Esa es, precisamente, la sensación que sentirá quien escuche el nuevo disco de la formación gerundense. Por supuesto, nos referimos al título elegido en esta ocasión, a la sensación de libertad representada en, por ejemplo, “Here For Nothing”, la segunda de las ocho que conforman la reválida de Silverflame. Aludimos al hecho de soñar sin dormir, al lucrativo estado de relajación disfrutado en instantes evocadores como “Echoes Of The Void”, excelso conjuro cuajado de reminiscencias, influjos y pactos. Nos referimos a la búsqueda de cobijos y al encuentro de abrigos como sucede con “The Skin Of The Snake”, una de esas canciones que se meten en el subconsciente de manera consciente, ya que en su construcción confluyen varios elementos y otras tantas razones que invitan a seguir progresando en este peliagudo camino de cañadas, recodos, pendientes o también, cómo no, plácidas ensenadas. Nos referimos a la inspiración, a la vital importancia del rock n’ roll en nuestro organismo, al beneficio personal obtenido gracias a la plétora de artistas que nos han instruido con sus enseñanzas a lo largo del tiempo y el espacio. Posiblemente en “Fly On” alguien pueda imaginar buena parte de esas figuras y nosotros mismos tenemos alguna presunción, pero en esta esfera multi, súper o megapoblada, hay tantas referencias como reverencias, así que mejor enfoquemos nuestro objetivo en los verdaderos protagonistas de esta historia, Silverflame.
Quizás su presentación, de atinado enunciado (“First Flight”) e interesante contenido, no tuvo la repercusión que habrían querido, o al menos esa es nuestra impresión. No vamos a calificarlo como anodino porque sería faltar a la realidad, y de alguna manera subestimaríamos el valor de una banda que concibió un fornido primogénito y que, además, en su principal radio de acción tiene un buen séquito de fieles. Allí les conocimos, o para ser más exactos, de allí nos llegaron las primeras noticias del quinteto tras publicar el álbum y ofrecer una serie de conciertos por la zona. Uno de ellos tuvo lugar en un festival que lamentablemente debió cerrar la persiana aquel año de infortunios y quebrantos, el Calella Rockfest. Quien conozca o tenga nociones sobre la orientación del extinto certamen del Maresme, se puede formar una idea de la línea del clan, y si añadimos conceptos como rock americano, como psicodelia, como blues progresivo, como rock setentero o sureño, podríamos obtener parte de la esencia musical de un conjunto con idónea alineación para llevar a cabo su proyecto. Dos enfáticas guitarras a las que sacan jugo Jep Vilaplana y Jordi Turón, el fundamental tándem métrico formado por el bajista Javi Galván y Jordi Vila a la batería, el indispensable aporte del órgano a cargo de Fran Esquiaga y las impresionantes cuerdas vocales de Sheila Endekos, una cantante de raza. Ya tenemos el pack completo. Su sugerencia, su conducta y sus identidades. ¿Necesitas más detalles?
Si en su ópera prima apuntaban maneras, en el segundo asalto obligarán a tirar la toalla al personal dada la profundidad de sus sacudidas. Basta con dar al play y sentir la fuerza motriz de “Some For Blues”. Basta con acceder a la dimensión de una taxativa introducción siguiendo los pasos de la activa pandereta o el eficaz ritmo impuesto, y las interrogantes desaparecerán al tiempo que la instrumentación o el coro góspel central conducen a un vórtice tentador. El blues asiste, el soul insiste, la audiencia asiente y sin duda asentirá porque sus casi cuatro minutos de duración compilan olfato y temperamento. La titular, es decir, “Fly On!”, demanda mover pies y cadera pues su sensual energía y excitante condición entre acentos funkys, reclamantes líricas, firmes prestaciones y un ceremonial clima de entusiasmo motivará el éxtasis general o la momentánea ausencia individual. Ya hemos apuntado que su manual de comportamiento incluye diferentes modelos que obedecen a un mismo patrón: Rock n’ Roll. Llameantes guitarras (no en vano se llaman Silverflame), ritmos intrépidos tipo “Nighttime Lover” en el juguetean con tentativas más hardrockeras, un Hammod envolvente y capital en todas sus funciones y una impetuosa voz cantante que en la romántica “Forbidden Innocence” lleva al nirvana. Una encantadora de serpientes. Por cierto, con la acústica y sosegada “Snake” concluyen el trabajo que ipso facto volvemos a reproducir. Ya sabes, “Fly On”.
