fortuna no llegó a descargar. Ahora, la descarga de watios, las altas temperaturas y los deslumbrantes pasajes que experimentamos en Fnac Bilbao fueron para, cuanto menos compartir. Inhabitual también, pues las sesiones que hemos tenido la suerte de presenciar en el apartado del céntrico comercio se han caracterizado por el tratamiento acústico, y en esta ocasión Amann & The Wayward Sons se decantaron por su versión enchufada en detrimento de un perfil más introspectivo que era precisamente nuestra apuesta, pero como muchas veces sucede, nos volvimos a equivocar tan solo en el formato, porque las formas del ese día cuarteto acabaron encandilando al personal.
El aliciente de comprobar las maneras de la formación en un reducido espacio era lo suficientemente llamativo como para acudir, ya que hasta el momento habíamos acreditado su porte en plazas más glamurosas y desahogadas, así que la decisión no era compleja, pese a saber que llegaríamos con urgencia y la lengua fuera. Con puntualidad bilbaína (que no solo los británicos tienen esa potestad) los muchachos saludaron a la audiencia y, al turrón. A vaciarse, a entregar un poquito de actitud y mostrar otro tanto de aptitud interpretando “Drive Home”, segundo trabajo del conjunto que, salvo algún emotivo instante, fue epicentro de la sesión vespertina. El prólogo recayó, como en el disco en “All The Things He Wanted”, ritmo apropiado para la recepción dada su métrica sosegada y unas proporcionadas armonías que capitales se antojan en el proceder de la formación. Por otro lado, el cristalino sonido sorprendió. Sorprendió ver todo el arsenal de pedaleras en la tarima, sorprendieron los amplis que acotaban aún más el área para unos tíos que precisamente pequeños no son y sorprendió la distribución de un backline que no languideció y fue sonorizado de forma brillante por parte de una muy buena profesional. Sonaron combativos, balsámicos y silvestres. Sonaron cohesionados a pesar del novedoso formato y de alguna manera afianzaron su afinidad, porque hay ocasiones donde lo intangible resulta meridiano y patente. Cuando escuchas a dos metros el tonelaje de “Heroes”, percibes la concordia del recitado y el orgánico fraseado instrumental; cuando aprecias la fresca brisa costera de “Let Me Row”, oteas la dimensión del horizonte y adviertes el mestizaje de las guitarras, y cuando sientes la complicidad de gestos y sonrisas en “Gone With The Wind”, comprendes porqué estos tíos están dispuestos a perseguir su sueño cimentando su naturaleza en el patrimonio musical americano sin renunciar a su cuna (“Drive Home”), que fue posteriormente a quien Pablo Amann dedicara con cariño (ya que la presencia de ama es sinónimo de orgullo) una bella serenata incluida es su álbum debut: “Tell Her”. Sobran las palabras. Habla el corazón. Enmudece el auditorio al recordar la figura materna, la piel se resquebraja con la fricción del bottleneck y hay quien dirige la mirada hacia arriba o quien recupera imágenes del hogar. Sinergias. Nostalgias. Gratitudes. Somos gente de costumbres. Gente sencilla que se refugia con la tribu “In The Cove”, libera tensiones con el crepitado de unos platillos o desata vigores con el carismático shuffle de una guitarra, aprecia la intrínseca magia de rendez vous de este calado e intenta mantenerse en equilibrio sobre una cuerda floja de penas y alivios. Al fin y al cabo el rock ‘n’ roll nació para combatir inseguridades, solucionar problemas y compartir soluciones. Para alcanzar el clímax con “Free Soul”, recompensar a esforzados como Pablo Amann, Amando Gottardi, Emi Barés y Txema Arana con un aplauso, un abrazo o una reverencia e impulsar la conciencia. Una vez más, atinada confluencia.
Más imágenes en:
