Si el primer trabajo de esta banda de basque country se presentaba bajo el eficaz y efectivo titular “First Of All”, su segunda aparición no es menos acertada en cuanto al enunciado, ya que “Second Chances” se presume una elección francamente reveladora y continuista en su nomenclatura y disposición. En su concepción, en su montaje, en su extensión. En las canciones o en las sensaciones que transmite, en la competencia de los involucrados en esta aventura que, dicho sea de paso, cuenta con un buen número de cómplices que se aclimatan perfectamente a las diferentes situaciones, si bien el peso de la formación recae en el cuarteto fundador. O sea, en el bajista y padrino Pedro Larrauri, el compositor principal y cantante Arnau Coderch, el corpulento guitarrista Ibai García y en el baterista todoterreno Iñigo Elexpuru, aunque ni mucho menos deberíamos desestimar a la corista y percusionista Leire García o al violinista Mario Martín, pues atesoran méritos suficientes como para figurar en el organigrama de un conjunto que cuenta, además, con las aportaciones del solicitadísimo Israel Santamaría al piano y de Aleix Garriga en el pedal steel.
El single lanzado como adelanto del disco, “Saddle Up”, resultaba sintomático y sus altas temperaturas camperas son fiel reflejo de la apuesta estilística adoptada por unos músicos sumamente polifacéticos, pues sus trayectorias individuales acogen un sinfín de naturalezas. Como en botica, hay de todo en este consorcio, pero si se trata de calzarse unas botas tejanas, calarse sombreros de ala ancha, calcar todo tipo de fundamentos incluso directrices del country o colarse con inusitado desparpajo en la ruta americana, podríamos decir sin riesgo a equivocarnos que esta gente lo borda. Si su estreno fue un pelotazo en toda regla, este “Second Chances” no le va a ir a la zaga. ¿Por qué? Pues porque es fresco, porque es ameno, porque contiene piezas para taconear con absoluta libertad, y porque hay otras donde cederás ante el ímpetu de su cadencia o ante la ternura de algunas líricas evocadoras. Sin ir más lejos, “Elora’s”, una estupenda sucesión de elementos y modulaciones propias del género que de inmediato se cuela en las entrañas y, de alguna manera, determina su olfato o grandes dotes a la hora de manejar sentimientos o sensibilidades; suben las pulsaciones, un gran escalofrío recorre la piel y surgen los recuerdos, aparecen lágrimas de emoción.
De similares características encontramos “Back When I Knew She Loved Me”, otro conjunto de alegorías que exploran el subconsciente por medio de una estructurada melodía, magnánimos aportes instrumentales y el suave e inspirador estímulo vocal que precede a un pletórico final vía “Fire”. Poco habrá que decir sobre ella, puesto que su título es suficientemente explícito. Desde todas las posiciones sale fuego. Todas las unidades producen fuego, y la carga energética contenida en este asfixiante desenlace invita a rumiar que sí, que Arnau & The Honky Tonk Losers han venido para quedarse. Han venido para difundir su mensaje sin renunciar a sus ideales, para demostrar su estirpe o proyectar optimismo a través de unas canciones de evidentes ademanes, caso de una transparente “Pawnshop Hero” y hasta sorprendentes afanes establecidos en, por ejemplo “March The 2nd”, la segunda del lote que imprime carácter siendo una categórica muestra de identidad. Ritmos silvestres sustentados por el carismático pedal steel, por el adhesivo violín o una revolucionaria guitarra. Esencias y hasta hipotéticas presencias que podríamos señalar, pero esta cuadrilla se ha ganado a pulso el hecho de no recurrir a bastantes nombres que vienen a la mente cuando mencionamos el término country.
El prólogo de la romántica “If You Only Knew” a cargo del señor Coderch en solitario ya nos había puesto firmes (tanto en el disco como en la presentación del mismo en el Kafe Antzokia bilbaíno), y una vez pasados los treinta segundos de introducción… Carbura el motor. Se activan los dispositivos. Afloran las asistencias y se expanden los sentidos. Las conjeturas se desvanecen y los acasos, si los hubiera o hubiese, quedan fulminados ipso facto porque la combustión generada no admite ningún género de dudas. Eso sí, hay números como el demoledor rock and roll “Hell! You Got Me” arropado con atuendos campestres que confirma la diversidad creadora y hasta interpretativa de unos perdedores que ni mucho menos lo son. Las canciones se amoldan o se transforman en beneficio de la banda y el cariz country permanece omnipresente en cada uno de sus ajustes, en cada giro o en cada acción, pero como ya hemos apuntado, en el seno de esta agrupación hay una rica variedad de escuelas musicales que de alguna manera acentúan su alianza y, por supuesto, impregnan el elepé de sorprendentes pasajes… o excitantes paisajes como reflexivos precipicios, agrestes caminos, bucólicas campiñas, volcanes en erupción, bellos ocasos y albas esperanzadoras que simbolizan “Second Chances”.
