A ritmo de blues nos dirigíamos al sur por la A4 en dirección a Cazorla para disfrutar, por primera vez para nosotros, de un festival que lleva en activo 23 años y que inunda las montañas del sur con algo más que música. Al llegar a Úbeda y hacer una paradita para comer pudimos averiguar por qué los conciertos comenzaban a horas tan tardías. Los 44 grados que sufrimos al sol no daban tregua y se nos hizo complicado visitar el pueblo por lo que rápidamente pusimos rumbo a Arroyo Frío (lugar en el que nos hospedábamos) a 22 km de Cazorla.


El jueves sobre las 22:30 salían al escenario Cruzcampo, en la Plaza de Toros de Cazorla, los fantásticos Music Maker, un conjunto de blueseros que caldearon el ambiente desde el minuto uno, tocando muchos clásicos y cambiando varias veces de cantante durante toda su actuación. Uno de los momentos más maravillosos fue cuando entró el tercer cantante, ataviado con un sombrero blanco y nos sorprendió a todos con un vozarrón profundo, procedente de las entrañas de América. Tras deleitarnos a todos con una demostración del más puro blues llegó John Nemeth y su banda para dar un soberano recital festivo del que salimos flotando. Para nosotros, la mejor actuación de la primera noche. Sonido impecable y actitud inmejorable, aunque echamos en falta quizás un poco más de soul en su actuación pero ya por ponernos quejicas. Nos encantó la sorpresa de ver a King Solomon Hicks subirse al escenario con John Nemeth para un tema y dejarnos a todos boquiabiertos con una destreza brutal tocando las seis cuerdas. Tras su magistral actuación le tocaba el turno a Kenny Neal mostrando una actitud muy positiva, cambiando de instrumento con cada canción y tocando algún clásico bajo su estilo personal, aunque no acabara de convencer a los más puretas por el abuso del sintetizador y los efectos delay. Una buena actuación que finalizó casi a las 3:00 de la mañana. Con el cansancio del viaje y el camino que nos tocaba recorrer hasta el hotel decidimos perdernos el último show de la noche. Lamentándolo enormemente nos fuimos a la cama echando en falta la actuación de King Solomon Hicks, que seguramente fuera una de las mejores del festival.


Para nuestras visitas futuras a este festival tendremos muy en cuenta la situación del alojamiento y trataremos de conseguir hospedarnos en la misma Cazorla, ya que el viaje hasta Arroyo Frío es de unos 40 minutos por carretera de montaña y safari asegurado pues lo normal era encontrar familias enteras de ciervos y jabalís durante la ruta en coche. El paraje natural de la Sierra de Cazorla y sus majestuosas montañas son un escenario único para disfrutar de unos días de música y diversión. El viernes pusimos rumbo a la capital del Blues para encontrarnos con la actuación de The Wild Horses en el Auditorium de Cazorla, un escenario con límite de aforo que en nuestra opinión deberían plantearse cambiar para próximas ediciones. El efecto invernadero de las placas de cristal a los laterales y el techo bajo provocaban un exceso de temperatura desorbitado que trataron de paliar con el uso de hombres-mochila con mangueras de agua que se dedicaban a refrescar al público. Por suerte para nosotros el viernes pudimos acceder sin problemas a este recinto, suerte que no tuvimos al día siguiente para la actuación de Guadalupe Plata. The Wild Horses agitaron al público reunido en el auditorio, muchos con abono del festival y otros muchos que disfrutaron gratis de estas actuaciones. Tras unos bailoteos agitados esperamos ansiosos la actuación de Mambo Jambo, banda que aún no habíamos disfrutado en directo y que nos dejó totalmente extasiados. Sin duda este festival ha puesto muy alto el listón en cuanto a bandas se refiere; actuaciones como la de Mambo Jambo en el auditorio son dignas de recordar por lo realmente bien que lo pasa uno sin dejar de agitar el cuello.


Tras finalizar el bolo nos dirigimos a la plaza central de Cazorla en la que se respiraba un ambiente inmejorable con todas las terrazas llenas, pudimos tomarnos unas cervezas y con cada ronda de cervezas nos traían unas estupendas tapas para reponer fuerzas y seguir dándolo todo en los directos. Sobre las 23:30 daba comienzo la actuación de Delta Moon, con la plaza de toros a medio llenar arrancaron con una fuerza tremenda y un sonido que cada vez nos sorprendía más. ¡Qué bien estaban sonando todos los conciertos! Fue uno de las apariciones que más disfrutamos. Brillante Tom Gray y sus chicos y muy destacable el momento en que Franher Joseph se marcó un solo de bajo con su propia voz. Impecables y animados terminaron su concierto los de Georgia y dieron paso a Doyle Bramhall II. Una leyenda de la guitarra como Doyle, que ha tocado con músicos como Clapton o Roger Waters no pasó desapercibido y el público llenó la plaza de toros. Al margen de la indudable destreza con la guitarra de Doyle el concierto resultó algo descafeinado, con muchos medios tiempos y una actitud bastante pasota por parte de Doyle que no se dirigió al público hasta bien avanzada la actuación. Los amantes de la guitarra tuvieron su ración con muchos temas cercanos al soul y algún que otro blues lento. Finalizó su concierto el chico de Texas arrojando una púa a los asistentes de primeras filas y dejó el escenario libre para una reunión muy esperada, Los Reyes del K.O.


