Exile Magazine, Pleasure James y Sonic Trash soplaron doce velas en el Lumiere de Bilbao | GR76


Viernes 31 de octubre de 2025 en Lumiere, Bilbao

Noche de Halloween, que no se trata de una tradición yankee como alguna parte de la sociedad sostiene, sino de una vieja costumbre celta la víspera del día de todos los Santos, All Hallows’ Eve. En nuestro caso, una noche más de ritos paganos. Una noche de rock n’ roll en la que demasiados conceptos o contextos resultaban tan chocantes como el propio Halloween. Noche de contrastes. Por una parte, la publicación Exile Magazine conmemoraba su duodécimo aniversario y por otro, una nueva candidatura para las noches bilbaínas, aunque para ser más precisos deberíamos decir que cambiaba de alias, pues ya tenía un bagaje bajo su anterior nominación, el Muelle de Ripa. Así que iniciaba su marcha un Lumiere que imitaba, como antaño, la merma de luminosidad que caracterizaba al club. En esta ocasión esa carencia sería solventada por la fuerza y resplandor de las dos bandas elegidas para celebrar la efeméride del magazine y abrir este nuevo capítulo: Pleasure James & The Unsatisfied Minds y Sonic Trash. Dos bandas suficientemente conocidas en los alrededores que, siendo Bilbao, sabemos que esas periferias se extienden por kilómetros. Dos bandas que se entregaron ofreciendo dos actuaciones dignas de la fecha, del convite y la celebración.

Ya dimos cuenta en la previa que la convocatoria tenía bastantes números para arrastrar al personal, y el vaticino se cumplió pese a que anoche el botxo era un enorme escenario de eventos y conciertos de todo pelaje. No diremos que hubo un llenazo porque sería faltar a la verdad, pero se respiró un buen ambiente. Había katrinas y zombies, cómo no, habías colegas y representantes de la escena local, habituales, gente de diferentes medios, seguidores provenientes de esos alrededores lejanos antes mencionados, responsables de la revista que aterrizaron la misma mañana en Loiu uno de esos clásicos días de dificultad en el tráfico aéreo y, probablemente, nuevas caras que repetirán sin duda alguna porque ambas formaciones finalizaron sus respectivas funciones entre loas y ovaciones. La primera en subir al espacio dispuesto, es decir, Pleasure James & The Unsatisfied Minds, tenía la tarea de calentar al personal a base de ritmos cincuenteros y austero rock and roll old school. Lo consiguieron. Fue el típico tópico in crescendo, y las explicaciones de Jaime a la hora de presentar el repertorio, así como algunos porqués de títulos como “She’s Mine”, “Far From The Shore”, Hurricane” o la que da nombre a su estreno, “The Getaway”, arrancaron algunas sonrisas entre una concurrencia que, siguiendo las indicaciones del ideólogo del consorcio, movió el bullate durante la intervención. Salvo sombras y fugaces chispazos, a duras penas se distinguía siendo, además, una posibilidad que barruntábamos, luego pocas sorpresas nos llevamos en ese aspecto. Había que disfrutar de la música, del momento, del concurso del terceto y de cortesías que venían al pelo tipo “Confuzzed” o el final por medio de la acertada, por aquello del Halloween, “Wolfwoman”.

Y había que, o debíamos volver a disfrutar del psicodélico punk y rockmántico underground de Sonic Trash, conjunto del que es difícil, por no decir imposible, nos cansaremos en hablar, nos cansaremos escuchar, nos cansaremos observar o nos hartemos algún día en disfrutar, porque los tíos tienen un don especial. Muchos han sido los años y bastantes los conciertos que hemos tenido la oportunidad de presenciar en dos etapas o bajo sus dos encarnaciones, y como dice un refrán, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Pues David, Juanjo, Lander y Danel tienen mojo, eso es indiscutible y apenas tiene discusión. Anoche se presentaron como cuarteto, que es la formación original, pero con el paso de los años han ido adoptando nuevas estrategias e incorporando diferentes sonidos que salen del órgano de un Ekaitz al que echamos en falta. David nos informó de esa ausencia, y David nos aseguró que sin su presencia se complicaba interpretar según qué canciones. Por ejemplo, “Ginebra”, que aparece en “Split”, el maravilloso álbum compartido con Víctimas Club. No importa. Será por canciones. Será por euforias, será por latigazos. Por cierto, del disco “Látigo” cayó “Santo Tomás” y el griterío fue ensordecedor, los brazos se alzaban como si de un akelarre se tratara siendo esa la tónica de su recital y una señal más de poderío de unos Sonic Trash que desde el primer e identificable guitarrazo de “Hey Chica!”, tenían al público en el bolsillo. Sudores y escalofríos, mentes encendidas y aceleradas pulsaciones, “Bang”. Otro certero disparo, otro trallazo que no dejaba títere con cabeza, otra muestra de integridad que aparecía en tercera posición después de una urgente “Algoritmos” que encendió a la enajenada masa que tenía, aún por delante, unos cuantos minutos para continuar en la sauna. Difusa y oscura, pero excitante y absolutamente enloquecedora sauna con eufonías post-eriores como la espídica “Bilbao Speed City” que añadía más picante, la salerosa “Gure Nights” acompañada de movimientos sensuales del hombre de negro bilbaíno, o sea, David, la equivalente “Acelerado” que estalló tímpanos, la profundamente desvanecedora e hipnótica “Amnesia” o el último correctivo dirigido a más de un insustancial que vemos y hasta soportamos sin saber por qué: “Cabronazo”. Entre nosoTRASH, son unos cabronazos.

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