Miércoles 25 de noviembre de 2015 en La Iguana, Vigo

Pensábamos que llegaríamos tarde, que la calle estaría a rebosar de paisanos deseosos de adquirir una de las últimas entradas… pero al final todo lo contrario. Apenas un puñado de buenos amigos nos encontrábamos en la puerta del club media hora antes de comenzar el show, lo cual no presagiaba nada bueno.

Entrar en La Iguana (Vigo) te inunda la sien de recuerdos. Es sin duda uno de los templos del rock de este país y más si hablamos de Galicia. Aquí pudimos ver desde nuestra más temprana edad grandes bandas de rock que jamás hubiéramos imaginado tener cara a cara, hemos vivido infinidad de noches mágicas y sobre todo hemos podido disfrutar del rock en directo. Tiene una magia especial y es un lugar al cual de algún modo siempre tenemos que estar agradecidos.

Al bajar las escaleras ya puedo observar que los asiduos y los nuevos rockeros se encuentran agolpados en las primeras filas. Decido sentarme en el mismo peldaño donde hace 10 años estábamos charlando con Stacey Earle tras finalizar su show y después de que la sala estuviera prácticamente vacía. Una de esas situaciones que te marcan de por vida.

La sala poco a poco va cogiendo un aspecto aceptable, pero sin llegar ni por asomo al lleno esperado para una banda de este calibre, cosa que en parte se agradece porque así podremos disfrutarlos con más espacio vital. Así que decido dejar ese escalón y bajarme para ponerme frente a David.

Casi con la puntualidad británica salen al escenario. Lo primero que nos llama la atención es que David Lowery se presenta ataviado con un chaquetón, bufanda y gorro. No hace ni por asomo un día frío en Vigo así que algunos rumores de que está enfermo comienzan a fluir por el recinto.

La formación con al que viene de gira no tiene desperdicio alguno y aunque personalmente me hubiera encantado encontrarme con Funaro, solamente tengo elogios para los nuevos acompañantes de David Lowery y Johnny Hickman. Bryan Howard al bajo sorprende tanto por su sonrisa permanente como por su calidad como músico, además acompaña a las voces en más de una ocasión y os puedo asegurar que no lo hace nada mal. Coco Owens es el amo de la batería y también deja claro que nadie puede echarle nada en cara, porque cumple con creces a los mandos de los tambores, dando por momentos una verdadera lección del compás. Por otro lado está Matt «Pistol», una de esas joyas que toda banda de rock sureño tiene que tener en su formación. A él apenas se le podía observar ya que estaba oculto bajo la tarima lateral y además continuamente mantenía su mirada agachada y fija en las cuerdas del slide guitar, ese que en más de una ocasión nos hizo sollozar de emoción.

El concierto comenzaría con “One Fine Day”, canción que iría ganando enteros con cada minuto que pasaba, terminando en una breve pero intensa jam final. Tras este primer embiste todos los que estábamos allí comenzamos a vernos con cara de felicidad. En primer lugar estábamos ante unos Cracker musicalmente inmensos pero que además tenían la suerte o ellos conseguían el milagro, de que La Iguana sonara mejor que nunca.

Un Hickman pletórico nos deleitó todo su buen hacer a las seis cuerdas. Continuamente se acercaba a las caras de la primera fila como si desafiara con su guitarra a esas cabezas que no paraban de sacudirse se un lado para el otro. Él es el encargado de cantar los temas más country como “California Country Boy”, “El Cerrito”…

David Lowery poco a poco se fue despidiendo de sus prendas invernales… el espíritu más anarquista se fue poco a poco apoderando de su ser, hasta el punto de que incluso parecía sacar de sus entrañas todo ese carácter punk que lleva oculto. Fue indescriptible tenerlo cara a cara cantando con toda su mala leche, con toda esa fuerza y energía temas como: “Euro-trash girl”, “Seven Days”, “Get Off This, “100 Flower Power Maximum»…

Si Hickman te da el sosiego y la clase, David sacaba de nosotros el espíritu más rebelde, ese que nos poseía y nos hacía acompañarle a gritos cada estribillo, como sucedería en ese momento de pura conexión entre David y cada uno de los allí presentes en “Low”.

El concierto unos dicen que duró dos horas largas, otros que no llegaron a las dos horas… realmente eso es lo de menos, lo único importante fue que Cracker esa veterana banda de California estaba disfrutando sobre el escenario y que gracias a ello dieron uno de los mejores conciertos jamás vividos en el llamado “Templo del Rock”.

Cada canción fue un momento inolvidable. Poder cantar “Happy Birthday To Me” entre buenos amigos y con la casualidad de que uno de ellos estuviera de cumpleaños (seguro que él no lo olvida en la vida), poder bailar a ritmo de “Sweet Potato” y sobre todo el disfrutar del que para mí personalmente fue el mejor momento musical vivido esa noche y probablemente en todo 2015. Os hablo de cuando los cinco componentes de Cracker sacaron a relucir toda su sabiduría como músicos durante esa canción titulada “Another Song About The Rain”. Durante ella más de un sollozo se vio entre los presentes, sobre todo cuando Matt y Hickman se batían a duelo con su slide guitar y la guitarra respectivamente, mientras el resto de la banda les acompañaban sigilosamente. Una canción que terminaría siendo una extensa jam cuyo final sería algo improvisado, donde David incitó a todos para que cantáramos juntos, consiguiendo que toda La Iguana gritara al unísono “Another Song About The Rain”, hasta que el último acorde comenzó a desvanecerse en el tiempo. ¿Existe algo más mágico que esto? Posiblemente sí, pero para mí… NO.

GOD SAVE CRACKER!!!