Después de comenzar su carrera en solitario con el magnífico “On My Way” que se podía interpretar como una muestra de empeño, acaba de llegar la reválida del señor Gonzalo Portugal vía “Release”. Otro ejercicio de perseverancia y ambos, suficientemente reveladores en cuanto a sus enunciados y contenidos. Dos trabajos que transmiten honestidad y revelan las inquietudes musicales del guitarrista de Barakaldo: los diabólicos doce compases. Los viejos cruces de caminos enmarcados en el siglo XXI y, por supuesto, el patrimonio del excelso rock and roll que tantas tardes y noches de gloria nos ha ofrecido el rubiales, ya fuera en eléctricas funciones acústicas o en concurridas actuaciones de formaciones que completan su extraordinario currículum. Todos estos aprendizajes y esas andanzas tienen su alcance y hasta su efecto en su concepto o visión de la música en general, siendo este disco un magnífico ejemplar. Esperado era. Deseado por su cohorte de seguidores también y, en cierta manera, pretendido por su parte y por quienes están involucrados en el proyecto. A saber, el pianista y organista Israel Santamaría, el bajista Mikel Azkargorta y el baterista Aritza Castro. Gente facultada y capaz. Gente solicitada y veraz. Gente acreditada y comprometida, no en vano los cuatro dividen su tiempo en unas cuantas bandas al margen de este simpósium de anímicas intenciones basado en el legado del fortalecedor blues que no es sino el indiscutible germen del contemporáneo entramado musical.
Todo ese popurrí de nociones emerge nada más empezar en “Brace For Impact”. Aires celtas. Una introducción brillante que inmediatamente activará las neuronas. Una presentación que no da lugar a dudas porque, como bien dice su credencial, es impactante y en cierta manera podríamos calificar como clásica en la composición de Gonzalo sin que ello signifique un menoscabo. Más bien todo lo contrario. Ha capturado la esencia del blues y logrado un sello inconfundible persiguiendo su objetivo, que no es otro que idear canciones, grabar, actuar y desarrollar todo su potencial. Podrán salir a relucir varios nombres en torno al entorno, pero el blues y rock and roll en su extensión tienen demasiados instructores e infinidad de maestras, así que no vamos a mencionar posibles semejanzas. Es tan obvio como aburrido, al menos para uno mismo. Además, a renglón seguido disipa cualquier enigma (si los hubiera) sobre su proceder, la excelente adaptación de “Walkin’ Blues” escrita por Son House y popularizada por el legendario Robert Johnson que en alguna ocasión ha interpretado en directo y, dicho sea de paso, les queda fetén con la elegancia plástica de Israel, el metódico ritmo de Mikel, la determinación de Aritza y el selecto bottleneck de Gonzalo. Uno de sus peculios. Una de sus distinciones. La soltura, la destreza y el dominio del slide. Prodigioso, como lo es cuando se vuelve tierno y delicado, algo que sucede más adelante en “Near”, una canción para recordar, una canción para homenajear, una canción para sentir profundos estremecimientos, notar los latidos del corazón y confesar multitud de sentimientos a quienes han estado y están cerca, a quienes son fundamentales en nuestra vida. Quizás sea un talón de Aquiles personal, lo admito. Tanto las canciones sentimentales como Gonzalo, pero…
Pero así es el rock and roll. Así es el blues, como rezaba un lema del que nos apropiamos hace años, ‘blues is blood’. O ese otro que afirma ‘soul is the sound of freedom’, algo que se aprecia en el curso de la citada canción o en “Home”, single en el que Noa Eguiguren e Inés Goñi prestan sus voces angelicales. Hablando de gargantas. La de Gonzalo es como el buen vino que mejora con los años y ha ido educando con el paso del tiempo hasta conseguir un rango vocal que le permite adoptar bastantes registros. Es áspera y dulce, es cálida y temperamental. Es expresiva y proporcionada, siendo el complemento ideal para su ajada Strato (bueno, una de las utilizadas) que maneja como si fuera un apéndice más de su cuerpo. Es su amiga, su cómplice o su consejera como se puede comprobar en “I Know”, cadencia absolutamente pegajosa y viciosa donde el equipo al completo cubre espacios a las mil maravillas en un alarde de shuffle, groove o boogie. Otras de las grandes bazas de una banda que domina un amplio espectro de géneros, subgéneros, corrientes o afluentes. Como en anteriores ocasiones (tanto en su debut como en la época de Last Fair Deal) recurre a la sabiduría de Saúl Santolaria para dar forma al material compuesto en su casa Sweet Saul Studio, madurando y ajustando mano a mano las sesiones que previamente habían realizado. El resultado, este “Release” cuya ilustración está diseñada por Miranda Portugal y es síntoma de libertad, de orgullo incluso de liberación, como así testifica no solo el epígrafe seleccionado, sino una “Searchin’” que pone la piel de gallina desde el inicio, desde los preliminares armonios de Isra convertidos en frenéticos envites centrales acompañados por un estribillo delirante, un estribillo que debería concentrar coros masivos en sus actuaciones. Como colofón, “Still Dancing”, emocionante y exquisito calmante acústico que tal vez no provoque el bailoteo físico, sin embargo la mente se revolucionará y exigirá volver a empezar con un álbum que debería usted atender. Igual encuentra respuestas y probablemente esboce algunas preguntas.