Marcos Coll y Adrián Costa, dos enormes personas que tocan sus instrumentos como si se tratara simplemente de respirar. La fiesta llegó con ellos y se coronaron los reyes de esa noche bajo el cielo despejado de Cazorla. Actuación divertida, variada y que mantuvo al público atento durante una hora y media a unas horas que ya costaba mantenerse en pie. Actitud amistosa entre los reyes que consiguieron transmitir muy buen rollo a todos los que estábamos en la pista. Esperamos poder seguir disfrutando de sus directos por muchos años más. Y ya para terminar la jornada apareció el mayor showman de todo el festival: Carvin Jones, un tipo que debió embrujar a su guitarra para que tocara notas por él pues había ocasiones en las que su guitarra parecía hablar sola. Entró con tanta fuerza que consiguió tenernos a todos con la vista clavada en el escenario sin poder pestañear. Solos de guitarra con los dientes, en mitad de la pista con el público rodeándole, trajes de luces y una actitud que demuestra que el blues y el rock no es solo destreza con el instrumento. Perfecto cierre para un día plagado de directazos.


El sábado nos despertamos con una sensación muy agradable, las vistas a la montaña desde la habitación del hotel y lo vivido durante esas dos noches de conciertos nos hizo sentirnos unos auténticos privilegiados. Volvimos al centro del pueblo para la actuación de Guadalupe Plata, la cual no pudimos disfrutar porque el aforo del auditorio estaba lleno. Una lástima sobretodo porque pudimos ver a mucha gente dentro del recinto, sin abono del festival, que simplemente se dedicaban a beber y a dar la espalda al escenario, hablando y riendo totalmente al margen de la actuación, algo que la organización debería tener en cuenta para próximas ediciones. En nuestra opinión está muy bien que se puedan disfrutar conciertos gratuitos, pero limitar el aforo y que luego la gente que ocupa ese aforo no esté atenta a la actuación es algo un tanto triste para los que nos quedamos fuera y habíamos pagado nuestro abono para el festival. Ocupamos el tiempo tapeando por las terrazas del pueblo hasta que llegó la hora de la actuación de Julián Maeso. Hubo unos ligeros problemas de sonido con el órgano hammond de Julián al comienzo de la actuación pero eso no frenó al artista y su banda que animaron la plaza abarrotada con su rock blues durante una hora. Pudimos ver una actuación muy variada, durante la cual Julián se centró principalmente en los teclados, dejando el guitarreo a su compañero casi toda la actuación. Unos coros brillantes reforzaron la voz del cantante que parecía disfrutar casi tanto como nosotros con su música.


El grupo nacional dejaba el escenario para dar la bienvenida a dos leyendas del blues que no necesitan presentación. Taj Mahal y Keb’ Mo’ juntos bajo el nombre de Tajmo. El mayor reclamo de la edición de 2017 se subía al escenario Cruzcampo con la plaza de toros desbordada de gente, tocando temas clásicos y algún que otro tema nuevo como “All Around The World”, embriagando al público con la dosis de blues más pura que pudiera disfrutar hasta la fecha. Una actuación impecable, con dos leyendas que disfrutaron tocando para Jaén por primera vez en más de 40 años de carrera musical. Taj Mahal, sentado y armado con su harmónica y sus maracas y Keb’ Mo’, de pie junto a él con su guitarra nos hicieron sentir que había merecido la pena viajar hasta tierras andaluzas. Las hijas de Taj Mahal bailaban al fondo del escenario, entonando unos coros de góspel que ponían los pelos de punta mientras su padre y Keb’ Mo’ nos contaban historias bajo el manto del blues. Un auténtico lujo de actuación que puso fin sobre las 2:00 de la mañana dejando paso a Nikki Hill. La chica de Carolina no se dejó amedrentar por la actuación de las leyendas y sacó todo el rock que llevaba dentro sin parar un solo segundo de moverse, bailar y contagiarnos con rock y soul, Nikki Hill se convirtió en una auténtica diosa esa noche, coronándose como la actuación más movida de todo el festival. Apuramos nuestras últimas fuerzas con Nikki, dejándonos llevar hasta caer desfallecidos de tanto rock y poner rumbo de camino al hotel por la carretera de montaña, que era nuestro safari particular. Nos acostamos con la sensación maravillosa de haber disfrutado de un festival para nosotros totalmente nuevo pero que sin duda se aprecia la cantidad de años que llevan funcionando. Una organización estupenda, un festival muy cómodo, un paisaje inmejorable y un millón de sensaciones positivas que hacen que tengamos ganas de que llegue el próximo verano para peregrinar a la sierra del blues.